Opinión
Aceptar, soltar y esperar
Frente a situaciones que no cambian pese al esfuerzo, aceptar la realidad, soltar el control y esperar con fe puede ser el camino más sabio, creer, aunque a veces duela, es menos peligroso que no creer. Es necesario reflexionar sobre la frustración, la importancia de los vínculos construidos y la necesidad de confiar en que el tiempo, con su ritmo propio, pondrá todo en su lugar.

La frustración es una emoción compleja, difícil de comprender y aún más difícil de manejar.
Intentamos enseñarles a nuestros hijos que es normal que las cosas no siempre salgan como esperamos, que no podemos ser buenos en todo lo que hacemos, que todo sucede por una razón. Los animamos a ver el lado positivo de las dificultades, a encontrar aprendizajes en medio de los tropiezos.
Pero ¿qué pasa cuando la frustración nos toca a nosotros, de forma directa? Cuando sentimos que hemos intentado una y otra vez cambiar una situación, convencidos de que todo se debe a nuestros propios errores. Reconocemos la necesidad de transformar algo, hacemos el cambio, pasa el tiempo… y, sin embargo, lo que queremos que cambie sigue igual.
Entonces surgen preguntas sin respuesta clara: ¿Vale la pena seguir insistiendo? ¿O es mejor aceptar que hay realidades que simplemente son así, por su propia naturaleza?; O quizá existan situaciones sin explicación, asuntos que no necesitan ser comprendidos ni indagados. A veces, incluso, es necesario cerrar los ojos ante lo que incomoda. No por resignación, sino porque, al poner todo en la balanza, pesa más el camino recorrido que las sombras que lo atraviesan. Un camino sostenido por pilares que no se construyen fácilmente: amor, entrega, conexión y devoción.
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Patricia Chacón Méndez, socia y Gerente Administrativa en Bio Bolsa SAS.