Opinión
La nueva forma de hacer negocios: colaboración con sentido
Cuando una empresa no se limita a entregar un producto o servicio, sino que se involucra con tu propósito, te reconoce como aliado estratégico y actúa en consecuencia, nace algo poderoso.

Hace unos días, mientras preparaba mi día como parte de mi rutina habitual, me encontré con un pequeño pero poderoso recordatorio de lo que significa construir relaciones auténticas y estratégicas. Mientras alistaba mis contenedores de comida y snacks, indispensables para mantenerme alineada con mis metas de salud y bienestar, descubrí una lonchera que me había enviado un cliente hace algunos meses. Dentro de ella había productos de su marca.
Uno de mis compañeros, al notarla, me preguntó con curiosidad: “¿Y esa lonchera?”. Con una sonrisa, respondí: “Me la envió una empresa que valora nuestra colaboración”. Lo que a simple vista parecía un obsequio sin mayor trascendencia, se convirtió en una reflexión profunda sobre el verdadero valor de una relación empresarial con sentido. Ese cliente no solo pensó en mí al incluirme en una lista de regalos. Fue más allá. Conectó conmigo desde la intención, desde el detalle. Me integró —con un simple gesto— a su propósito y visión.
Este tipo de conexión transforma la manera en que trabajamos juntos. Porque cuando una empresa no se limita a entregar un producto o servicio, sino que se involucra con tu propósito, te reconoce como aliado estratégico y actúa en consecuencia, nace algo poderoso. Se construyen vínculos con la capacidad de mover montañas.
Relaciones que construyen crecimiento
Una verdadera alianza no se limita a lo contractual. Se basa en una conexión humana, estratégica y, sobre todo, intencional. Y aquí, los CEOs, gerentes generales y miembros de junta cumplen un papel vital. Son ellos quienes, con visión y amor por su organización, toman decisiones que marcan la diferencia: deciden vincularse con aliados con quienes comparten propósitos, y proyectan esa visión para generar crecimiento, innovación y bienestar a largo plazo.
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Pero estas decisiones —valientes, conscientes y generosas— no se materializan solas. Necesitan del compromiso activo de todos los colaboradores de ambas organizaciones, tanto del proveedor como de la empresa que contrata. Porque el éxito de una alianza no depende únicamente de quienes la diseñan, sino también de quienes la ejecutan, la cuidan y la hacen crecer día a día con cada interacción, con cada correo, con cada entrega o reunión.
Las cifras respaldan lo que el corazón ya sabe
Las relaciones colaborativas a largo plazo tienen un impacto comprobado. Según McKinsey, las empresas que desarrollan asociaciones estratégicas con sus proveedores tienen el doble de probabilidades de alcanzar niveles superiores de rentabilidad operativa. Y el Institute for Supply Management ha demostrado que aquellas compañías que invierten en relaciones sostenibles mejoran en hasta un 20% su capacidad de respuesta ante disrupciones.
No se trata de filantropía. Se trata de estrategia con alma. De entender que cuando dos empresas se alinean con un propósito común, el resultado es mucho más que eficiencia: es resiliencia, es humanidad, es sostenibilidad real.
Una invitación a co-construir el valor
Quiero hacer una invitación muy especial, desde el corazón: a todos los equipos de trabajo —del lado del proveedor y del lado del cliente— a ver estas alianzas con otros ojos. A entender que cuando nuestros líderes construyen relaciones estratégicas, lo hacen también pensando en nosotros. Para que nuestra gestión diaria sea más fluida, más integrada, más potente. Para que tengamos aliados con quienes crecer juntos.
Desde el CEO que firma el acuerdo hasta el conductor que entrega un pedido, todos somos responsables de hacer que esa alianza funcione, evolucione y trascienda.
Las verdaderas alianzas mueven montañas
En última instancia, lo que define el éxito de una relación empresarial no es un contrato, es la intención compartida. Las verdaderas alianzas se construyen con respeto, empatía, compromiso y visión común. Y se sostienen cuando todos —desde la alta dirección hasta el equipo en campo— entendemos que somos parte de algo más grande.
Una lonchera me lo recordó. Un gesto simple que encierra un mensaje poderoso: cuando trabajamos juntos desde el propósito, no hay límites para lo que podemos lograr.
Por: Angélica De la Peña, vicepresidente comercial en Tractocar Logistics