Especial Lucha contra el cáncer
¿Qué no decir y cómo actuar cuando a un ser querido le diagnostican cáncer?
El terapeuta neural y acompañante de duelos Jorge Gómez Calle comparte algunas herramientas para gestionar las emociones cuando se convive con el cáncer.
¿Qué aspectos son claves cuando se recibe la noticia de un diagnóstico de cáncer?
Jorge Gómez Calle: Que haya una red de apoyo que no juzgue, no presione, se eduque sobre todo lo que viene y le haga saber al paciente que lo van a acompañar, independientemente del resultado. Lo primero que hay que hacer es quitarle el diagnóstico de la cabeza, es decir, dejarle el tema del cáncer a los médicos, y ayudar al paciente en sus cosas del diario, no desde una visión que se enfoca en el sufrimiento o en la muerte, sino estando presente y apoyando, un día a la vez.
¿Cómo manejar todas las emociones que afloran en esos momentos?
J.G.C.: Las que predominan son la rabia, la frustración, la impotencia, la angustia y la culpa, por encima de la tristeza. A cada emoción hay que darle su espacio, pues las personas tienen todo el derecho a sentirlas. Lo importante es expresarlas, transformarlas y no tratar de estar contento o feliz todo el tiempo.
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¿Cuál es la mejor manera de acompañar a un ser querido diagnosticado con la enfermedad?
J.G.C.: Cuando a las personas les entregan su diagnóstico de cáncer, por lo general entran en una fase de profundo silencio que se demora entre 7 y 14 días. Entonces lo primero es darles tiempo para que piensen. Las personas cercanas al paciente pueden prepararse para acompañarlo desde diferentes esferas, generando el menor ruido posible. Por eso, es clave que a nivel espiritual no haya presión; que a nivel social lo rodeen únicamente los más cercanos; y que a nivel mental no se presione con los tratamientos. La compasión debe ser una acción y esto significa ayudar al otro a que no sufra.
Y en el caso de que el paciente sea un niño o joven…
J.G.C.: Los niños evitan decir si tienen dolor o miedo para no preocupar a los papás, por eso es importante decirles que, si tiene algún síntoma, no lo callen. Es clave no pensar en el ‘enfermo de cáncer’ sino en el niño que tiene sueños; hay que dejar que siga siendo niño, en la medida en que sus capacidades físicas lo permitan. También evitar creer que un niño con cáncer es un maestro, pues no se debe presionar para que siempre esté feliz o enseñando. Lo importante es la sensación de no ser abandonados y que siempre los vamos a acompañar, pase lo que pase.
¿Cómo preparar a los niños cuando un familiar cercano sufre la enfermedad?
J.G.C.: El principio fundamental es la verdad. En los pequeños se puede utilizar la expresión ‘muy muy enfermo’ para que entiendan que no es solo una gripe, sino que es una enfermedad mayor. No se les debe ocultar la enfermedad porque si el paciente fallece, será difícil de procesar. En la medida de lo posible, también funciona llevarlos a terapia de ayuda psicológica para manejar el duelo anticipatorio.
¿En qué consiste ese duelo anticipatorio?
J.G.C.: En empezar el proceso de duelo antes de la pérdida real. Como somos una sociedad negadora de la muerte, pensamos que hablar de la muerte es invocarla, pero lo importante de hablar del tema es que nos puede preparar. No se debería esperar a tener un diagnóstico de la enfermedad para hablar de esto.
¿Qué comentarios es mejor evitar con los pacientes?
J.G.C.: Clave no presionar con tratamientos alternativos, no intentar nuevas espiritualidades y, sobre todo, no buscar culpas. Se deben evitar frases como “tienes que ser testimonio de amor”, “tienes que ser valiente” o “esto es una prueba de Dios”, pues eso suena bien cuando la persona se está recuperando, pero cuando hay complicaciones da una sensación de que el paciente no hizo lo suficiente.