Medioambiente
Esta es la apuesta de Bogotá para respirar un aire más limpio
Dos proyectos liderados por la Secretaría de Ambiente le están cambiando la cara al suroccidente de la ciudad. Pavimentación, reverdecimiento, financiamiento, participación ciudadana y cooperación internacional hacen parte de la solución.
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En el suroccidente de Bogotá el aire que se respira refleja una de las principales deudas ambientales de la ciudad. Aquí habita un tercio de la población de la ciudad y se concentra el 40 por ciento de las emisiones de material particulado fino (PM2.5), una sustancia capaz de penetrar en los pulmones, pasar al torrente sanguíneo y aumentar el riesgo de enfermedades respiratorias y cardiovasculares.
Cada año la contaminación obliga a más de un millón y medio de personas a buscar atención médica por infecciones respiratorias agudas. De ellas, medio millón son niñas y niños menores de cinco años. La calidad del aire se ha convertido en un asunto de salud pública y, al mismo tiempo, de justicia social: las comunidades más expuestas suelen ser también las que enfrentan mayores vulnerabilidades socioeconómicas.
Ante esta realidad, Bogotá puso en marcha en 2023 la primera Zona Urbana por un Mejor Aire (ZUMA) en Bosa-Apogeo, con el objetivo de intervenir de manera focalizada las áreas más críticas.
En la práctica, esto significa pavimentar las vías de mayor impacto en la generación de polvo, reverdecer espacios urbanos y monitorear con mayor detalle la calidad del aire. Tres corredores viales ya fueron priorizados, entre ellos la paralela a la vía Villavicencio, una de las arterias más congestionadas de la ciudad. Hasta ahora se han pavimentado seis tramos, equivalentes a casi 2.000 metros cuadrados.

Además de infraestructura, ZUMA también promueve espacios de participación comunitaria y proyectos de renaturalización, con el fin de que la transformación sea sostenible en el tiempo y apropiada por quienes viven en el territorio. La ciudad espera declarar una segunda ZUMA en el primer semestre de 2026, luego de completar la evaluación ambiental, socioeconómica y de viabilidad.
Transporte de carga, el otro frente
El transporte aporta el 31 por ciento de las emisiones de PM2.5 en Bogotá, y la mitad de esa proporción proviene de camiones y volquetas que circulan con tecnologías obsoletas. Para enfrentar este problema se creó Foncarga, un fondo que financia la sustitución de vehículos altamente contaminantes por opciones de cero o bajas emisiones, como eléctricos, a gas natural o diésel Euro 6.
El programa está dirigido a propietarios de hasta tres vehículos de carga con más de 20 años de antigüedad. A través de incentivos económicos que cubren entre el 25 y el 50 por ciento del valor de un vehículo nuevo, busca acelerar el cambio hacia una flota más limpia. Además, ofrece respaldo crediticio con Bancóldex y un esquema de apadrinamiento para facilitar la inclusión de pequeños transportadores en operaciones formales.
La meta es ambiciosa, y además contempla la renovación de 195 vehículos a 2027. Según las proyecciones, la salida de esos camiones de circulación permitirá reducir más de cuatro toneladas anuales de PM2.5.
Desafío colectivo
ZUMA y Foncarga no son medidas aisladas, forman parte de un esfuerzo por mejorar la calidad del aire en Bogotá, combinando pavimentación, reverdecimiento, financiamiento, participación ciudadana y cooperación internacional.
En el suroccidente, estos programas ofrecen, además de infraestructura, un entorno que permite respirar con mayor tranquilidad. El reto es grande, pero cada tonelada de emisiones que se evita significa menos enfermedades, menos hospitalizaciones y más oportunidades de vida saludable para quienes hoy están expuestos al aire contaminado.