Entrevista
¿Qué tan bien lo está haciendo Coca-Cola en Colombia? Un estudio revela su impacto y futuro en el país
La multinacional, conocida por producir una de las gaseosas favoritas de muchos, es también un actor económico de peso en el país. Pero, ¿está su crecimiento alineado con el desarrollo sostenible del territorio? Esto arrojó la Huella Socioeconómica del Sistema Coca-Cola en Colombia.

El impacto de Coca-Cola y sus embotelladoras en la economía colombiana no pasa desapercibido. Según el reporte de huella socioeconómica —elaborado en 2024 con datos del año anterior—, la compañía no solo mantiene su liderazgo en el sector de bebidas, sino que también se consolida como un actor clave en la dinámica económica del país.
Su actividad representó el 0,8 % del Producto Interno Bruto (PIB), con una generación estimada de más de 10 billones de pesos. Su cadena de valor impacta directa e indirectamente a más de 244.000 personas: 3.613 directos y 241.300 oportunidades de empleos indirectos, distribuidos en múltiples eslabones del proceso productivo. Desde proveedores agrícolas, transportistas y manufactura en planta, hasta distribución, servicios asociados, tenderos, puntos de venta y una red de más de 480.000 clientes y subdistribuidores.
El estudio, realizado por la firma consultora Steward Redqueen (en colaboración con el Sistema Coca-Cola*), permite dimensionar el verdadero alcance de la operación de la multinacional en Colombia, y al mismo tiempo, sirve como una herramienta para validar el rumbo de su estrategia empresarial, de inversión y expansión en el país.
“Tenemos un propósito global: refrescar al mundo y hacer la diferencia. Nos lo tomamos muy en serio: poner a disposición de toda la gente en el planeta una bebida que satisfaga sus necesidades; y queremos hacerlo de la mejor manera, de forma respetuosa y desarrollando comunidades”, afirmó Manuel Burgos Bonilla, vicepresidente de Operaciones para Coca-Cola Colombia y Venezuela, quien explicó que para validar que lo que están diciendo realmente sucede, conducen este tipo de estudios.
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A propósito de los hallazgos del estudio Huella Socioeconómica del Sistema Coca-Cola en Colombia, conversamos con el directivo para conocer más sobre las acciones y las metas que la compañía está trazando a futuro, y cómo planea seguir contribuyendo al progreso del país.
¿Cómo influye el levantamiento del informe de huella socioeconómica en la toma de decisiones y en el establecimiento de nuevas metas para la compañía?
Manuel Burgos Bonilla: Este informe se actualiza con regularidad y lo que valida son nuestras estrategias de crecimiento y el impacto que generamos en los diferentes mercados. Nos ayuda a confirmar que estamos en la dirección correcta y a identificar posibles oportunidades. Actualmente, estamos bastante conformes con los resultados que el reporte refleja. Confirma nuestra responsabilidad como un actor clave y un gran contribuyente para la DIAN en Colombia, lo que refuerza nuestra necesidad de seguir invirtiendo en el país.
Creemos que debemos seguir apostando por Colombia, fomentando el movimiento económico y el desarrollo de las comunidades, ya que la masa crítica que hemos alcanzado es significativa. En términos de estrategia, no ha habido cambios específicos, ya que estamos muy satisfechos con los resultados, y el informe nos reafirma que debemos continuar con nuestras inversiones y esfuerzos en este camino.
¿Cómo ha evolucionado la huella de Coca-Cola en Colombia frente a los cambios en las expectativas de los consumidores y la sostenibilidad?
Manuel Burgos Bonilla: La compañía lleva 98 años operando en Colombia —muy cerca de cumplir nuestro primer centenario—, y queremos estar aquí por otros 100 años más. Nuestro compromiso con el desarrollo económico nacional es fundamental. Aunque somos una empresa global, actuamos con enfoque local: la mayoría de nuestros insumos se compran en el país, generamos empleos y somos parte activa del motor económico colombiano. De hecho, estimamos que invertimos cerca de 2 billones de pesos en compras a proveedores y productores locales: de frutas como mango y mora, azúcar, empaques, vidrio, tapas plásticas y etiquetas, todos adquiridos dentro del país.
¿Qué representa el mercado colombiano para la operación global de la compañía?
M.B.B.: Colombia es uno de los mercados más importantes para Coca-Cola en el mundo; es uno de los top. Lo vemos como un país con alto potencial y oportunidad. Por eso proyectamos que va a tener una inversión adicional. Estamos comprometidos con crecer y aportar desde lo social y lo ambiental. Esto también se refleja en la evolución de nuestro portafolio, que hoy ofrece una gran diversidad de marcas y categorías para responder a las distintas necesidades de los consumidores.
Somos conscientes de nuestra responsabilidad más allá del negocio. Por eso, además de ser uno de los principales contribuyentes del país, implementamos programas sociales y apostamos por la sostenibilidad ambiental. Todo esto con una visión clara: que el beneficio de nuestra operación se quede en Colombia. Este dato lo ejemplifica: por cada mil pesos que se transan en el mercado por productos de nuestra compañía, 840 pesos —el 84 %— se quedan en la economía local y en manos de colombianos.
¿Cómo mantienen sus cifras de empleo, especialmente en tiempos de desafíos económicos para el sector privado?
M.B.B.: Es una excelente pregunta, porque resalta uno de los pilares de nuestra estrategia. Para Coca-Cola, Colombia es un mercado prioritario, y por eso estamos profundamente comprometidos con la inversión y el desarrollo. Con presencia en casi todo el territorio, nuestros embotelladores, especialmente FEMSA, cubren aproximadamente el 99 % de las ventas en el país. Además, contamos con un pequeño embotellador en Leticia, en la zona amazónica, liderado por mujeres, y otro en Urabá, lo que refleja nuestro compromiso de llegar a cada rincón de Colombia.
Atendemos a casi medio millón de clientes, desde grandes cadenas como Grupo Éxito, Cine Colombia y Olímpica, hasta miles de tiendas de barrio. Entonces, indistintamente de si es un supermercado grande, un restaurante pequeño o una tienda en una zona rural, nos aseguramos de que nuestro producto llegue. Este vasto sistema de distribución requiere constantes inversiones para mantener altos niveles de servicio y generar empleo. De hecho, representamos alrededor del 1 % del empleo en el país, un dato significativo que refleja nuestra contribución.
Sabemos que los ciclos económicos fluctúan, pero para nosotros lo importante es seguir creciendo, independientemente de los desafíos. En los últimos cinco años hemos mantenido un crecimiento constante en Colombia, y con la misma ilusión esperamos que los próximos cinco años sean igual de exitosos. La clave de nuestro crecimiento está en seguir invirtiendo: en nuestra gente, en nuestros centros de distribución, en manufactura y en brindar experiencias únicas a los colombianos. Esto nos permite conectar mejor con ellos y hacer nuestro negocio más grande, sin importar los altibajos económicos del país.
¿Hay algún referente que podamos usar para ilustrar el impacto socioeconómico de Coca-Cola en Colombia, especialmente en regiones con grandes brechas, donde la conexión con las comunidades y el aporte genuino al progreso son clave?
M.B.B.: A finales del año pasado abrimos una planta potabilizadora de agua en Chocó, brindando acceso a una comunidad que no contaba con este recurso. Este esfuerzo ha marcado una gran diferencia para la población local y forma parte de un programa más amplio de iniciativas que hemos venido llevando a cabo y que seguimos desarrollando. Es fundamental que empresas como la nuestra, en colaboración con otras organizaciones, impulsemos este tipo de acciones, no solo ambientales, sino también en términos de desarrollo social y económico.
En todos los países donde Coca-Cola opera implementamos programas similares. Tratamos de estandarizarlos para generar escala, aprendizaje y hacer benchmarking entre lo que funciona en un país y trasladarlo rápidamente a otro.
¿Qué tipo de inversiones está haciendo la compañía para asegurar operaciones más responsables?
M.B.B.: Hoy es prácticamente imposible separar lo que invertimos para crecer comercialmente de lo que destinamos a garantizar un crecimiento responsable. A nivel corporativo, contamos con un equipo especializado —muy capacitado y, sí, bien remunerado— que se encarga de desarrollar estrategias en áreas como empaques, gestión del recurso hídrico, huella de carbono y desarrollo social. Estas estrategias, en muchos casos, dependen de aliados, organizaciones, tecnología, disponibilidad de recursos y otros factores. Además, están en constante revisión, escrutinio y actualización, tanto en sus métricas como en el impacto que se espera alcanzar en los plazos establecidos.
Invertimos millones de dólares anualmente para cumplir con los compromisos asumidos en Latinoamérica a 2030. Sin embargo, avanzar al ritmo deseado depende, en cada país, de las asociaciones que logremos establecer para implementar acciones como la protección de fuentes hídricas, la reparación de sistemas de distribución de agua residencial, la reforestación y otras iniciativas clave.
Esto sin contar que, cada vez que hacemos una inversión —por ejemplo, en el nuevo Centro de Distribución (CEDI) Bogotá Occidente— se destina un presupuesto especial con tecnología de punta para aprovechar el 100 % de las aguas lluvias, de modo que la recirculación y el reciclaje del recurso sean los mejores posibles. Así que, al final, el esfuerzo es mucho mayor y está presente en cada una de nuestras acciones.

En Colombia tenemos la planta más eficiente en el uso del agua del sistema Coca-Cola a nivel global. Nuestro objetivo es ambicioso: recuperar el 100 % del agua que usamos, mediante la reducción en procesos y la restauración de cuencas hídricas junto a aliados y gobiernos. También trabajamos para recolectar y reutilizar nuestros empaques, incluyendo el uso de resina reciclada.
Sabemos que como líderes del sector debemos dar ejemplo, y por eso invertimos de forma constante y transparente en estos frentes.
¿Qué peso tiene Colombia en el contexto económico y operativo de los principales mercados de América Latina?
M.B.B.: Este estudio lo realizamos en varios mercados de Latinoamérica, incluyendo la región andina, Centroamérica y el Caribe. Colombia y Perú son los dos países más grandes de esta región en términos de volumen de ventas. Ecuador ocupa el tercer lugar, mientras que Centroamérica, con mercados clave como Guatemala y Costa Rica, también es relevante. En el Caribe, el estudio se extendió a República Dominicana y las islas que forman parte del convenio Caricom. En total, estos mercados representan alrededor de 4 billones de litros de bebidas, de los cuales Colombia aporta aproximadamente un 30 %.
¿En qué contribuye este intercambio de buenas prácticas entre los diferentes países?
M.B.B.: Nos permite medir el impacto, la huella, el agua que estamos protegiendo y la cantidad de personas y comunidades que estamos beneficiando. Nos comparamos constantemente con los resultados de otros países, buscando siempre ser los mejores. En Latinoamérica, el impacto de nuestro sistema es particularmente significativo, ya que esta región es uno de los grandes motores de crecimiento para Coca-Cola a nivel mundial. En esta zona contamos con los sistemas más avanzados y los recursos suficientes para dedicar mayor atención y enfoque a nuestra agenda de desarrollo socioeconómico.
En un entorno tan competitivo como el de las bebidas, ¿cómo están innovando para mantenerse relevantes y responder a lo que buscan hoy los consumidores colombianos?
M.B.B.: En Coca-Cola, la innovación se aborda desde múltiples frentes, pero me voy a enfocar en el producto, que creo que es a lo que te refieres. En este aspecto, la innovación se da en dos vertientes. Por un lado, desarrollamos productos, formulaciones o soluciones de portafolio que respondan a lo que el consumidor colombiano busca: nuevas categorías, sabores y variaciones, productos con o sin calorías, en diferentes tamaños y formatos, pensados para diversos momentos del día.
Por otro lado, innovamos en los tamaños de empaque. En economías inflacionarias o cambiantes, nuestra agilidad para ofrecer diferentes presentaciones nos permite cubrir puntos de precio estratégicos para distintos tipos de consumidores. Hacemos un esfuerzo muy grande para asegurar una oferta variada de categorías, productos, tamaños y formatos que se adapten a cada necesidad. Y esto ha sido un foco especial en Colombia en los últimos dos años y medio.
*El Sistema Coca-Cola, conformado por la unión entre Coca-Cola Colombia, Coca-Cola FEMSA, cuenta con 7 plantas y 24 centros de distribución en el país; además de 2 plantas adicionales de otros embotelladores (para un total de 9).