Opinión

Coaching, fortalezas y negociación: cuando el liderazgo se transforma desde adentro

En esta columna, una reflexión sobre cómo los procesos de coaching inciden en el desarrollo de fortalezas clave para la negociación y el liderazgo, demostrando que el autoconocimiento y la gestión emocional no solo complementan la formación técnica, sino que potencian acuerdos más sostenibles y humanos.

GoogleSiga las noticias de SEMANA en Google Discover y manténgase informado

Yenny Rodríguez Barajas
Diana Lesmes Ferrucho
18 de diciembre de 2025, 4:07 p. m.
Un estudio de Michalak y su equipo en 2015 demostró que las personas que caminaron con alegría recordaban más palabras positivas que aquellas que lo hicieron en estado de tristeza.
Un estudio de Michalak y su equipo en 2015 demostró que las personas que caminaron con alegría recordaban más palabras positivas que aquellas que lo hicieron en estado de tristeza. Foto: Cortesía Carolina Lesmes

Durante el desarrollo de mi investigación de grado en la Maestría en Coaching y Liderazgo Personal de la Universidad de Barcelona, en 2020, tuve la oportunidad de plantear y comprobar empíricamente la relación entre los procesos de coaching y el fortalecimiento de capacidades clave en negociadores. El estudio se enfocó específicamente en el impacto del coaching sobre las fortalezas personales, utilizando como herramienta de autoconocimiento el test VIA de las 24 fortalezas del carácter (Peterson & Seligman, 2004).

Este instrumento fue aplicado antes y después de un proceso de coaching a voluntarios estudiantes de un programa de negociación de una universidad ampliamente reconocida en Colombia. La elección del test VIA no fue casual: además de ser ampliamente utilizado con altos ejecutivos, no está afectado por el sesgo de deseabilidad social (Holtgraves, 2004), ya que todas las respuestas evalúan fortalezas positivas, lo que neutraliza la tendencia a responder de manera socialmente aceptable.

La literatura en psicología positiva y comportamiento humano señala que las fortalezas del carácter suelen ser relativamente estables en el tiempo (Peterson & Seligman, 2004; Urra, 2011). Sin embargo, también reconoce que pueden modificarse a partir de eventos significativos o mediante acciones autotélicas, es decir, prácticas deliberadas y estructuradas de desarrollo personal (Filliozat, 2018). En este sentido, el proceso de coaching se configura como una de esas acciones capaces de generar transformaciones profundas y sostenidas en el carácter y el estilo de vida de las personas.

Los resultados del estudio fueron reveladores. El 55 % de la muestra potencializó al menos una fortaleza asociada a la autogestión, particularmente la autorregulación y la inteligencia social. A su vez, las fortalezas de pensamiento crítico y creatividad se mantuvieron estables en el 73 % de los participantes, lo que refuerza la idea de que el coaching no diluye capacidades cognitivas, sino que las integra con una mayor conciencia emocional.

Uno de los hallazgos más significativos fue el fortalecimiento de las virtudes asociadas a la trascendencia. El 73 % de la muestra incrementó al menos una fortaleza relacionada con la esperanza, el optimismo y la mentalidad de futuro, así como con la espiritualidad entendida como sentido de propósito y fe. Ningún participante presentó atenuación en estas fortalezas. Para efectos metodológicos, las desviaciones entre –10 % y +10 % no fueron consideradas, con el fin de evitar sesgos en la interpretación.

En síntesis, los resultados permiten concluir que, tras un proceso de coaching, las fortalezas que más se potencian en los negociadores son el autocontrol y la autorregulación emocional, la esperanza y el optimismo orientados al futuro, y el sentido de propósito como eje de la trascendencia personal.

A estos hallazgos cuantitativos se suman los resultados de un cuestionario apreciativo de retroalimentación. Los participantes calificaron el proceso de coaching con un nivel de satisfacción de 4,7 sobre 5 y señalaron que este complementa de manera significativa la formación académica en negociación, con una valoración de 4,8 sobre 5. El 100 % de los voluntarios destacó el valor de contar con un proceso de coaching desarrollado por una profesional con conocimiento profundo en negociación, lo que facilitó la comunicación, la confianza, la generación de ideas y la apertura a nuevas perspectivas.

Todo lo anterior permite afirmar que el coaching no solo complementa la formación técnica del negociador, sino que amplía su conciencia sobre la autogestión emocional, la empatía y la regulación de las emociones en las relaciones. Desde allí, el negociador logra conectar con su propósito intrínseco, generar propuestas más flexibles y creativas, y construir acuerdos sostenibles en resonancia con todas las partes del sistema.

En últimas, el coaching aporta a la transformación de los líderes y negociadores en profesionales más auténticos, menos centrados en el ego y más conectados con su ser interior, capaces de ejercer una negociación con sentido de trascendencia.

Quisiera cerrar con una reflexión ancestral. Para los chibchas, la rana era un animal sagrado, símbolo de retorno al agua, fuente de vida. Curiosamente, en japonés, kaerú significa rana, pero también retorno. Esta coincidencia cultural nos invita a volver al origen, a lo esencial. Invito a líderes, ejecutivos y negociadores a retornar a Colombia —nuestra fuente de vida— lo que ella nos ha dado: ejercer nuestra profesión con vocación, propósito y trascendencia. Estamos llamados, como sociedad, a cultivar la esperanza, el optimismo y una mentalidad de futuro que nos permita construir un país más consciente y humano.

Diana Carolina Lesmes, líder de proyectos de Ecopetrol



Noticias Destacadas