Regiones
La planta que le devolvió la esperanza al Catatumbo
Hace 22 años, en el corregimiento Campo Dos del municipio Tibú, se sembró la primera planta de esta especie en Norte de Santander. Dos décadas después, su producción se ha expandido por el territorio y hoy es vital para la economía regional.
Unos 106 palmicultores de Norte de Santander, entre pequeños (96) y medianos productores (seis) de la región, decidieron unirse en 2011 para crear la primera planta extractora de palma de aceite del Catatumbo.
Con un crédito del Banco Agrario lograron materializar la idea en cerca de cuatro años. En 2015 inauguraron la infraestructura, que ocho años después alcanzó 45 toneladas hora de capacidad. Hoy, el número de asociados de Palmicultores de Norte (Palnorte) llega a 220 y solo el año pasado esta planta produjo 60 mil toneladas de aceite.
“La planta extractora de palma de aceite se encuentra en Tibú, a unas tres horas de Cúcuta. Cuando abrió teníamos 70 empleados. Hoy somos unos 250: 95 % del municipio. Actualmente, el departamento cuenta con cinco extractoras más”, contó Mauricio Vargas Giraldo, gerente de Palnorte.
Para el empresario, crecer en la región ha sido todo un desafío, debido al abandono histórico del Estado y a los cultivos de coca. Sin embargo, disfrutar la impresionante belleza y riqueza natural de la región ha sido un verdadero privilegio.
La palma de aceite es hoy un renglón grande e importante de la economía; en área sembrada, ya superó al arroz (25.000 hectáreas). El 70 % de la producción cubre el mercado nacional (biodiésel, comestibles, jabonería) y el 30 % se va a exportación.
De acuerdo con la Federación Nacional de Cultivadores de Palma de Aceite (Fedepalma), el departamento de Norte de Santander representa el 8,1 % de la producción nacional con 148.922 toneladas.
La palma del progreso
A principios de 2010, en Campo Dos, un corregimiento del municipio de Tibú, solo había una calle principal, con pocas casas, a la que se llegaba luego de atravesar un puente.
“Hoy hay muchos barrios, 45 veredas, en su mayoría invasiones. De acuerdo con el último censo, conviven cerca de 10.000 personas. Ya tiene pinta de municipio y todo eso lo ha generado en buena parte la palma”, comentó Vargas. A pesar del crecimiento, también es cierto que de esas 45 veredas mencionadas por Vargas, “su mayoría son invasiones”.
Además de empleo, la palma llevó esperanza a este territorio golpeado por la violencia.
La palma de aceite llegó al Catatumbo a través de un programa de restitución de coca en Norte de Santander, liderado por la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid), durante el gobierno del presidente Andrés Pastrana.
El programa arrancó con cerca de 1.000 hectáreas y a los tres años había cerca de 10.000 hectáreas sembradas. Hoy, 22 años después de haberse sembrado la primera palma en el territorio, se estima que hay unas 35.000 hectáreas sembradas, lo que demanda unos 5.844 empleos directos. De acuerdo con Vargas, para sostener seis hectáreas de palma se necesita un trabajador directo por 30 años.
“Aquí el modelo de la palma es totalmente diferente al del resto del país. Tenemos más de mil palmicultores pequeños. Por ejemplo, yo todavía soy mediano, y muchos pequeños han crecido y ya son medianos. Muchos de ellos arrancaron con siete hectáreas y media que recibieron a través del programa de Usaid”, detalló el gerente de Palnorte.
El potencial de siembra de palma en Norte de Santander es mayor y comprende los cerca de 57 kilómetros que hay de Tibú a La Gabarra. “El problema es que hay 40 mil hectáreas de coca en Norte de Santander. Con esto no quiero decir que sirvan para palma, pero sí una buena parte”, opinó el palmicultor, quien agregó que el Catatumbo es muy fértil. Hubo una época en la que había tantos campesinos sembrando piña, que había que regalarla. Se llegó a vender cinco piñas por 5.000 pesos.
Si bien la palma genera buenas ganancias, el problema es que, como muchos cultivos, demanda tiempo antes de despegar, unos cuatro o cinco años antes de comenzar a ver ganancias, “y además de paciencia, la mayoría de las veces no se cuenta con recursos para financiar la espera”, apuntó el gerente del Palnorte.
El otro reto tiene que ver con la conectividad terrestre, que hace que el sector no sea tan competitivo.
Adicionalmente, los recursos provenientes de la palma han tenido impactos sociales directos como parte de los compromisos que asumen las empresas con las comunidades de influencia. En el caso de Palnorte, se han apalancado en el fútbol para cultivar valores a unos 300 niños de siete escuelas, distribuidas en diferentes veredas del municipio Tibú.
“Nuestro lema es que cada niño que entra a la escuela se lo estamos quitando a la guerra. Recientemente, llegamos a un resguardo indígena que ni sabíamos que existía, llamado Karicacha Boquira, ubicado en las entrañas del Catatumbo. Tuvimos que llegar a La Gabarra, de donde partimos dos horas en lancha hasta el lugar”, advirtió Carlos Rodríguez, director de Sostenibilidad de Palnorte.
Para William Villamizar Laguado, exgobernador de Norte de Santander, solo el éxito de un proceso de paz “ayudaría a que toda esa zona, golpeada por la inseguridad y la violencia, pero rica en palma, además de ganado, minería y pesca, pudiera salir adelante y generar riqueza y oportunidades en el territorio”, concluyó.