A menudo desde el centralismo bogotano se suele intentar imponer una narrativa sobre nuestra región. Pero la realidad es muy diferente. En el caso de nuestro departamento, por ejemplo, vivimos lo que he denominado ‘La Paradoja del Valle del Cauca’. Por un lado, somos la región que más reduce la pobreza en Colombia, con un índice histórico del 60.5% en la Pobreza Multidimensional, sacando a más de 400.000 personas de esa trampa de carencias. Mientras el país enfrenta incertidumbre, nuestra economía crece al 3.1%, superando el promedio nacional del 2.7%, y bajamos el desempleo al 8.1%, reduciendo también la informalidad.
Pero al tiempo, enfrentamos el abandono estratégico y el castigo presupuestal sistemático por parte del Gobierno nacional. Y debo decir que el origen de este bloqueo son las diferencias políticas que este Gobierno tiene conmigo. Los ataques personales y políticos que he recibido no son contra Dilian Francisca Toro. Se está torpedeando el desarrollo de una región entera por una miopía política que se convierte en una barrera para el bienestar de 4.5 millones de ciudadanos.
Y no es una simple percepción. ¿Cómo es posible que, pese al desafío que tenemos por la expansión de grupos armados y el terrorismo, el Gobierno nacional recorte recursos de Defensa y Policía para el Valle en el presupuesto de 2026 dejándonos solos frente a una amenaza nacional?.

Además, hay un patrón sistemático de bloqueo contra nuestra infraestructura crítica: el Acueducto de Buenaventura, una deuda histórica y humanitaria, sigue sin la priorización urgente que requiere. El Dragado de Buenaventura, para mover el 42% del comercio exterior no minero del país, fue excluido del presupuesto nacional por segunda vez consecutiva.
Así mismo, La Vía Mulaló-Loboguerrero sigue paralizada, con $2 billones congelados en fideicomisos, sin una gestión nacional decidida para destrabarla. El Aeropuerto ‘Alfonso Bonilla Aragón’ vio vencer sus tiempos sin que la Nación publicara la licitación, perdiendo una oportunidad de inversión de $4.2 billones. Esto es una decisión deliberada de frenar al Valle.
Pero la gota que rebosó la copa es el Tren de Cercanías. Hicimos la tarea completa: tenemos factibilidad técnica y fiscal al 100%. La región, unida aseguró su 30% de los aportes. Y, sin embargo, recibimos un ‘No’ rotundo, justificado públicamente por el presidente como una represalia política porque la bancada vallecaucana no vota sus reformas.
Pero no conocen el ADN del vallecaucano. Hay una lección de estrategia antigua que hoy debe ser nuestro estandarte: la del águila y el cuervo. El cuervo es el único pájaro que se atreve a picotear al águila; se sube a su espalda y muerde su cuello. Sin embargo, el águila no responde, no pelea, no gasta tiempo ni energía en el cuervo. Simplemente abre sus alas y empieza a elevarse más y más alto. Cuanto más alto vuela el águila, más difícil es para el cuervo respirar, hasta que cae por falta de oxígeno.

El Valle del Cauca es esa águila. No vamos a gastar nuestra energía en disputas estériles. Nuestra respuesta a los ataques será elevar el nivel respondiendo con inversión social y de infraestructura.
Mientras ellos recortan, nosotros invertimos $174.000 millones para blindar la seguridad de los vallecaucanos. Mientras ellos bloquean, nosotros destinamos más de $600.000 millones para transformar nuestras vías secundarias y terciarias, conectando el campo con las oportunidades. Mientras ellos paralizan, nosotros aseguramos más de $180.000 millones en vivienda y agua potable, cerrando las brechas sociales más dolorosas. Mientras ellos restan, nosotros sumamos más de $200.000 millones en infraestructura educativa y deportiva, construyendo el futuro de nuestros jóvenes. Mientras ellos prometen, nosotros invertimos más de $45.000 millones para apoyar a 6.000 emprendedores y comerciantes de la región.
Es un plan que generará más de 130.000 empleos de calidad y que será el viento que impulsa nuestras alas, porque nuestra capacidad de vuelo no depende de voluntades ajenas, sino de nuestra propia fuerza, de nuestra gestión y de nuestra unidad.
Por eso, invito a todos los vallecaucanos a que volemos alto. Dejemos que los ataques se queden abajo, donde no hay visión ni futuro. Nosotros nos enfocaremos en lo importante: en crecer, en unirnos y en demostrar que, en el Valle del Cauca, mientras otros hablan, nosotros trabajamos de corazón y cumplimos.









