Especial Ferias y fiestas
Balsadas, arrullos y concursos de posadas. Así se vive en El Charco, Nariño, la temporada navideña
Esta es una de las épocas más esperadas del año para los habitantes del municipio. En medio de las dificultades de orden público, los promotores culturales hacen un llamado para celebrar las tradiciones.
Larry está al otro lado de la línea. A unos 800 kilómetros de distancia. Aún no es Navidad, pero su efusivo tono de voz, sus interpretaciones de los arrullos y la descripción que hace de su pueblo en esta época decembrina hacen que esta celebración se sienta más cerca. “Imagine un concurso, un desafío, un sano certamen donde los barrios compiten entre sí con novenas, bailes y arrullos. Todas las noches de diciembre, los vecinos se movilizan de un lado a otro junto con María, José y la canasta vacía del Niño Dios, esperando el nacimiento, en medio de una alborada llena de mucha luz y fuegos artificiales. Hay comida y risas por doquier”.
Está hablando de El Charco, un municipio de 136 años, ubicado en el departamento de Nariño; una tierra de raíces afro, donde sus cerca de 40 mil habitantes bailan al ritmo del currulao y la juga, un territorio festivo en el que las distintas celebraciones artísticas y culturales llevan alegría a la comunidad en medio de tanta zozobra y permiten, de una manera mágica, purgar las penas y hacer una catarsis colectiva. Sucede con la Fiesta de Los Negritos en enero, con el Encuentro de Oralidad del Pacífico Sur y los Carnavales que son en febrero; sin embargo, ninguna se compara con el ambiente que se vive a fin de año.
“El 24 de diciembre, la misa del gallo, como la llamaban anteriormente, inicia normal, pero cuando es el momento del nacimiento se interrumpe porque el niño no está, se ha escondido y salen arrullos en su búsqueda entonando canciones como –El niñito de María que no lo veo, el niñito de María anda de paseo– cuando lo encuentran todo es alegría y ahí se canta el gloria y el nacimiento. Ya el 25, se hace la procesión con los niños en las calles”, agregó Larry, licenciado en etnoeducación y representante de la Asociación Folclórica Remembranza.
Estas actividades se realizan con el apoyo de la Alcaldía municipal, que este año hizo una inversión de 100 millones de pesos en la decoración. “Aquí no hay empresa privada que respalde esta iniciativa. Nosotros arrancamos la Navidad con el alumbrado y hacemos concursos de posadas, del mejor pesebre y premiamos la mejor calle vestida. Todo esto para incentivar la promoción de una de las épocas más esperadas del año, donde disfrutamos de nuestra exquisita gastronomía y de la riqueza cultural que tenemos”, afirmó Víctor Candelo, alcalde del municipio.
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Por su parte, Yaqueline Valencia, gestora cultural y profesora de humanidades, explicó que “para el pueblo negro la Navidad tiene un valor importantísimo y casi que sagrado porque es saber que a pesar de las circunstancias tenemos un Dios que nos da la resistencia y resiliencia para reponernos de los problemas. Esto viene desde el tiempo de nuestros ancestros quienes nos enseñaron que nuestra fortaleza han sido estas tradiciones culturales que nos llevan a transformar la angustia en alegría. Por eso aquí la Navidad se vive con jolgorio y mucho regocijo”.
Si bien las Novenas de Aguinaldos son la columna vertebral de esta celebración, otras actividades como las balsadas ocupan un momento importante en la agenda decembrina de este municipio. “Las balsadas son embarcaciones que transportan a los cantantes, a los tocadores, a las bailadoras, están llenas de música, de color, de bombas, de luces y es una expresión cultural de nuestras raíces. La alegría que se vive en ese momento hace que uno como charqueño se olvide del contexto social del municipio”, aseguró Enoc Suárez, coordinador cultural.
Enoc se refiere a la situación de seguridad causada por el desplazamiento forzado en esta zona del Pacífico nariñense, debido a los enfrentamientos entre grupos armados ilegales que se disputan las rutas del narcotráfico. “Como consecuencia hemos tenido que suspender actividades como el Rosario de Aurora que hacíamos todos los días a las 5:00 a.m. porque a la gente ya le da miedo salir”, cuenta Larry.
A pesar de la situación, la invitación que hacen es a no dejar que estas tradiciones mueran. “Muchas se han ido perdiendo poco a poco, entre otras cosas, porque las generaciones han ido cambiando y los muchachos de ahora si no ven el pago no trabajan o no hacen las cosas, y no siempre hay cómo retribuirles. Aun así, debemos mantener nuestras raíces porque esa es nuestra esencia, un pueblo sin cultura no tiene nada porque la cultura está inmersa en nuestro quehacer, si la perdemos, perdemos la vida misma”, concluyó Larry al otro lado de la línea.
*Contenido elaborado con apoyo de la Alcaldía de El Charco.