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La sirena vallenata: esta es la fascinante historia que disparó el turismo en el río Guatapurí, en Valledupar
La enorme estatua dorada cumple 30 años como símbolo de una leyenda que impulsó la fama del Guatapurí. Todavía se ven procesiones de quienes marchan hacia el río buscando la única sirena de agua dulce del mundo.
Colombia es una tierra de mitos y leyendas. Desde épocas prehispánicas, estos relatos han hecho parte de nuestra tradición oral y escrita.
Una de estas historias fascinantes nació a orillas del río Guatapurí, en Valledupar, y hoy no solamente sorprende a quienes visitan la ciudad, sino que se ha convertido en un curioso atractivo turístico.
Tomás Darío Gutiérrez, historiador de la Universidad del Cesar, cuenta que esta leyenda de la única sirena de agua dulce del mundo es en realidad la historia de una joven rebelde, cuya desobediencia a sus padres desencadenó una transformación extraordinaria.
“Se dice que un Jueves Santo, una hermosa joven que vivía en el barrio Cañaguate, decidió ir a bañarse al Guatapurí. Como era un día sagrado, ir a nadar era considerado un pecado grave y su madre le prohibió hacerlo, pero ella desafió la tradición. Saltó de una gran piedra en el balneario de Hurtado y se sumergió en las aguas del río, pero al intentar salir descubrió que se había convertido en sirena”.
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Muchos creyeron que la joven murió ahogada, pero al amanecer del Viernes Santo apareció sobre la roca desde la que había saltado.
Desde entonces, se dice que se aparece solo a los hombres los jueves en la noche y su figura se ha convertido en un símbolo de la región, representado en una gran escultura en el río Guatapurí.
“La sirena vallenata es uno de los capítulos con mayor riqueza de nuestra cultura, especialmente en el campo de la oralidad y la creación, debido a la gran cantidad de cuentos y mitos que a lo largo del tiempo se han tejido alrededor de ella. La historia de un episodio de desobediencia de una joven hacia su madre ha generado, durante muchas décadas en nuestra sociedad, un ejemplo real de los valores de respeto y obediencia en la relación entre padres e hijos”, explicó la jefe de la Oficina de Cultura de Valledupar, Yanelis González.
“Una de las características de nuestro pueblo es que ha sido susceptible a creer ese tipo de historias que entremezclan la realidad con la fantasía. Aquí también se contaba la historia de la Llorona, el peje Nicolás, que es una especie de hombre pescado, el sigurcito, pero nunca a otro mito se le dio tanta abnegación, tanta fe, como a la sirena de Hurtado. Yo, personalmente, cuando niño, vi al pueblo entero marchar los jueves hacia el balneario Hurtado para ir a ver a la sirena, todo el mundo iba a buscarla y muchos regresaban diciendo que la habían visto”, recordó Gutiérrez.
Esta mezcla de ficción y realidad ha sido clave en la inspiración del folclor y la cultura de la región Caribe, incluso afirmó Gutiérrez: “De ahí nació un gran motivo de orgullo para los colombianos, como fue el realismo mágico de Gabriel García Márquez”.
El monumento
En homenaje a esta leyenda, en 1994 se inauguró en el balneario Hurtado, a orillas del río Guatapurí, en Valledupar, una escultura dorada de fibra de vidrio, de dos metros de ancho por cuatro metros de alto.
Una obra del maestro Jorge Maestre, que este año cumple 30 años. Desde entonces, este lugar se ha convertido en un atractivo turístico y un emblema para la cultura valduparense.
“Es un punto obligatorio de visitar, tanto para nuestros turistas como para las mismas personas nacidas en Valledupar. Esta expresión cultural cada día enriquece más nuestra identidad debido a que la leyenda de la sirena ha trascendido generaciones, arriesgándose en el imaginario colectivo vallenato y convirtiéndose en un relato emblemático de la región”, concluyó González.