La mayoría de los emprendimientos —especialmente los liderados por mujeres— no mueren por falta de talento, ni por falta de ganas, ni siquiera por falta de ventas. Mueren, o se estancan durante años, porque nunca logran construir un sistema de negocio replicable, uno que funcione sin que la fundadora deba controlar cada detalle. Es un problema del que casi nadie habla y, sin embargo, es la causa silenciosa que convierte a miles de mujeres emprendedoras en empleadas de sus propios sueños. Sin sistema no hay crecimiento; sin crecimiento no hay empresa; y sin empresa lo que queda es un autoempleo agotador y difícil de sostener.
En el ecosistema emprendedor somos rápidas para hablar de herramientas, tendencias, contenido y tácticas de venta, pero avanzamos muy lento en la conversación verdaderamente estructural: los sistemas y los modelos de negocio. Aprendemos pedazos sueltos, saltamos de un curso a otro, acumulamos estrategias que no conversan entre sí y, aun así, esperamos que de ese rompecabezas inconexo surja una empresa sólida. No funciona así. Después de más de diez años construyendo Mompreneurs Colombia como un ecosistema que impulsa a miles de mujeres a convertirse en empresarias, es evidente que un negocio sin un sistema delegable, repetible y escalable está destinado a quedarse pequeño o a desaparecer.
Esta conversación, aunque aplica para todos, tiene un peso especial en el caso del emprendimiento femenino. Las cifras inspiran: el 43 % de los negocios en el mundo son liderados por mujeres; en Colombia, casi la mitad de las pequeñas empresas tienen liderazgo femenino; y el 45 % de las emprendedoras del país son la principal fuente de ingresos en sus hogares. Es un logro enorme, pero también un llamado de urgencia. No podemos darnos el lujo de tener negocios sin bases sólidas cuando tantas familias dependen de ellos y cuando, para tantas mujeres, emprender ha sido la salida económica más viable.
Aun así, miles de emprendimientos avanzan sin estructura, sin acompañamiento y sin una hoja de ruta clara. No por falta de capacidad, sino porque en esta región casi nadie nos enseñó a pensar en términos de procesos, escalabilidad y estrategia. Desde los espacios de formación hasta la mentoría, solemos enfocarnos en las herramientas y no en el andamiaje que sostiene una empresa en el tiempo.
Por eso el 2026 no puede ser “un año más”. Debe ser el año del giro profundo: dejar de construir negocios desde la intuición y empezar a construirlos desde el sistema. Desde Mompreneurs Colombia y Latam —a través de nuestro Club Mompreneurs— asumimos una misión clara para lograrlo: acompañar a más mujeres en la construcción de negocios de largo aliento a partir de cuatro principios innegociables para el próximo año: enfoque, orden, guía y comunidad. El enfoque, porque sin claridad todo se vuelve urgente y nada es prioritario. El orden, porque una empresa sin procesos se convierte en un caos que nadie quiere liderar. La guía, porque nadie debería aprender a punta de tropiezos. Y la comunidad, porque crecer acompañadas no es un lujo, es una estrategia para sostener la visión incluso en los momentos de duda o de falta de impulso.
Estos cuatro elementos no pertenecen solo a una organización: son la base mínima que cualquier empresa liderada por mujeres necesita para avanzar, crecer y permanecer. Si queremos reducir las cifras de deserción empresarial, especialmente dolorosas en los primeros tres años, debemos dejar atrás el emprendimiento improvisado y avanzar hacia el emprendimiento con estructura.
La mujer emprendedora de hoy no necesita más cursos: necesita un sistema. No necesita más motivación: necesita un camino. No necesita más ideas: necesita estructura. Y no necesita hacerlo sola: necesita comunidad.
El 2026 puede ser el año en el que dejemos de romantizar la improvisación y comencemos a construir empresas con bases firmes, visión clara y la capacidad de crecer sin desgastarnos en el intento. El año en el que más negocios liderados por mujeres crezcan en ventas, en equipo, en impacto y en estabilidad. El año en el que, por fin, logremos que menos empresas se estanquen o se apaguen.
Nada de esto ocurrirá por casualidad. Ocurre cuando entendemos que una empresa exige sistema, estructura y acompañamiento. Ocurre cuando caminamos con enfoque, orden, guía y comunidad. Ocurre cuando lo hacemos juntas. Porque construir empresas de largo aliento no es un acto individual, es un movimiento colectivo. Y ese movimiento —si lo fortalecemos— puede transformar no solo nuestras empresas, sino la economía completa de la región. Y ya es hora.
María Paula Cárdenas - Directora de Mompreneurs Colombia y Latam










