Desarrollo urbano
Metro de Bogotá: así impactará la primera línea la valorización de inmuebles en su zona de influencia
Especialistas coinciden en que la primera línea impulsará la construcción de vivienda en la zona. Incluso, algunos aseguran que después de las obras podrían repuntar los valores de los inmuebles.
Si las previsiones se cumplen, en 2028 Bogotá se convertirá en la ciudad número 24 de América Latina y el Caribe en tener metro. Actualmente se construye la primera línea que, según el Distrito, registra, a corte del 30 de junio, un avance del 35,73 por ciento. Tendrá una longitud de 26,7 kilómetros con 22 estaciones ubicadas entre Portal Américas, al occidente de la ciudad, y la calle 100, en el norte, que cubre nueve localidades. Esta obra de ingeniería es un hito de la infraestructura nacional que transformará la capital del país y que desde ya tiene un gran impacto.
Properati, portal inmobiliario argentino con cobertura en América del Sur, reveló que en el primer trimestre de 2024 el precio promedio del metro cuadrado para la venta registró una variación positiva en 39 de los 60 barrios aledaños a la obra, mientras que en 21 fue negativa. Pero más allá de esta dinámica del mercado inmobiliario, los expertos consultados coincidieron en señalar que este proyecto es una oportunidad de desarrollo urbano organizado.
Según Edwin Chiriví, gerente de Camacol Bogotá y Cundinamarca, “en el tema inmobiliario se espera que sea un detonante de nuevas zonas de generación de equipamientos y vivienda”. Si bien la fase de construcción genera impactos que dificultan la vida cotidiana, en la fase de operación se prevé que la oferta inmobiliaria se adapte a las nuevas condiciones que traerá esta obra y aquí Chiriví habló de un segundo impacto con la consolidación de usos mixtos por zonificación.
“Por ejemplo, en las manzanas localizadas inmediatamente al frente de las estaciones se cumplirán las condiciones para la aparición de usos comerciales o dotacionales aprovechando la gran escala de circulación peatonal. Mientras que manzanas no directamente enfrentadas con menor tránsito de personas, pero muy cercanas al metro, podrían ser aptas para aumentar la oferta de vivienda”, aseguró.
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Para Andrés Mauricio Martínez, presidente ejecutivo de la Lonja de Bogotá, “el desarrollo del metro debe ser visto no como una línea de infraestructura de movilidad, sino como un desarrollo urbanístico integral que tiene asociado procesos de renovación urbana y que traerá consigo construcción de edificaciones orientadas a nuevas unidades de vivienda”. Martínez plantea que aunque las obras de infraestructura tienen importante influencia, no siempre generan incremento en el valor y si se producen “dichos aumentos no son tan altos como se suele especular” porque toda esta dinámica depende de múltiples variables del mercado.
Finalmente, Jorge Iván Rincón, abogado y profesor de la Universidad Externado, indicó que “desde la configuración de la ciudad, la construcción de la línea del metro constituye una infraestructura que condicionarán en los próximos años las dinámicas de transformación del suelo urbano”. En su opinión, este proceso implicará la reconfiguración del espacio, especialmente en el trazado de la obra, lo cual permitirá la construcción de un mayor número de unidades habitacionales, factor que cambiará el índice de edificabilidad en la ciudad.