El entorno laboral presta más atención a los jóvenes que a los viejos, pero el índice de deserción de los muchachos les cuesta a las empresas. | Foto: fotografía_ iStock

MANAGEMENT

Llegaron los perennials

Según algunos expertos, clasificar a los empleados según la generación a la que pertenecen no suma sino resta. Estas son las razones por las cuales las empresas deben ver al individuo antes que su fecha de nacimiento.

5 de septiembre de 2019

Las organizaciones tienden a clasificar a sus empleados por su fecha de nacimiento. Hoy se dice que en un mismo espacio de trabajo comparten miembros de la generación conocida como baby boomers (nacidos entre 1946 y 1964), de la generación X (nacidos entre 1965 y 1980), los llamados millenials (nacidos entre 1980 y 1995), y los centennials, nacidos de 1996 en adelante. Cada grupo, supuestamente, tiene características propias de su generación que los hace comportarse de una manera diferente a la otra. Pero según Ana Eloísa Zúñiga, experta en talento humano, este modelo puede traer problemas a la empresa porque encasilla a los empleados y evita que sus talentos afloren o se les reconozcan sus competencias. Para Zúñiga es mucho mejor pensar en una generación que no tiene edad ni pertenece a un grupo específico. Son los perennials, y ella los define más por sus talentos, gustos y estilo de vida que por su fecha de nacimiento.

Zúñiga explica que la empresaria tecnológica Gina Pell acuñó el término perennial en Estados Unidos y poco a poco ha ido expandiéndose a otros países, al punto que hoy se consideran los colaboradores del futuro. "Las generaciones nos dividen, mientras que los perennials suman y multiplican", dice. Explica que suman porque se mueven fácilmente entre las generaciones y multiplican porque son gestores de cambio. Los perennials, insiste Zúñiga, no nacieron en un momento específico, ni están enmarcados en ninguna generación porque estas no determinan todos los aspectos de una persona.

Un ejemplo es el caso de Greta Thunberg, la joven sueca que, a pesar de tener 16 años, trabaja en temas de medio ambiente al lado de líderes mundiales que bien podrían ser sus abuelos. En el otro extremo está Iris Apfel, quien a sus 96 años es una modelo y un ícono de la moda que se codea con jovencitas de 20 años. Ellas dos son perennials porque no hacen lo que la sociedad les impone para su edad, sino que establecen por su motivación y talento el trabajo que quieren desarrollar. Esto mismo puede suceder en una empresa: un millenial podría ser el jefe y un baby boomer un aprendiz. O un baby boomer puede llegar a ser más experto en tecnología que un millenial. Todo depende del talento y la motivación. Por eso, los perennial están surgiendo como los colaboradores del futuro. "Son la antigeneración que necesitan todas las empresas porque saben manejar los cambios y no se dejan encasillar en estereotipos", dice Zúñiga.

Entre los beneficios que traen los perennial a las empresas está la flexibilidad que tienen para convivir tanto con jóvenes como adultos. Porque no piensan en las diferencias que los separan sino en las similitudes que los acercan. Además de esto, siempre están dispuestos a aprender, son más receptivos a las diferencias, tienen clara la idea de liderazgo colaborativo y, tal vez lo más importante, son conscientes de que la experiencia va más allá de acumular años de trabajo. "Para ellos aprender a convivir con otros es más importante que su currículo", dice la experta. Las áreas de talento humano deben identificar las cualidades del colaborador para identificar su potencial y así mejorar su productividad.

Si solo piensan en la generación a la que pertenecen lo más probable es que se guíen por estereotipos y no conozcan ese potencial escondido que tienen. "Es reconocerlos por lo que aportan y ayudarlos a mejorar en sus habilidades blandas. Hay que atreverse a conocer a sus empleados", propone.