Ambiente
La Fortaleza, de olla del microtráfico a huerta comunitaria en medio de Bogotá
La ciudad ya cuenta con dos huertas urbanas públicas que le apuntan a la recuperación de espacios para el disfrute y apropiación de la comunidad. En esta la comunidad puede sembrar alimentos y aprender junto a expertos cómo organizar y garantizar la sostenibilidad y productividad de su siembra.
En pleno centro de Bogotá, Helena Caro camina por las calles del barrio Santa Fe. Tras cruzar un par de cuadras llega a La Fortaleza, un predio que anteriormente era una “olla” de microtráfico y ahora es la segunda huerta urbana de la ciudad. Allí la comunidad tiene la oportunidad de aprender a producir alimentos con el apoyo de expertos. Ella es la encargada de garantizar la sostenibilidad de esta iniciativa.
Para adecuarla se demolió una antigua edificación que era utilizada como un expendio de drogas. El siguiente paso fue estudiar las alternativas adecuadas, teniendo en cuenta que generar áreas verdes en suelo duro es una tarea compleja y exigente. Fue así como el Jardín Botánico de Bogotá optó por un reverdecimiento integral y productivo, acompañado de otras obras de mejoramiento y embellecimiento del entorno, las cuales han contado con la participación de la comunidad.
“Este es un lugar diferente en medio del caos y del ruido”, comenta Caro, quien ha vivido en la zona durante casi 60 años, y destaca este espacio como un lugar para relajarse y aprender. “Te puedes desestresar para continuar el camino”, afirma entre risas.
La Fortaleza cuenta con tres contenedores donde se han sembrado especies como remolacha, repollo, perejil liso, cebollín, ajo de hoja, tomate, brócoli y canelón, entre otras. Caro destaca el acompañamiento que han tenido como comunidad en el proceso. “Los profesores del Jardín Botánico nos asesoran e indican cómo se hace todo para establecer una huerta. Desde el piso, hasta la siembra, lo cual me parece extraordinario”.
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En ese sentido, la directora del Jardín Botánico, Martha Liliana Perdomo, explica que estos espacios requieren de cuidado y trabajo permanente de la comunidad. “Con esto garantizamos el crecimiento de las plantas y la opción de poder obtener cosechas productivas en varios ciclos al año.”
Para garantizar esto, cerca de 40 jóvenes de la localidad de Los Mártires se capacitan como guías ambientales en técnicas de agricultura urbana y temas de participación, proceso que es liderado por el Instituto Distrital para la Protección de la Niñez y la Juventud (Idipron). De igual manera, junto a la Fundación Amanecer, se avanza en la vinculación de cerca de 30 niños cuyos padres trabajan y habitan en el sector para que se sumen a las actividades de embellecimiento y siembra.
Con esta iniciativa, las autoridades locales esperan que la comunidad inicie un proceso de resignificación del entorno y construcción de tejido social. “Con la pandemia la parte anímica está desbarajustada y se manifiesta en todas las cosas que están pasando en la calle”, señala Caro y destaca que estos lugares son un oasis en medio de la ciudad. “Permiten oxigenarse y distraerse, con tan solo mirar el verde de la naturaleza, ya ayuda mucho. Además son puntos de encuentros entre vecinos”.
Esta huerta es el segundo predio recuperado, luego de que el pasado mes de mayo se hiciera entrega de la huerta La Favorita, también ubicada en la localidad de Los Mártires. Al respecto, Perdomo destaca que estas acciones no solo ofrecen un nuevo rostro del centro de la ciudad, sino que transforman el imaginario de la comunidad. “Con trabajo colectivo y sentido de pertenencia es posible superar décadas de miedo e inseguridad hacia el centro de Bogotá gracias a espacios amigables y dignos”, concluye.