Joan Margarit en Barcelona el 14 de noviembre, después de recibir el Premio Cervantes. Foto: AFP.

POESÍA

"No tires las cartas de amor" y otros poemas de Joan Margarit, Premio Cervantes 2019

El poeta catalán recibió el más prestigioso galardón de las letras en español "por su obra poética de honda trascendencia y lúcido lenguaje, siempre innovador", anunció este jueves el ministro de Cultura de España, José Guirao. ARCADIA comparte una breve selección de su poesía.

Joan Margarit
15 de noviembre de 2019

No tires las cartas de amor

Ellas no te abandonarán.
El tiempo pasará, se borrará el deseo
—esta flecha de sombra—
y los sensuales rostros, bellos e inteligentes,
se ocultarán en ti, al fondo de un espejo.
Caerán los años. Te cansarán los libros.
Descenderás aún más
e, incluso, perderás la poesía.
El ruido de ciudad en los cristales
acabará por ser tu única música,
y las cartas de amor que habrás guardado
serán tu última literatura.

Saturno

Destrozaste mis libros de poemas.
Los lanzaste después por la ventana.
Las páginas, extrañas mariposas,
planeaban encima de la gente.
No sé si ahora nos entenderíamos,
viejos, exhaustos y decepcionados.
Seguramente no. Mejor dejarlo así.
Querías devorarme. Yo, matarte.
Yo, el hijo que tuviste en plena guerra.

Avanzar dentro de un cuento

Sobre el bosque en silencio cae la nieve,
la gruesa manta que no da calor
a la harapienta multitud de robles.
Bien abrigado, lo atravieso andando:
donde había camino está cubierto
y no queda más rastro que mis pasos.
Hallo un nido caído, un nido grande
como la cuna de una niña muerta.
Para volver atrás ahora necesito
mis propias huellas, pero cae la nieve
y va borrándolas con su silencio.
Hay un golpe de viento, un remolino,
y el nido que atraviesa dando tumbos
un tiempo mudo y frío y sin caminos.

Un pobre instante

La muerte no es más que esto: el dormitorio,
la luminosa tarde en la ventana,
y este radiocasete en la mesita
tan apagado como tu corazón
con todas tus canciones cantadas para siempre.
Tu último suspiro sigue dentro de mí
todavía en suspenso: no dejo que termine.
¿Sabes cual es, Joana, el próximo concierto?
¿Oyes como en el patio de la escuela
están jugando los niños?
¿Sabes, al acabar la tarde,
cómo serà esta noche,
noche de primavera? Vendrá gente.
La casa encenderá todas sus luces.

El oráculo

Eres tú cuando niño, con un cazo.
En el pequeño matadero, aguardas
a que te vendan sangre.
Hay, sobre el suelo de cemento, un banco
con las cabras tendidas en hilera,
balando, atadas y ofrecido el cuello.
Bajo una de ellas has dejado el cazo.
Es negra y suave. Con parsimonia, un hombre
armado de un punzón, la ha degollado.
Como ocurría en Delfos, el mensaje
del chorro rojo golpeando el cazo
con el mismo sonido que ahora escuchas,
fue difícil y oscuro, y has tardado
cuarenta años en interpretarlo.
Lo haces ahora, mientras meas sangre.

Poesía

Tampoco, como Sísifo, yo conozco mi roca.
La subo a lo más alto. Pero cae hasta abajo.
Vuelvo a buscarla, es pesada y áspera.
Aun así la caliento entre mis brazos
mientras vuelvo a subirla a lo más alto.
Es una extraña infelicidad.
Pienso que, todavía más cruel,
es no haber encontrado roca alguna
para subirla así, inútilmente.
Subirla por amor. A lo más alto.