Farmacéuticas: innovación en tiempos de incertidumbre
En medio de la crisis del sistema de salud, la industria farmacéutica se mantiene fuerte y comprometida con el bienestar de los colombianos. Las dolencias del sector requieren atención urgente. Radiografía.
En Colombia la industria farmacéutica atraviesa un momento de contrastes que refleja tanto la vulnerabilidad como la fortaleza de un sector estratégico. Por un lado, enfrenta desafíos complejos: presión regulatoria, limitaciones en el abastecimiento y tensiones financieras en el sistema de salud. Por el otro, conserva una capacidad instalada significativa, un talento humano altamente calificado y un potencial exportador que le permite resistir y adaptarse ante las dificultades.
Esa dualidad define el presente de un sector que no solo garantiza el acceso a medicamentos, sino que también contribuye al fortalecimiento de la economía y a la autonomía sanitaria del país. Según la Cámara de la Industria Farmacéutica de la Andi, Colombia ha logrado consolidarse en mercados internacionales de genéricos, biosimilares y suplementos dietarios. Más de 100 plantas cuentan con habilitación del Invima, un indicador claro de la capacidad productiva del país, que lo posiciona como referente regional.
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“El tamaño del mercado, su potencial exportador y la ubicación estratégica de Colombia continúan despertando interés entre compañías que evalúan establecer o ampliar operaciones en el país”, señalaron desde el gremio. Sin embargo, el ingreso al mercado sigue siendo retador: los trámites de registro sanitario, aunque avanzaron con la plataforma InvimÁgil, mantienen demoras que afectan tanto a los nuevos actores como a empresas consolidadas que buscan modernizarse y ampliar su portafolio.
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Para la compañía el bienestar de los colaboradores es prioridad. Además de un muy buen salario emocional, lidera campañas en favor de la educación y la inversión social para las poblaciones menos favorecidas.
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Aunque la detección temprana es clave para controlar la enfermedad a tiempo (1), desde GSK hacen un llamado para superar otras barreras como los prejuicios sexuales, la desinformación y los diagnósticos tardíos.
El mapa industrial evidencia dos polos de concentración: Bogotá, con el 42,1 por ciento del empleo farmacéutico, y el Valle del Cauca, con el 22,6 por ciento. Aquí se concentran las plantas manufactureras de gran escala y los centros de distribución que abastecen el mercado interno y los destinos de exportación. Entre enero y abril de 2025, Colombia exportó medicamentos a 57 países, liderados por Ecuador y Perú, con un crecimiento notable hacia Nicaragua, donde las ventas se triplicaron.
Pese a este dinamismo exportador, la producción local registró una caída del 9,2 por ciento en el primer trimestre del año, tres veces superior a la contracción del conjunto de la industria nacional. La Andi atribuyó este resultado a fallas en la gestión regulatoria, limitaciones técnicas y financieras del Invima, y a la ausencia de una política industrial de largo plazo que blinde al sector frente a los vaivenes coyunturales.
Regulación y modernización
Desde el Invima, la directora de Medicamentos, Sandra Montoya, defendió los esfuerzos para mitigar los riesgos regulatorios. “La priorización de trámites para principios activos catalogados en desabastecimiento ha evitado que aspectos regulatorios se conviertan en causa de escasez de medicamentos en el país”, explicó. La funcionaria detalló que se han fortalecido las rutas de registro de biológicos y biosimilares bajo estándares internacionales, garantizando calidad, seguridad y eficacia sin sacrificar tiempos de respuesta.
“Cuando un principio activo se considera desabastecido o en riesgo de escasez, se revisan los trámites en curso y se procede con un estudio de fondo para emitir el acto administrativo correspondiente”, enfatizó Montoya. Además, el Invima trabaja en la modificación del decreto 677 de 1995, con el fin de mejorar la vigilancia y control, y avanzar en estándares de evaluación acordes con la evolución de la industria farmacéutica.
Nombre del medicamento
Estado
Uso principal en pacientes o enfermedades
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Mientras los grandes laboratorios concentran la atención mediática, las farmacias y droguerías cumplen un papel clave en la disponibilidad de medicamentos. Fenalco destacó que estos establecimientos, tanto de cadena como independientes, han sido históricamente “actores silenciosos” que garantizan acceso oportuno, especialmente en regiones apartadas. “Su labor es vital para asegurar una atención equitativa y continua en todo el territorio nacional. No solo dispensan medicamentos, sino que educan y orientan en autocuidado, convirtiéndose en un punto de apoyo directo para la población”, aseguraron desde el gremio.
No obstante, la fragmentación regulatoria representa un desafío. La inspección y control dependen de entidades territoriales, lo que obliga a farmacias y droguerías a adaptarse a reglas dispares, dificultando la estandarización de procesos y afectando la eficiencia del servicio. A ello se suma la presión financiera: según Fenalco, la deuda del sistema con estos actores asciende a 4,6 billones de pesos, comprometiendo su flujo de caja y poniendo en riesgo la dispensación ambulatoria de medicamentos. “El desabastecimiento no siempre significa que el medicamento no exista, sino que no llega a quien lo necesita en el momento adecuado”, advirtieron desde el gremio, subrayando la necesidad de mayor coordinación entre Estado, industria y distribuidores.
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En este escenario, empresas como Cruz Verde han apostado por la modernización. La compañía, que dispensa medicamentos para cinco EPS, inauguró en 2024 un centro de distribución de más de 30.000 metros cuadrados con tecnología avanzada. Sistemas como pick-to-light y herramientas de trazabilidad en la cadena de frío buscan garantizar eficiencia y seguridad en la entrega de medicamentos sensibles. “Hemos emprendido un proceso decidido de mejora continua, respaldado por inversiones estratégicas para fortalecer la eficiencia, innovación y sostenibilidad de nuestras operaciones”, afirmaron desde la compañía, aunque reconocen que la aplicación de precios tope limita los márgenes y pone en riesgo la cobertura de costos logísticos, infraestructura y personal.
Ignacio Gaitán, presidente ejecutivo de Afidro, subrayó la importancia de políticas de precios responsables y predecibles, construidas de manera colaborativa entre Estado e industria. “El equilibrio entre el acceso oportuno a medicamentos de calidad y reglas claras para los regulados debe ser siempre el eje de cualquier política en salud”, afirmó. Según Gaitán, para garantizar la sostenibilidad del sistema es necesario que las empresas puedan cubrir sus costos de producción sin comprometer la disponibilidad de medicamentos.
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Droguerías Cafam lidera una campaña que busca impulsar negocios comprometidos con el bienestar. En los puntos físicos y canales digitales es posible adquirir productos para apoyar a las marcas vinculadas.
Afidro ha propuesto medidas que preserven este equilibrio, incluyendo la revisión del cálculo de la UPC, la búsqueda de nuevas fuentes de financiación y la promoción de mayor transparencia y trazabilidad financiera. Además, advirtió de la necesidad de cerrar brechas de acceso en todo el territorio y avanzar hacia modelos de pago que premien la gestión del riesgo y los resultados en salud, reforzando la corresponsabilidad de todos los actores del sistema.
Para Ana María Vesga, presidenta ejecutiva de Acemi, la sostenibilidad del sistema es una tarea compartida. “El peso de los medicamentos en el gasto en salud crece en un país que envejece y enfrenta mayor carga de enfermedad. No hay solución posible si la industria no hace parte de la conversación”, explicó. Vesga planteó ampliar el uso de genéricos y biosimilares, participar en compras centralizadas y promover negociaciones basadas en valor terapéutico. Así mismo, subrayó la importancia de que clínicas y hospitales reduzcan el gasto ineficiente, los profesionales de la salud prescriban racionalmente y los pacientes adopten un rol activo en el autocuidado y adherencia a tratamientos.
El Estado, por su parte, tiene la responsabilidad de garantizar financiación adecuada, seguridad jurídica y mecanismos robustos de trazabilidad que permitan monitorear tanto recursos financieros como resultados en salud. La Ley 2386 de 2024 declaró al sector farmacéutico estratégico para la autonomía sanitaria, reforzando la producción nacional y enviando señales positivas a inversionistas. En un mundo donde las cadenas globales de suministro son cada vez más vulnerables, contar con producción local y capacidad de investigación se convierte en un asunto de seguridad nacional.
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Resiliencia en tiempos de crisis
La pandemia expuso estas vulnerabilidades, pero también evidenció fortalezas. Para Fernando Ruiz, exministro de Salud uno de los aprendizajes clave fue la sensibilidad del sistema frente a la disponibilidad de medicamentos. “Durante la pandemia enfrentamos problemas con oxígeno, medicamentos para UCI, acceso a vacunas y tratamientos para diversas enfermedades. Todo esto evidenció la fragilidad de las cadenas de suministro y la necesidad de fortalecer la logística de distribución en Colombia”, señaló.
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A pesar de los desafíos que enfrenta el sector, representa el 5,1 por ciento del PIB manufacturero.
Pese a las dificultades, Colombia sorteó muchos cuellos de botella gracias a la capacidad de detección temprana, sistemas de información precisos y la articulación con proveedores y distribuidores. Sin embargo, Ruiz aseguró que los retos actuales superan la logística. “El gran problema es el financiamiento del sector. Cuando aseguradores y prestadores reducen su capacidad de pago, los proveedores restringen entregas y los pacientes sufren la falta de medicamentos o reciben fórmulas incompletas”, señaló.
Alejandro Gaviria, exministro de Salud, considera que la crisis actual es más profunda que la de los años de los recobros (2008-2015). “La industria ha estado más preocupada y ha propiciado el diálogo. Algunas compañías han ajustado inventarios y evaluado qué innovaciones traer al país”, afirmó. Según Gaviria, la regulación de precios demostró que, cuando hay reglas claras, la industria puede adaptarse y respaldar políticas públicas que beneficien al sistema.
Gaviria planteó que Colombia tiene un triple papel frente a la innovación: mantener apertura a nuevas tecnologías con incorporación ordenada, potenciar ensayos clínicos aprovechando el talento humano y apostar por la innovación propia, como lo evidencian recientes desarrollos en vacunas y biotecnología. “Ojalá estos esfuerzos se generalicen y nos permitan ser productores de conocimiento y no solo consumidores de tecnología”, concluyó.
Carolina Corcho, también exministra de la cartera de Salud, coincidió en que la industria debe dejar de ser un actor meramente económico para convertirse en aliado de la política pública. “Se requiere compromiso con transparencia, disponibilidad y producción local”, afirmó. A su juicio, la clave está en acuerdos vinculantes que aseguren existencias mínimas, trazabilidad en inventarios y compras públicas inteligentes que anticipen la demanda.
Corcho subrayó la urgencia de diversificar fuentes de insumos, homologar proveedores y fortalecer la producción nacional de principios activos y medicamentos terminados. “Colombia no puede seguir dependiendo de insumos importados. Necesitamos inversión en parques farmacéuticos, transferencia tecnológica y cooperación con universidades. Solo así avanzaremos hacia la soberanía sanitaria”, recalcó. La transición, según su visión, debe acompañarse de incentivos tributarios, financieros, licencias y consorcios que conecten la academia con el sector productivo.
El futuro de la industria farmacéutica en Colombia se jugará entre soberanía e innovación, y su resiliencia dependerá de la capacidad para adaptarse a un entorno marcado por tensiones políticas, desafíos financieros y avances tecnológicos. Pese a las crisis y restricciones, el sector ha sabido resistir, reinventarse y consolidarse como un ejemplo de fortaleza estratégica en la región.
Aliado vital
Wber Orlando Ríos Ortiz, decano de la Facultad de Ciencias Farmacéuticas y Alimentarias de la Universidad de Antioquia, destacó el papel de la academia como articuladora entre Estado e industria. “La OPS es un aliado clave, pero la academia también tiene un rol protagónico: formar talento, generar investigación aplicada y acompañar la producción pública y privada de medicamentos”. La Universidad de Antioquia, pionera en producción pública de medicamentos, busca transformar el conocimiento en productos y servicios tangibles para la sociedad. “Estamos orientando nuestras capacidades a fortalecer la autonomía sanitaria del país. Esto implica desde la producción de principios activos hasta nuevas tecnologías farmacéuticas, en un entorno normativo que facilite la innovación”, explicó Ríos.