El rollo de Fili: las aventuras de un fotógrafo que ha viajado por más de 1.000 pueblos de Colombia

Cuando se le pide a Filiberto Pinzón que elija los mejores lugares para visitar en Colombia, da la impresión de que quisiera declararse impedido. No por falta de conocimiento, sino por exceso. Ha visitado unos 1.700 centros poblados, la mayoría registrados por alguna de las cinco cámaras que ha tenido a lo largo de sus más de 40 años como fotógrafo. Aunque en el fondo presiente que no podrá pasar el reto, se le mide a armar un Top 5 de lugares que considera todo el mundo debería visitar al menos una vez en la vida.

“Empezaría por Caquetá, es espectacular. Por su biodiversidad, las cascadas y los ríos es digno de conocerse a nivel mundial, es demasiado. Es un tesoro escondido de Colombia. Yo no he visto tanta agua y tan transparente como allá. También diría que Caño Cristales y la Sierra de La Macarena en general. En cuanto a un pueblo, Barichara, en Santander, es mágico. Pero no hay que dejar de ir a Caldas y a alguno de sus maravillosos municipios como Salamina. ¡No! Es que es muy difícil, es como si me preguntara cuál hijo quiero más. Aquí podemos quedarnos todo el día nombrándolos a todos y cada uno de los lugares que he visitado”, aseguró.

Aunque logró conformar el Top 5, no pudo aguantarse y continuó ampliando la lista: “Los pueblos antioqueños también son imperdibles: Santa Fe de Antioquia y Jericó, por ejemplo. ¡Ah! Y uno en Norte de Santander que se llama Playa de Belén con sus famosos estoraques. De hecho, el cementerio queda sobre un estoraque. Es un pueblo muy bonito, como un Barichara pequeño”.

También recomendó los pueblitos palafitos en Ciénaga, Magdalena, donde se han grabado muchas películas y los niños primero tienen una canoa que zapatos. “Es una experiencia muy linda. Pero tampoco hay que dejar atrás muchos pueblos en Boyacá como Sogamoso o el mismo Tunja, con una historia de arte religioso bárbara. Mejor dicho, el sitio más lindo de Colombia se llama Colombia. Es todo”, añadió Pinzón, quien nació el 6 de enero de 1958 y vive por un solo propósito: mostrar la riqueza de su país en fotos y videos.

Su asombro por la gente, la fauna, la flora y la abundancia hídrica de Colombia es genuino desde que era un niño en Chaguaní, Cundinamarca, donde se crio en medio del campo y ordeñando vacas de una vecina entre semana a cambio de botellas llenas de leche. Su primer viaje, en un bus de Rápido Tolima, fue más o menos en 1968, a Bogotá y por motivos de salud. La grandeza y el frío de la ciudad lo sorprendieron al igual que la sencilla solución a su malestar: un purgante.

El siguiente viaje significativo a Bogotá fue en agosto de 1974. Acababa de cumplir la mayoría de edad y llegó a la capital a ganarse la vida en el periódico El Siglo, limpiando los 12 linotipos de la redacción con trapo y petróleo. Estando allí se le reveló su destino: un maletín de cuero de uno de los fotógrafos que decía: ‘Círculo de reporteros gráficos de Colombia’. “En ese momento, yo dije: ‘Algún día voy a estar ahí’”, recordó Fili, como le dicen de cariño. A partir de entonces se encargó de hacer realidad ese sueño: estudió en el Sena, luego en la Universidad Nacional, y después puso lo aprendido en práctica como jefe de fotograbado en El Siglo.

Ese puesto en el que debutó a los 19 años lo llevó en agosto de 1980 al periódico El Tiempo, donde terminaría trabajando por más de 30 años, liderando proyectos impresos y audiovisuales como el ‘Rollo de Fili’ en City TV, que sigue mostrando a Colombia a través de la mirada sensible de Filiberto. La belleza de su país lo ha hecho llorar varias veces. “Una vez en Punta Gallinas me dio mucho sentimiento por el paisaje: era un atardecer maravilloso, hacia un lado se veía La Guajira con su desierto, hacia el otro estaba el golfo de Venezuela y una canoa a contraluz. La cosa más hermosa”. Cada vez que ve fotos de esos días se vuelve a conmover como si fuera la primera vez.

En otra ocasión, esta vez al oriente de Colombia, la emoción que lo embargó fue tan grande que no pudo disparar la cámara. “Estaba en Trinidad, Casanare, acostado en un chinchorro, mirando un árbol grandísimo. Se veía la luna cerca. En ese momento pasaba una familia de luciérnagas. Lloré muchísimo. Ha sido la única foto que no tomé. No quise. El momento fue demasiado especial y no me lo quería perder”.

Hoy, a sus 67 años, Fili está convencido de que aún le faltan muchos viajes por Colombia. Le gustaría visitar pronto Mitú, el Cañón del Güejar en el Meta y nuevos pueblos donde pueda captar la cotidianidad más simple: dos abuelos contando una historia, las risas de una cantina o la amabilidad de la gente en una plaza típica. “Los pies duelen, pero el corazón se hincha de gratitud con el dueño de la vida por darme esta profesión y no otra. Por eso quiero seguir visitando muchos pueblos más”.

Su próximo libro

Parte del trabajo de Filiberto Pinzón se puede ver en sus redes sociales en las que es conocido como @elrollodefili. En Instagram cuenta con más de 800 publicaciones; y en YouTube, ha subido más de 200 videos. “Me acabo de comprar una R6 Mark II. Es la última cámara que voy a tener en mi vida. Y tengo el dron, un osmo, un trípode y el celular para grabar en 4K. Todo queda reducido a una maletica que es con la que viajo. Pero lo más importante es lo que usted lleva en su corazón”. Fili, además, ha publicado siete libros de Colombia. Ahora está trabajando en el octavo, que será sobre el llano, con imágenes inolvidables de sus paisajes y su gente durante el invierno y el verano.