Opinión
¿Cómo podemos competir frente a máquinas más eficientes que los humanos?
Reconocer el valor propio, no el asociado a títulos o logros, es clave en un entorno donde muchos imitan para encajar. Potenciar la singularidad es una ventaja competitiva que no puede copiar la inteligencia artificial.

La inteligencia artificial se ha convertido en un recurso poderoso que optimiza procesos y ofrece soluciones con una eficiencia sin precedentes. Ante este panorama, es natural preguntarnos: ¿qué nos hace valiosos en un mundo donde las máquinas pueden realizar tareas mejor que nosotros?
La respuesta no está en competir con la tecnología, sino en potenciar aquello que nos distingue como seres humanos. La mayor fortaleza radica en lo que ninguna inteligencia artificial puede replicar: nuestra capacidad de sentir, conectar y aportar valor desde nuestra esencia.
Sin embargo, para que esto ocurra es fundamental que reconozcamos nuestro propio valor. No el asociado a los títulos, logros o reconocimientos externos, sino aquel que surge de la existencia misma. Ese valor innegable que podemos observar en un niño, a quien admiramos y amamos no por lo que hace, sino por el simple hecho de ser.
A lo largo de mi experiencia como consultora de marca personal he visto a profesionales brillantes luchar contra el síndrome del impostor, esa voz que les hace dudar de su valía y los lleva a cuestionar sus propias habilidades. He notado que este temor surge cuando buscan imitar lo que hacen otros, diluyendo su propia esencia en un intento de encajar.
Lo más leído
Diferenciarse a través de lo que hacemos puede ser un desafío, porque cualquiera puede aprender a ejecutar ciertas funciones. Sin embargo, no todos las desempeñamos con la misma naturalidad ni desde la misma perspectiva. Nuestra historia de vida, la forma de ver el mundo y las fortalezas innatas nos brindan una ventaja competitiva que ninguna máquina puede igualar.
A pesar de ello, muchas personas no confían en lo que hacen con facilidad. Creen erróneamente que, si algo les resulta sencillo, entonces no es valioso. Se enfocan en mejorar aquello que les cuesta esfuerzo y dejan de lado sus talentos naturales, sin darse cuenta de que ahí reside su mayor poder.
Si queremos descubrir nuestra verdadera esencia, es necesario observar los patrones que han estado presentes a lo largo de nuestra vida. Pregúntate: ¿Por qué razones las personas suelen acudir a ti? ¿Qué habilidades ejerces con total naturalidad? ¿Qué rol ocupas en tu familia y círculo social? La clave no está en seguir las tendencias o replicar lo que hacen otros, sino en reconocer aquello que ha estado en ti desde siempre y potenciarlo.
Como madre, he tenido la oportunidad de observar esto en mis propios hijos. Desde el día en que nacieron, cada uno de ellos manifestó una esencia única. Emilio irradia amor y conciliación, Matías posee una fuerza inquebrantable para defender lo justo y Nur, con solo 3 años, ya demuestra una determinación arrolladora. No tengo dudas de que, sin importar qué camino elijan, serán felices si se apoyan en su manera única de relacionarse con el mundo.
Lo mismo ocurre con cada uno de nosotros. Nuestra singularidad no es un accidente; es la herramienta con la que vinimos a aportar valor al mundo. Pero para aprovecharla, debemos atrevernos a mirar hacia adentro, reconocerla y alinearla con nuestra profesión y propósito de vida.
Hoy, más que nunca, necesitamos autenticidad. La inteligencia artificial puede mejorar procesos, pero nunca podrá imitar la calidez humana, la empatía, la creatividad genuina o la capacidad de inspirar.
Así que no tengan miedo a destacar. No se limiten a replicar lo que hacen otros. Expandan su propio ser para fortalecer la confianza y permitir que su singularidad transforme el mundo. Cada persona tiene todo lo necesario para dejar una huella única e irrepetible.
El futuro pertenece a aquellos que se atreven a ser ellos mismos. ¿Están listos para abrazar su esencia?
Tatiana Ravé Obando, directora WTpsicólogos