Entrevista
¿Por qué se parece Boyacá a Suiza, Noruega y Dinamarca?
El departamento sigue siendo uno de los más seguros del país: hay municipios en los que no hay homicidios desde hace más de 20 años. Carlos Amaya, gobernador de Boyacá, aseguró que esto es un impulso para la inversión y el turismo.
En el sector agropecuario y rural sigue estando la mayor posibilidad de desarrollo de Boyacá. Por eso, hacia allá está orientado el segundo periodo de Carlos Amaya al frente de la gobernación del departamento. Adicionalmente, Amaya tiene previsto iniciar grandes proyectos como el tren de mediana velocidad, el centro de ciencia, el centro logístico y de transformación de Duitama, y el aeropuerto de carga de Sogamoso.
“Los vamos a empezar a planear y organizar, y van a quedar en el Plan de Desarrollo”, advirtió.
¿En qué concentrará esfuerzos y recursos durante este primer año de gobierno?
CARLOS AMAYA: Tiene que ver con mi esencia, mi historia de vida, la vocación de Boyacá y la reciente elección. Nací en una familia campesina y crecí viendo los abandonos del Estado colombiano a la población campesina. De hecho, me tocó ser testigo de la quiebra de mi abuelo a principios de los noventa, quien después de la apertura económica de César Gaviria quedó sin cómo volver a sembrar cebada de trigo de maíz. De primera mano, conozco la realidad de los productores. Para mí son muy importantes sus valores, las dificultades, lo que en general viven los campesinos cotidianamente en Boyacá.
¿Cuáles son sus mayores dificultades?
C.A.: Se les presentan problemas serios cuando se trata de pedir un crédito, la falsa tradición, la titulación de tierras y la falta de apoyo en la comercialización, en las vías, los distritos de riego, acueductos y la vivienda rural.
¿Hacia dónde estarán dirigidas las inversiones?
C.A.: En este primer año, el 80 % de la inversión disponible del departamento se va a dirigir hacia el sector rural, visto no solo como sector agropecuario, sino como la posibilidad que tiene de generar un bienestar campesino, mejores condiciones de vida, disminuir los índices de pobreza y fomentar un desarrollo en los servicios públicos.
¿Qué proyectos se van a priorizar para lograr todo esto?
C.A.: La construcción de placa huellas, distritos de riego, acueductos, un gran programa de vivienda rural y maquinaria verde, además del impulso a la asociatividad de los campesinos, a la gasificación rural, que es muy importante, a electrificación rural, la iluminación de sectores rurales, de centros poblados o inspecciones de Policía, que nos permitan potenciar el renglón económico que tiene que ver con la ruralidad. Considero importante aclarar que, con todo esto, buscamos el beneficio no solo de la producción de comida en el departamento, también del turismo y el ecoturismo, otro renglón económico relevante.
¿Cuáles son los mayores retos que enfrenta en este segundo periodo como gobernador?
C.A.: Según encuestas, en Bogotá podría haber más de 2.5 millones de personas que tienen relación directa con Boyacá. Esa población quisiera vivir en Boyacá, pero aquí no hay empleo. Este es un departamento que tiene mucho talento humano, personas con altas capacidades. Por eso los boyacenses son bastante apetecidos como mano de obra en todo el país, entonces necesitamos mejorar el empleo, crear oportunidades para que ese talento bien preparado se quede o retorne.
¿Cómo piensa hacerlo?
C.A.: Uno de los grandes problemas de la política boyacense es que el mayor empleador de Boyacá es el sector público, y eso en cualquier sociedad es una equivocación. Por eso, la respuesta es aumentar la productividad y la presencia de empresas, para generar más empleo de calidad y formal, y estimular la generación de riqueza.
La articulación con el sector privado es fundamental…
C.A.: Una de las cosas más importantes que hice en la campaña presidencial, además de haber sacado una votación crucial, es estar en el radar del empresariado colombiano. Por ejemplo, le hablé a Carlos Enrique Cavelier, presidente de Alquería, sobre la necesidad de construir una planta pulverizadora de leche.
Cuando hay sobreproducción y escasa demanda, la leche se pierde. En muchos casos, los campesinos tienen que botarla. Si logramos pulverizar esa leche, podríamos estabilizar el precio y garantizar que siempre se esté comprando. Ese es un proyecto que quisiera sacar adelante.
También hablé con Bavaria para decirles que vamos a sembrar cebada. En dos o tres años podrán ver los campos doraditos, listos para atender la demanda; como dice su presidente, Sergio Rincón, podrá tomarse una cerveza con cebada boyacense. ¿Cuánto le vale a Bavaria el transporte para traer cebada de Canadá o de Argentina? Un montón de plata, y estamos seguros de que estarán mucho más felices de poder comprarla acá. Además, tengo una cita con la organización Ardila Lülle para manifestarle nuestro deseo de tener plantas de producción de jugo. En Boyacá tenemos mucha fruta y un exceso de producción.
¿Por qué Boyacá es un lugar atractivo para invertir?
C.A.: En Boyacá estamos listos para construir todas las condiciones necesarias para que los empresarios puedan invertir y se sientan tranquilos de que sus inversiones van a estar en un lugar seguro. Acá no estamos con la idea de radicalizar, ni de pelear, ni de polarizar el país, sino de construir. Acá el sector privado no es un enemigo, por el contrario, es un gran aliado para la generación de riqueza. Tenemos talento humano capacitado, servicios públicos y materia prima, y un ecosistema empresarial disponible para que puedan hacer un relacionamiento, anclaje y encadenamiento productivo que permita que también los pequeños productores puedan ganar.
¿Cómo atraer más empresas para garantizar ese crecimiento económico?
C.A.: Durante mi primera gestión (2015-2019), llegó una exportadora de uchuvas a Boyacá, a la que ayudamos con beneficios tributarios. Hoy, la empresa, que opera en el Parque Industrial de Tunja, exporta 100 toneladas mensualmente y les compra directamente a los productores; incluso, está pensando en darles un salario mensual con todas las prestaciones a los campesinos. Sin duda, el renglón económico con mayores posibilidades para disminuir la pobreza es el sector agropecuario. También es fundamental poder organizar el territorio, para desarrollar el turismo y generar los ingresos que el departamento necesita para crecer económicamente.
La seguridad es importantísima para atraer inversión al departamento. ¿Boyacá sigue siendo el departamento más seguro de Colombia?
C.A.: Sí, todavía conservamos ese honroso reconocimiento. Aquí hay municipios donde, desde hace 20 años, no se reporta un homicidio. Los indicadores a nivel departamental son comparables a Dinamarca, Noruega o Suiza. Sin embargo, hay que reconocer que hemos venido teniendo en los últimos años un deterioro en la seguridad. Desde ya estamos trabajando y tomando decisiones en este sentido, para articularnos con la fuerza pública, los alcaldes y hacer consejos de seguridad permanentes.
Usted creció en una zona de influencia minera. ¿Cómo está el sector en este momento en el departamento?
C.A.: Lo primero que voy a decir es que yo soy un defensor de la minería. Podría sonar mal de alguien que viene del Partido Verde, pero yo tengo que ser coherente con la comunidad del departamento de Boyacá, que depende en gran parte del sector. Hoy, 35 municipios boyacenses dependen de manera directa de la minería; sin minería, no tendrían manera de existir. Así que hay que defenderla, por supuesto, una minería bien hecha, que no se haga en páramos o acuíferos.
¿Cuál es su posición sobre la transición energética que propone el Gobierno?
C.A.: Estoy de acuerdo con la transición energética, pero planificada por lo menos a 20 años. Estamos exportando carbón y hay que aprovechar esa renta para poder hacer un tránsito hacia exportar alimentos, por ejemplo, sustituir economías por turismo, por agricultura. Hacía allí es donde creo que tenemos que enfocar la discusión. Muchos mineros me dicen que no puede ser que los traten como narcotraficantes, y efectivamente tengo que decir que aquí hay una actividad legal, legítima, que es de tradición y que debe ser respetada, que hoy nos genera rentabilidad, que puede ser utilizada para sustituir la economía en el futuro.