Ambiente
Regresa el Museo del Mar a Bogotá con una impresionante colección de mil piezas de especies marinas
Tras varios meses de renovación, este espacio, que conserva la historia de la fauna marina, reabrió sus puertas para ofrecer una experiencia única.
A 2.600 metros de altura, el Museo del Mar de Bogotá sumerge a todo el que lo visite en un océano de conocimiento. Con más de mil ejemplares, su colección explora y explica la vida marina de animales, plantas y escollos. Desde la zona polar y los acantilados rocosos, hasta los ecosistemas de arrecife coralino, este museo es un pedazo de vida marina escondido en el corazón de la capital: en la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
Hacía meses que nadie visitaba el museo. Debido a una serie de renovaciones, este lugar había permanecido cerrado. Las expectativas estaban puestas sobre las cinco salas de exposición y, por supuesto, sobre sus ejemplares: Pancho, el oso polar; los cangrejos, los cardúmenes de peces, los tiburones, las ballenas. El pasado 17 de octubre, la universidad anunció su reapertura.
“Con más de 50 años de historia, el Museo ha sido un importante espacio para la educación y conservación de los ecosistemas marinos, y ahora, en esta nueva etapa, continúa su misión con exposiciones y actividades educativas. Estamos listos para recibir a los visitantes con una experiencia interactiva”, aseguraron desde la Universidad Jorge Tadeo Lozano (Utadeo).
Según cifras de WWF, una organización independiente dedicada a la conservación medioambiental, el 45% del territorio colombiano es mar. Las aguas territoriales se extienden sobre 988 mil kilómetros cuadrados y, además, sus océanos albergan más de 2.574 especies de peces marinos, 1.192 moluscos, 641 crustáceos y 2.860 kilómetros cuadrados de arrecifes coralinos.
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Una característica interesante sobre este museo es que se recorre de acuerdo a la profundidad del mar. La primera parada son los ecosistemas más someros: el literal rocoso, las praderas de pastos marinos y los arrecifes coralinos. Luego, le sigue la zona pelágica, con una profundidad que supera los 30 metros. En ella habitan la mayoría de las especies: tiburones, ballenas, pargos, merluzas, delfines, atunes.
El Museo del Mar también ofrece visitas guiadas y talleres educativos sobre tortugas y mamíferos marinos, la historia de los moluscos, una exploración por las especies de peces y un taller sobre las zonas polares y su vitalidad para la conservación de los océanos y la fauna.
“Para nuestra institución, el Museo del Mar representa un compromiso con la educación ambiental y con la formación de generaciones conscientes de su papel en la preservación de los ecosistemas marinos”, afirmó Carlos Sánchez, rector de la Utadeo.
Este espacio museológico cuenta, además, con una sala de robótica y multimedia que reúne las donaciones de “animatronics” y tesis de estudiantes de la Universidad Los Libertadores y de la Utadeo. A través de estos robots, se enseña la evolución y el movimiento de algunos animales como el delfín, la mantarraya y el pez erizo.
“Es un espacio propicio para el conocimiento de todos los niveles: preescolar, primaria y educación media, con temas de actualidad como el calentamiento global, la biodiversidad marina y la pesca, con el fin de que comprendan la dimensión del mar”, añadieron desde la Alcaldía de Bogotá.
Otra de las colecciones interesantes es la de moluscos donada por el maestro Eduardo Ramírez. A lo largo de su vida, Ramírez recolectó miles de conchas en sus viajes. Cuando murió, su legado se vinculó a la colección del museo.
Durante la reapertura del Museo del Mar, en el campus de la Utadeo, se rindió homenaje a Elvira Alvarado y Aminta Jáuregui, dos figuras fundamentales en la protección y preservación de los ecosistemas marinos en Colombia. Los arrecifes del Caribe colombiano y las tortugas marinas fueron sus focos de estudio principales.
El Museo del Mar fue fundado en 1969 con el objetivo de recrear un espacio para que los estudiantes de Bogotá, así como los planteles educativos, se familiarizaran con los ecosistemas marinos. La mayoría de las especies exhibidas fueron sometidas a un proceso de taxidermia, lo cual le otorga a la colección un valor científico incalculable.