Mujeres de alto impacto

Deporte y liderazgo: Historias de mujeres de alto rendimiento

En un reporte reciente de la firma Deloitte, el 93 por ciento de las mujeres con salarios altos que fueron encuestadas en Estados Unidos dicen que lo aprendido en el mundo del deporte fue crucial para el avance en sus carreras. Bien sea como un hábito cultivado desde temprana edad o una pasión descubierta en la madurez, el deporte ha forjado el liderazgo de estas seis mujeres.

Nicolás Peña Ardila
1 de julio de 2025, 5:10 p. m.
La participación atlética fortalece la confianza y ayuda a un crecimiento más sano, permite que el liderazgo surja desde temprana edad y aporta herramientas que son indispensables para alcanzar los cargos C-Level.
La participación atlética fortalece la confianza y ayuda a un crecimiento más sano, permite que el liderazgo surja desde temprana edad y aporta herramientas que son indispensables para alcanzar los cargos C-Level. | Foto: Juan Carlos Sierra - Semana

En sus reuniones de trabajo, Meg Whitman –antigua CEO global de Hewlett Packard y diplomática del gobierno del presidente Joe Biden– habla en la jerga del baloncesto. Aficionada a múltiples deportes desde que cursaba estudios secundarios, suele preguntarle a su equipo si necesita “pasarse la pelota un poco antes del inicio del partido”, para referirse a una reunión importante de negocios, o si requiere “defensa individual o por zona”, cuando se trata de encarar problemas significativos. Como reconoció en su libro The Power of Many (El poder de muchos), los deportes de equipo siempre fueron sus favoritos y, a su juicio, se asemejan a lo que implica armar un grupo de alto rendimiento para empresas y corporaciones.

Como Whitman en su momento, y según el estudio ‘¿Dónde vas a encontrar a tu siguiente líder?’, publicado en 2015 por la consultora Ernst & Young, alrededor del 80 por ciento de las empresarias de la lista Fortune 500 practicó algún deporte durante su etapa formativa, algo que no solo es responsable por el desarrollo de un mayor potencial individual, sino que suele asociarse con habilidades blandas (hoy llamadas power skills), como el trabajo en equipo, la consistencia o la fortaleza mental ante la adversidad.

Con esto concuerda Irene Rosenfeld, quien lideró la compañía de alimentos Mondelez International y jugó voleibol, hockey, softball y baloncesto desde el colegio. En el libro Come to Win, una compilación de testimonios de éxito realizada por la tenista Venus Williams sobre cómo el deporte puede ser el elemento clave en el desarrollo profesional, Rosenfeld menciona: “Me gustaría pensar que podría haberme convertido en miembro de la junta y CEO de Kraft Foods aun sin haber sido atleta, pero realmente creo que soy una persona más enfocada, competitiva y exitosa como parte de mi experiencia con los deportes”.

Las razones por las que una trayectoria deportiva puede marcar la diferencia son señaladas por el mencionado estudio de Ernst & Young, elaborado en compañía de ESPN W. Para la consultora, la participación atlética fortalece la confianza y ayuda a un crecimiento más sano, permite que el liderazgo surja desde temprana edad y aporta herramientas que son indispensables para alcanzar los cargos C-Level, es decir, las principales posiciones en las compañías. “Nuestros hallazgos muestran que el 94 por ciento de las mujeres en puestos directivos han practicado algún deporte”, señala el estudio.

Para Sylvia Ramírez, consultora de liderazgo y branding personal, autora del libro Felicidad a prueba de oficinas, la práctica habitual de deportes de alto rendimiento hace que las mujeres “desplieguen movidas de alta precisión, tal como lo hacen atléticamente para triunfar en las competencias deportivas y para evitar lesiones en los entrenamientos”. Igualmente, ese abordaje lleva a las líderes a ser muy conscientes de la importancia de la preparación antes de presentar una idea ante sus compañías, o ante la opinión pública, y también a tener una buena capacidad de improvisación, fruto de la confianza que se obtiene al dominar una habilidad.

La correlación entre práctica deportiva y habilidades de liderazgo se evidencia particularmente en los puestos más altos de la cadena ejecutiva. En un reporte de 2023 de la firma Deloitte, el 93 por ciento de las encuestadas con salarios que superan los 100.000 dólares anuales en Estados Unidos dicen que lo aprendido en el mundo del deporte fue crucial para el avance en sus carreras. Un 69 por ciento de ellas, además, afirmó haber jugado en el ámbito competitivo.

Más una maratón que un ‘sprint’

La trayectoria personal de líderes como Priscila Almodóvar, quien encabeza la Asociación Nacional Federal Hipotecaria de Estados Unidos, demuestra otra faceta de esta tendencia empresarial: la de mujeres que no practicaron deportes durante su juventud, pero se han encontrado con esta pasión como el complemento perfecto en sus agendas, por más sobrecargadas que parezcan.

Almodóvar empezó a correr a los 45 años y a prepararse para su primera maratón. Lo que encontró fue una amplia serie de paralelos con los desafíos cotidianos de su experiencia como líder empresarial. “Algo que me encanta de correr es el hecho de que compites contra ti misma. Te estás planteando un objetivo: ya sea una meta de tiempo o tal vez alcanzar a terminar una carrera”, dijo a la revista Fortune.

En la misma línea, a juicio de la consultora Ramírez, una líder que trabaja constantemente para cumplir sus metas es capaz de contagiar esta motivación en los equipos: “Las atletas de alto desempeño inspiran respeto y proyectan legitimidad en sus roles; el fenómeno se despliega como una reacción en cadena porque la primera muestra de liderazgo que un ser humano debe tener en la vida está en la relación consigo mismo”.

Con esto concuerda Natalia Prada, vicepresidenta de Recursos Humanos en Ubits, plataforma latinoamericana de aprendizaje corporativo. “Una líder que se anime a explorar campos desconocidos, mucho más si se trata de desafíos de alto nivel, llega a una realización personal que trasciende los KPI. Entonces se cambia la manera de liderar, se dejan de perseguir solo números y se empieza a inspirar desde el ejemplo, la pasión y el equilibrio”.

Y no solo se trata del atletismo: con las maratones y los Ironwoman como principales competencias, el espectro de posibilidades es mucho más amplio a la hora de combinar el desafío físico con el hallazgo de una nueva pasión que pueda practicarse con regularidad.

Es el caso de Christine Yen, la CEO de la plataforma Honeycomb, que empezó a conducir una motocicleta como un medio para llegar al trabajo, de una forma muy imponente como cuenta entre risas, y que ahora abre espacios en su agenda semanal de trabajo para poder pasar días en la pista de carreras junto a su Honda CB300F, aún si eso implica jornadas extendidas o trabajo remoto antes de correr. “Suena aburrido pensar que los hobbies deben agendarse, pero así es como protejo mi tiempo”, dijo a The Wall Street Journal.

A las líderes que cuentan con una trayectoria en el alto rendimiento y a las que, como Yen, descubrieron más adelante su conexión con la competencia, se suman aquellas que, por el momento, tienen carreras de tiempo completo en el deporte, pero que, desde ya, contemplan perspectivas para el momento de su retiro. Ahí, según el reporte de Ernst & Young, hay un enorme potencial para las empresas. Así lo resume Beth Brooke Marciniak, un caso de éxito dentro de la misma E&Y, estrella del baloncesto juvenil de Estados Unidos y hoy vicepresidenta de Políticas Públicas en la empresa: “Si nos queremos tomar con mayor seriedad el crecimiento de las mujeres en los cargos de liderazgo, no podemos subestimar el papel que juega el deporte”.