Especial Movilidad y Transporte
Bicicletas, de moda en las grandes ciudades. Estas son sus principales ventajas
Por sus beneficios económicos, medioambientales y de salud, la bicicleta se impone como uno de los principales medios de transporte urbanos en el mundo. Garantizar la seguridad de los ciclistas sigue siendo el gran desafío.
De acuerdo con una investigación hecha en 28 países a mediados de 2022 a través de la plataforma Global Advisor de Ipsos, el 82 por ciento de las personas tiene una opinión favorable de la bicicleta y el 35 por ciento declara andar en ella al menos una vez a la semana. ¿A qué se debe esta tendencia? Lo primero que hay que decir es que el uso de la bicicleta como medio de transporte urbano no es nuevo. De acuerdo con Darío Hidalgo Guerrero, profesor de la Universidad Javeriana y experto en movilidad, hasta la primera Guerra Mundial la bici era utilizada de manera masiva. Sin embargo, con el crecimiento de las ciudades se popularizó el carro.
La tendencia cambió en la década de los 70, cuando la crisis petrolera aumentó de manera desmedida el precio de la gasolina y el movimiento ambientalista denunció los daños al medioambiente ocasionados por los automotores. José Stalin Rojas, profesor de la Universidad Nacional, afirma que en el caso de Latinoamérica, y en especial de Colombia, la bicicleta “siempre ha estado presente en los municipios pequeños y en grandes ciudades como medio de transporte popular. Era común ver a los obreros de construcción montados en ellas”.
Entonces, ¿qué cambió para que hoy sea un medio de transporte tan utilizado por todos? Ambos especialistas coinciden en que su uso aumentó por una mayor conciencia ambiental entre la ciudadanía que vio en este medio de transporte una manera de contribuir al medioambiente y de paso reducir costos. Pero además se adoptaron políticas públicas y se construyó infraestructura que facilitan movilizarse en ella.
De acuerdo con Hidalgo, en la popularización de este medio de transporte también influyó la presión de grupo y el ejemplo, que causó un efecto dominó. “Las personas vieron que sus vecinos utilizaban bicicleta y por una especie de presión de grupo, sumado a los otros beneficios, empezaron a usarla”. Al respecto, Rojas también señala el papel crucial que jugaron los alcaldes ciclistas. “Ver a Antanas Mockus y a Enrique Peñalosa montados en sus bicicletas yendo al trabajo fue un ejemplo para los ciudadanos”.
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Décadas de cambio
Este proceso de popularización de la bicicleta se aceleró en los 90. En esa época no solo las ciudades europeas privilegiaron la bici, también lo hizo América Latina, caracterizada por el caos vehicular. La región vio en este medio una solución a sus problemas de movilidad. Bogotá fue una de las ciudades pioneras al construir en 1998, durante la administración de Enrique Peñalosa, las primeras ciclorutas. Esta decisión estuvo acompañada de la implementación de políticas para su promoción y de incentivos para su uso, como el Día sin Carro, que se realizó por primera vez en el año 2000.
Todas estas estrategias han surtido un efecto positivo. Según la última Encuesta de Movilidad (2019), la bicicleta pasó del 1 por ciento en 1996 al 6,6 por ciento en 2019 como medio principal de transporte urbano, mientras que la encuesta de Cultura de la Bicicleta en Bogotá (2021) muestra que el 41 por ciento de los bogotanos hace uso de ella de manera regular.
Paulatinamente, otras ciudades de Colombia y Latinoamérica han seguido el mismo camino. En el Global Bicycle Cities Index de 2022, el país tiene tres de sus urbes dentro del ranking de las 90 ciudades con “voluntad de invertir y trabajar en iniciativas para mejorar la infraestructura y la seguridad del ciclista”. Un reconocimiento que comparte con Santiago de Chile, Sao Paulo, Ciudad de México y Buenos Aires.
Buenas perspectivas
Los expertos aseguran que el rumbo de la bicicleta es prometedor. Sin embargo, todavía hay retos por superar. Hidalgo explica que en Colombia, por ejemplo, existe un desafío enorme “en el tema de seguridad, tanto personal, es decir, que no roben a los ciclistas, como vial, para que se reduzcan los índices de accidentalidad”.
En este sentido, la encuesta de Cultura de la Bicicleta en Bogotá es diciente: del 59 por ciento de los encuestados que no usan bicicleta, el 30 por ciento aduce razones de seguridad personal y el 24 por ciento, de seguridad vial. Y en el Global Bicycle Cities Index, Cali, Bogotá y Medellín tienen una tasa de mortalidad altísima, con un promedio de 3,5 muertos por cada 100.000 ciclistas, muy por encima de Ciudad de México (0,65) y Buenos Aires (0,83).
Como las ciudades latinoamericanas se caracterizan por su gran tamaño, otro reto importante es desarrollar sistemas intermodales eficientes, pues recorrer estas urbes en bici de extremo a extremo para ir al trabajo o al estudio, es ineficiente. Por eso, otra forma para incentivar su uso es integrar la bicicleta a los sistemas tradicionales de transporte como el metro o TransMilenio a modo de trayectos compartidos.
Pese a los retos, la bicicleta se consolida como la alternativa para construir un futuro más amigable con el medioambiente, alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y mitigar el cambio climático. Además es un medio que beneficia el bienestar y la salud.