Sostenibilidad
¿Qué hacer con una batería de carro en desuso? Gracias al ingenio colombiano, un gigante automotor sueco hoy tiene una solución
Lo que antes impulsaba un vehículo híbrido enchufable de Volvo en Colombia, ahora alimenta la cocina comunitaria de Nashira, una ecoaldea liderada por mujeres ubicada en Palmira, Valle del Cauca.

Bárbara Orjuela recuerda la primera vez que se acercó a la finca que le cambió la vida. La tierra olía a una mezcla de naranjas, mandarinas y limones. Hacía calor, y desde una casa cercana se oían risas de mujeres. Era sábado por la tarde y ella venía de trabajar en una panadería, con el cuerpo cansado y las manos cubiertas de harina.
“Pasaba y escuchaba que había un grupo de mujeres allá, que se reunían. Al principio pensé que era como un club”, contó. Se animó a entrar y desde entonces no se fue.

Así empezó su historia en Nashira, una ecoaldea comunitaria ubicada en un corregimiento de El Bolo San Isidro, en Palmira, Valle del Cauca, donde 88 mujeres cabezas de hogar, muchas desplazadas por la violencia, han construido un proyecto de vida basado en el cuidado mutuo, la sostenibilidad y, más recientemente, la energía solar.
Bárbara vivía en el salón de una escuela, dos kilómetros más abajo. No tenía casa propia, pero con sus manos levantó una con escombros. Criaba sola a su hijo y limpiaba el lugar como forma de pago. La violencia la había echado de Pradera, su tierra natal. “Yo llegué a Nashira buscando otra manera de vivir. Sin saberlo, encontré una nueva forma de ser”, dijo.
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Una historia de transformación, impulsada por una nueva energía
Lo que comenzó como un espacio para conversar los fines de semana, pronto se transformó en un semillero de aprendizaje. Con el tiempo, se sumaron universidades, programas sociales y proyectos productivos con gallinas y reciclaje. Y en 2022, apareció un factor que marcaría un antes y un después para Bárbara y muchas otras mujeres: la energía del sol.
“Llegó Dynamo Projects, un grupo que venía a enseñarnos sobre energía solar. Doce mujeres participamos en la convocatoria. No entendíamos mucho al principio. Pero luego supimos que no venían a poner paneles y ya. Venían a sembrar conocimiento”, recordó.
Durante ocho meses, Bárbara se formó como multiplicadora de energía solar. Aprendió de sistemas fotovoltaicos, instalación, mantenimiento, pero también de organización comunitaria, sostenibilidad y liderazgo. El proyecto no solo iluminó techos: encendió convicciones.
“Yo llegaba a mi casa y le contaba a mi papá. Él no creía. Me decía: ‘¿cómo esos paneles van a prender un televisor?‘. Hasta que vino al taller, nos escuchó hablar, y al final se paró y nos bendijo a todas. Eso fue muy grande para mí”, contó.

Desde su llegada, Dynamo se integró a la lógica de la comunidad. Efectivamente, como contó Bárbara, no impuso tecnología, sino que construyó saberes junto a ellas. No buscaban instaladoras, sino lideresas; mujeres capaces de transformar no solo cables, sino realidades.
“Lo más difícil no fue lo técnico, sino encontrar a quienes entendieran la responsabilidad de ser parte de una iniciativa como esta. Que vieran que al estar allí, estaban abriendo camino para otras”, explicó Héctor Peñaranda, fundador y director general de Dynamo Projects.
Dynamo Projects es una organización transnacional dedicada a acelerar la transición energética en comunidades rurales. Su modelo de intervención se enfoca en empoderar a las mujeres a través de la capacitación en tecnologías sostenibles, creando grupos de multiplicadoras de conocimiento que, además de instalar sistemas solares, transforman la dinámica comunitaria hacia la sostenibilidad.
En la actualidad, Bárbara lidera un proyecto ambiental. Junto a otras tres mujeres mayores, recorre el corregimiento recogiendo reciclaje en colegios, droguerías y casas. Usan un motocarro eléctrico y separan el material en el centro de acopio que construyeron.
“Es poquito lo que ganamos, pero es limpio. Es trabajo digno. Es algo que nos mantiene vivas y útiles”, comentó sobre esta iniciativa que hace parte de uno de los 11 núcleos productivos de la comunidad.

Hoy sus dos hijos son profesionales: uno es soldador electromecánico, el otro trabaja en sistemas electrónicos. “Yo no tuve universidad, Nashira fue la mía; y ahora, gracias a eso, mis hijos sí pudieron tener la suya”.
La batería que encendió una comunidad
Esa claridad, esa energía interna, encontró un impulso inesperado gracias a una batería. Una que alguna vez estuvo dentro de un Volvo híbrido y que, en vez de desecharse, encontró una segunda vida gracias a una alianza entre Volvo, BATx y Dynamo.
Juntas, estas organizaciones decidieron convertir una batería en desuso en una fuente de poder para el comedor comunitario de Nashira (otro núcleo productivo) y, de esta manera, contribuir a la reducción de emisiones y de residuos.
Ahora, cuando se interrumpe el suministro eléctrico en esta comunidad del Valle del Cauca —algo común en zonas rurales donde la energía no siempre está garantizada—, una nevera puede seguir funcionando y conservar los alimentos.
Ahora, más de 80 familias, incluida la de Bárbara, se benefician de este proyecto, que demuestra que una batería puede mover mucho más que un carro: puede encender el cambio en una comunidad:
“Buscábamos extender la vida útil de una batería que había sido utilizada en capacitaciones técnicas en nuestros talleres luego de salir de circulación. Sin embargo, lo que encontramos fue una comunidad que nos enseñó que la energía también se siembra”, resumió Nicolás Olarte, gerente de posventa de Volvo y líder de la iniciativa.
Claudia Bahamón y Harry estuvieron en Nashira con Volvo, sumando su apoyo a un proyecto que fusiona sostenibilidad y comunidad, impulsando el cambio social.

Detrás de este cambio hubo una pregunta clave: ¿qué hacer con las baterías cuando dejan de ser útiles para los automóviles? La respuesta, para Volvo, fue clara desde el principio.
“Sabíamos que encontrar una nueva vida para estas baterías sería clave. Fue un proceso de investigación que nos llevó a colaboradores como Dynamo y BATx, que hicieron posible esta iniciativa. Algo tan pequeño como una batería se convirtió en algo mucho más grande. Y este esfuerzo no solo es significativo para nosotros como marca, sino que tiene el potencial de replicarse en otros países”, afirma Alberto Telch, gerente general de Volvo en Colombia.
Ingenio paisa
Pablo Castellanos, cofundador y director de Alianzas de BATx, explicó cómo surgió esta innovadora solución. “Comenzamos con el diagnóstico y reacondicionamiento de baterías. Lo que antes solo formaba parte de un vehículo, ahora tiene una nueva vida que beneficia a las comunidades”, señaló
La tecnología de iones de litio utilizada originalmente en los vehículos híbridos de Volvo tenía una duración de hasta diez años en carretera.
“Nosotros podemos duplicar ese ciclo de vida cuando la reacondicionamos para sistemas de almacenamiento de energía, como ocurre en Nashira. No solo extendemos su vida útil, sino que logramos que sea más competitiva en costo y de mayor calidad que muchas baterías de primera vida importadas para energía solar”, añadió Castellanos.

Fue así como la batería de un Volvo fue usaba para recolectar energía de los paneles solares que Bárbara y su comunidad habían instalado.
Con esta experiencia, la marca reafirma que su estrategia no solo apunta a electrificar autos —su propósito superior desde 2023—, sino vidas. “Este es el tercer proyecto social que nosotros hacemos para impulsar la comunidad en Colombia”, comentó Ángela Bolívar, gerente de mercadeo de Volvo.
Un modelo verdaderamente circular
Nashira ahora sueña con convertirse en una comunidad energética: generar, almacenar y vender energía solar. Este sueño se alimenta de la filosofía del #RetoIluminaAColombia de Volvo, una iniciativa que no solo busca encontrar nuevas vidas para las baterías en desuso, también sembrar energía donde más se necesita.
El proyecto busca que las mujeres, como Bárbara, no solo enciendan una luz, sino que generen una cadena de energía, creando una red que inspire la construcción de futuros sostenibles. Nashira es el inicio de este modelo que, a través del reciclaje de baterías y el empoderamiento comunitario, construye un camino hacia la autosostenibilidad en el Valle del Cauca y más allá.
Para Castellanos, este proyecto no solo representa una solución energética para una comunidad rural; también abre la puerta a un modelo verdaderamente circular.
Con una visión a largo plazo, el representante de BATx resaltó que en este proyecto la sostenibilidad va mucho más allá de reutilizar baterías. “Estas baterías de iones de litio están compuestas de metales y minerales que se pueden reciclar en más de un 90 % a escala industrial”, explicó.
“Esto nos permite crear un ciclo de vida circular, donde la batería comienza en la movilidad, pasa a ser parte de la energía solar y eventualmente se recicla. De esta manera, nos alejamos de la minería y avanzamos hacia una sostenibilidad real. Este es un camino que ya hemos comenzado a recorrer en Colombia, siendo pioneros en la región”, concluyó.
Lo que empezó como una batería, hoy alimenta mucho más que una nevera. Un nuevo comienzo para Nashira y para Volvo, que podría expandir esta iniciativa a otros destinos.