Sostenibilidad
Financiamiento sostenible: ¿cómo convertir los desafíos en oportunidades para la naturaleza?
Vanessa Pérez-Cirera, directora del Centro de Economía del World Resources Institute, propone alternativas para que desde los gobiernos y el sector privado ayuden a superar los cuellos de botella que sufren los proyectos de sostenibilidad.
Según el más reciente reporte de la ONU sobre el estado de la finanzas para la naturaleza (State of Finance for Nature), el flujo directo de recursos para actividades que la perjudican es de casi 7 billones de dólares anuales, mientras que las inversiones en soluciones basadas en la naturaleza es de 200.000 millones de dólares al año, un tercio de lo que se requiere para cumplir las metas ambientales fijadas a 2030.
Vanessa Pérez-Cirera, directora del Centro de Economía del World Resources Institute, explicó el panorama y las oportunidades que representan los recursos naturales para desarrollar proyectos sostenibles y de conservación ambiental.
¿Cuáles son los puntos álgidos por superar en términos de financiamiento de proyectos de sostenibilidad?
VANESSA PÉREZ-CIRERA: Hay varios cuellos de botella. Por un lado, está la falta de proyectos potentes que hablen el mismo lenguaje que los financiadores. Hacer esa traducción es clave, sin embargo, también hay que resaltar que la naturaleza tiene un valor moral que no tiene precio. Otro desafío es saber hacia dónde dirigir los recursos públicos, y cómo lograr que los gobiernos puedan gravar lo malo para financiar lo bueno, sin desequilibrar la economía. Los fondos públicos se deben enfocar en los lugares correctos, donde se pueda conseguir financiamiento privado para generar un gana-gana que le dé confianza a los inversionistas privados. Es bajarle el riesgo al sector privado.
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¿Qué pueden hacer países como Colombia para impulsar la financiación sostenible?
V.P.C.: El discurso debe ser sobre el fortalecimiento de las capacidades locales: incentivar la contratación de funcionarios públicos técnicos; crear modelos económicos correctos y entornos regulatorios adecuados para tener una visión macro que les permita saber qué le conviene al país. Esa claridad abre la puerta a conversaciones honestas con argumentos sólidos que atraen financiamiento. Los gobiernos internacionales y los actores privados deben tener claro que existe un marco regulatorio con señales políticas a largo plazo y que los recursos van a ser bien utilizados. Por ejemplo, si un gobierno va a impulsar las energías renovables en los próximos 10 o 15 años, las empresas tienen incentivos para crear parques eólicos porque saben con certeza dónde se va a invertir.
¿Y cómo incentivar la financiación privada de soluciones basadas en la naturaleza?
V.P.C.: Dentro de las soluciones basadas en la naturaleza –que son servicios ecosistémicos, pero enfocados en los problemas más acuciantes de la sociedad–, algunas tienen potencial de ser impulsadas por el sector privado. Por ejemplo, en Sierra de Minas, Guatemala, hay un proyecto exitoso de Coca-Cola que financia la restauración de la parte alta de la cuenca, para garantizar la seguridad hídrica de la compañía y las poblaciones cercanas. Es una solución basada en la naturaleza en la que el servicio está claro, los usuarios y el esquema de gobernanza también. Por ello, es fácil de financiar. No obstante, ese no siempre es el caso. Un parque público baja la temperatura de una ciudad, lo que beneficia a los habitantes del sector. Pero es difícil que el sector privado pague por ese tipo de servicios; debería hacerlo el gobierno. Entonces, depende del servicio ecosistémico.
¿Cómo más podrían buscar financiación los gobiernos?
V.P.C.: Los gobiernos deberían gravar lo malo –las emisiones de carbono, la gasolina– y usar ese dinero para invertir en proyectos que tienen un beneficio para el medioambiente y las comunidades, por ejemplo, transporte público eléctrico. Además, a un proyecto así podría sumarse el sector privado.
Uno de los grandes retos de estos nuevos modelos de financiamiento es desarrollarlos para que haya justicia climática.
¿Cómo se puede lograr que las comunidades vulnerables tengan acceso a estos recursos?
V.P.C.: La sociedad civil organizada y las ONG desempeñan un papel central para poder ayudar a las comunidades a tener las capacidades necesarias para armar buenos proyectos. Desafortunadamente, se requiere ese apoyo, aunque no debería ser así siempre. He conocido cooperativas de mujeres en temas de bioeconomía, unas en Perú y otras en Ecuador, que no necesitaban ayuda de nadie. Sin embargo, como otras comunidades sí la necesitan, con la red panamazónica de bioeconomía estamos generando intercambios de mejores prácticas. Añadiría que se requiere una inversión inicial, que debería venir del sector público nacional o internacional para generar las capacidades que permitan desarrollar una economía local fuerte.
¿Qué ventajas ve hoy para el financiamiento climático?
V.P.C.: Definitivamente es un momento oportuno para empezar a explorar diferentes instrumentos de financiamiento innovadores. Las opciones se están multiplicando. Por ejemplo, hay nuevas plataformas, entre ellas una del Banco Mundial, con cajones específicos para la bioeconomía. Además, hay muchas instancias en las que se puede generar financiamiento privado, entre ellas, bonos de carbono de alta integridad, que pueden estar compuestos por varias cosas: proyectos renovables, capacidades hacia la bioeconomía…etcétera. No obstante, para ello se necesitan proyectos sólidos y, como decía antes, ahí veo uno de los cuellos de botella.