Agro
Café especial, la oportunidad dorada para los pequeños productores colombianos
En los últimos 20 años, el comercio de cafés especiales ha cobrado mucha fuerza. Esta actividad genera todo un encadenamiento económico que va desde los recorridos por fincas cafeteras hasta las experiencias de cata en tiendas especializadas.
“Crecí entre café, en Pitalito, Huila. Soy productor de tercera generación. Mi abuelo y mi papá han tenido fincas y yo sigo con esta tradición que es mi vida”, confesó Leandro Galindo Giraldo, cofundador de la tienda y comercializadora Café Divino, ubicada en Bogotá. Él es uno de los cafeteros que desde hace algunos años le han apostado al café especial, un mercado muy competido, que se ha convertido en un negocio próspero para centenares de familias.
Alba Romero, microbióloga y experta en cafés especiales, explicó que Leandro hace parte de un relevo generacional representado por jóvenes que, frente a los bajos y volátiles precios del grano comercial cotizado en bolsa, así como al cambio de perfil del consumidor que exige cafés con algún tipo de valor agregado, decidieron continuar la tradición cafetera de sus familias, pero con innovación. Son jóvenes conectados con el mundo, interesados en hacer de una taza de café una experiencia que conecte con el mundo cafetero y en implementar avances tecnológicos para producir granos de altísima calidad que les generen mejores ingresos.
Los cafés especiales se conocen en el mundo por lo menos desde mediados del siglo XX. Son aquellos que cumplen características superiores en cuanto a aroma, cuerpo, sabor y al menos otros siete atributos, según la Specialty Coffee Association (SCA), una organización que representa a todos los profesionales de cafés especiales del mundo. Para determinar si un café es especial o no, la asociación desarrolló una puntuación de 0 a 100 en la que el rango de 90 a 100 puntos corresponde a la especialidad exquisito; de 85 a 89, a la especialidad excelente, y de 80 a 84, a la especialidad muy bueno. Los que tienen una calificación menor a 80 se les considera cafés comunes.
Además de la calificación, los cafés especiales cuentan con diversas clasificaciones si tienen alguna condición particular. En el mercado se pueden encontrar granos con sellos que certifican su origen o si son procedentes de cultivos sostenibles, amigables con las aves migratorias o involucran procesos sociales con poblaciones vulnerables o de minorías étnicas. En Colombia hicieron su incursión hacia la década de 1980, gracias a la Federación Nacional de Cafeteros (FNC), y a finales de la década de 1990 fueron una de las salidas a la crisis económica del sector debido a la ruptura del Pacto Cafetero en 1989, que dejó el precio del grano al vaivén de la oferta y la demanda.
Leandro recuerda muy bien esa época de finales del milenio. Tenía entre 16 y 17 años cuando reemplazaba a su mamá en las reuniones de la seccional municipal de Pitalito de la FNC: “Nos decían que había una nueva forma para mejorar nuestros ingresos, que requería mucho más trabajo, pero que si todo salía bien, un saco de café podía costar muchísimo más. Poco a poco comenzaron a circular semillas desconocidas para nosotros y se formaron asociaciones de caficultores que producían un café de alta calidad que, con el apoyo de la Federación y otras instituciones, era exportado”.
Pequeños propietarios
Ha pasado un cuarto de siglo desde que el país emprendió la siembra de cafés especiales y ahora es uno de los líderes de este mercado. Los granos colombianos de exquisito sabor son los preferidos no solo por los consumidores de mercados tan lejanos como el japonés, sino por los baristas más importantes del mundo. Tal es la fama de nuestro café especial que ya cuenta con reconocimiento en competencias internacionales.
El 2024, en particular, ha sido un excelente año para los cafeteros del país. En el mundial de barismo de mayo, en Busan (Corea del Sur); Mikael Jasin, de Indonesia, y Jack Simpson, de Australia, campeón y subcampeón, utilizaron cafés de fincas de Pitalito, Huila.
De acuerdo con la FNC, cerca de 548.000 familias cultivan café en 603 municipios de 23 de los 32 departamentos del país, para un total de más o menos 840.000 hectáreas sembradas. Alrededor del 96 por ciento de los caficultores son pequeños propietarios de fincas que no superan las cinco hectáreas. La mayoría se dedica a cultivar café que se negocia según los precios de la Bolsa de Nueva York y que oscila entre los 230 y 250 centavos de dólar la libra.
La ventaja de dedicarse al cultivo de cafés especiales radica en que un productor no se rige por los precios internacionales, sino que el valor de su producto depende tanto de la calificación de la SCA como de las características especiales. De manera constante, la Federación promueve concursos regionales y subastas internacionales para escoger lotes de cafés con puntuaciones superiores a 85 y venderlos en los mercados de China, Corea del Sur, Estados Unidos, Europa y Colombia.
Por ejemplo, en una de esas subastas el año pasado, en los departamentos de Santander y Norte de Santander, un productor vendió su lote a 120 dólares la libra. Durante esa rueda de negocios, las transacciones promediaron los 22 dólares la libra, nueve dólares más del precio que se cotiza en la Bolsa de Nueva York.
Tradición y tecnología
Otra ventaja de los cafés especiales es que detrás de su producción viene un encadenamiento con el turismo tanto en las zonas rurales como en los centros urbanos. El gusto por este grano prémium ha llevado a miles de turistas nacionales y extranjeros a querer conocer las fincas cafeteras y ver cómo es el proceso de producción.
“Lo bonito de los cafés especiales es la diversificación económica que trae y que giran alrededor de las pequeñas fincas cafeteras. Muchos extranjeros y colombianos quieren saber cómo llega el café que consumen a sus tazas y contratan tours por nuestros municipios en donde pueden observar la tradición cafetera”, aseguró Alba.
Al respecto, Leandro aseguró: “Lo que hace único a un café especial es una perfecta combinación entre tradición y tecnología. Para producir un excelente grano con buena puntuación y de exportación es necesario mantener algunos de los tradicionales métodos de siembra y recolección, que son muy apetecidos por los consumidores, pero al tiempo se necesita un alto grado de tecnificación para que el grano crezca y se procese bajo unas condiciones que permitan obtener la calidad de especial. Todo esto genera una economía que va desde los recorridos por los cafetales del país hasta las experiencias de cata en tiendas y lugares especializados de barismo en las ciudades”.
Alba y Leandro concuerdan en que el café especial es la mejor vía para mantener viva la tradición cafetera y una excelente oportunidad para mejorar la vida: “Yo siempre he dicho que el productor que trabaja con cafés especiales nunca tiene crisis económicas, porque trabaja en la calidad desde la semilla. No importa si baja o sube el café, lo importante es la calidad”.