Turismo
Isla Fuerte, el paraíso del Caribe que no deja de enamorar a los turistas
En esta isla, a solo unos minutos en lancha de Córdoba, el turismo sostenible se vive distinto: siembra de corales, liberación de tortugas y clases de champeta con grupos de jóvenes.


Suena la música —reggae de 1970, champeta— y el vaivén de las olas del mar. En Isla Fuerte, una isla coralina de tres kilómetros cuadrados situada a solo minutos de las Playas de Moñitos, en Córdoba, el aire es apacible y la vista incomparable: kilómetros y kilómetros de mar. En la orilla el agua parece verde, pero al fondo es de un azul oscuro: de una quietud espeluznante. La gente se zambulle o se asolea encima de unos planchones de madera. Debajo de este sol todo es quietud, frescura, como si el estruendo que es el mundo real lograra desaparecer.
Hans Heins —barranquillero, ojos negrisimos— ya está acostumbrado a esta postal. Llegó a Isla Fuerte luego de quebrar un negocio de cocina oculta —tiene esa fiebre emprendedora— y resolvió comenzar una nueva vida administrando La Playita, uno de los hoteles de la isla. “Ha sido loquísimo. Es todo un proyecto de vida. Empezar a dedicarle tiempo a las cosas verdaderamente importantes. Soltar todo. Liberarse”, aseguró Heins, hoy gerente comercial.

Y eso precisamente es lo que ocurre cuando se pisa La Playita. El aire y las preocupaciones cambian, y de repente lo único que importa es sumergirse en el mar, llenarse de arena y esperar el atardecer. El hotel, construido sobre una de las plataformas de coral que conforman la isla, consta de 23 habitaciones y tiene capacidad para alojar hasta 76 personas. También hay restaurante, bar, spa, cancha de volley. Pero más allá de sus amenidades, lo que realmente sorprende es su alma: su interés por proyectar a la isla.
Turismo sostenible
Isla Fuerte, un corregimiento del departamento de Bolívar, alcanza a albergar a cerca de 2.500 personas. La mayoría —porque no hay muchas opciones— dedican su vida al sector turismo. Y lo adoran: los isleños acompañan a los turistas a experiencias de ecoturismo por los manglares, recorridos por senderos ecológicos o bucean con ellos. En La Playita, por ejemplo, más de 50 personas trabajan cubriendo áreas de cocina, bar, transporte marítimo y terrestre, limpieza o entretenimiento.

“Desde el principio teníamos claro nuestro enfoque: mantener una buena relación con la comunidad”, apuntó Hans, quien destacó que el compromiso con la sostenibilidad y la protección del medio ambiente también han sido parte fundamental de la misión del hotel.
Corales sin Fronteras, un proyecto de siembra de corales con los viajeros, lo ejemplifica a la perfección. Liderado por una bióloga que se enamoró del hotel y decidió quedarse, su propósito mayor ha sido el de concientizar a los huéspedes sobre el valor de los corales para la conservación del ecosistema. “No es sembrar porque sí, sino que las personas desarrollen una consciencia sobre la vida marina. La gente piensa que son piedras, pero los corales son animales que se reproducen, viven, sufren”, aseguró Hans.
“También tenemos Nidos de Vida: nuestro proyecto de tortugas. Ya llevamos 150 tortuguitas salvadas. Lo que hacemos es trabajar con los pescadores, quienes nos traen la tortuga, que puede pesar hasta 10 kilogramos, y les entregamos 10 kilogramos de pollo. Les reemplazamos el alimento que iban a consumir”, agregó Hans.
Luego el equipo de La Playita marca a las tortugas, les toma medidas y, junto a la Fundación Tortugas del Mar, le instalan un chip para monitorearlas a largo plazo y después se las devuelven al mar.
“Isla Fuerte ha logrado mantener un perfil bajo en cuanto a turismo masivo. Esto le ha permitido a los visitantes vivir una experiencia íntima, tranquila y genuinamente conectada con la comunidad local y el entorno natural”, afirmó Heins.
Entre los demás proyectos del hotel sobresalen el apoyo a Strong Island, una escuela de cultura y baile de jóvenes que “salen adelante a través del baile y el canto”. Los sábados en la noche presentan un show de baile y los demás días están abiertos a las clases de champeta. Además, el hotel contribuye a un fondo estudiantil. “Lo hacemos para que quienes terminan el colegio al menos tengan la oportunidad de pensar en ir a alguna universidad”, añadió el gerente.

En 2024 La Playita recibió a más de 4.000 huéspedes y a más de 15.000 visitantes para estadías. El sueño, por supuesto, es seguir creciendo. “Nuestra visión es poder montar un espacio compartido, una especie de centro de investigación en Isla Fuerte con profesionales, espacios para el emprendimiento y la educación, y biólogos trabajando 24/7”, concluyó Hans, sonriente.
Lo cierto es que aquel que se atreva a perderse en Isla Fuerte, y más específicamente en La Playita, debe estar preparado para todo. Casos como los de Hans Heins —conocer el mar de Isla Fuerte, enamorarse, dejarlo todo— se repiten y se repiten. Sin parar.