En Colombia, la inseguridad se ha consolidado como uno de los factores más determinantes del clima político, social y económico. El recrudecimiento de la violencia, la persistencia de estructuras criminales, la expansión de economías ilegales y la percepción de debilidad institucional han configurado un escenario donde el miedo no solo condiciona la vida de los colombianos, también moldea decisiones electorales.
Durante los últimos años, Colombia ha evidenciado un mayor deterioro de sus condiciones de seguridad. El fortalecimiento del ELN, la capacidad de expansión territorial del Clan del Golfo, la mutación de las disidencias de las FARC y la consolidación de redes criminales híbridas han profundizado la fragmentación del control estatal. Estas estructuras no solo operan en zonas rurales, sino que han trasladado sus dinámicas a entornos urbanos mediante extorsión, microtráfico, control social y economías ilegales que afectan directamente al comercio, la movilidad y la confianza ciudadana.
A este panorama se suma la percepción persistente de inseguridad, que muchas veces supera las cifras oficiales y se alimenta de hechos simbólicos de alto impacto, amplificados por redes sociales y medios digitales. La inseguridad se experimenta hoy como un fenómeno cotidiano, transversal a clases sociales y regiones, lo que incrementa la frustración ciudadana y la desconfianza en la capacidad del Estado para garantizar libertad y orden.
En este contexto, la inseguridad se convierte en un recurso político de alto valor y los discursos de mano dura, control territorial y castigo ejemplar emergen con fuerza cuando la ciudadanía percibe pérdida de autoridad y desorden. El miedo, la indignación y el cansancio social actúan como catalizadores emocionales que simplifican el debate público y favorecen narrativas binarias: orden o caos, autoridad o permisividad.
De cara a 2026, es previsible que la seguridad sea instrumentalizada como eje central de campaña. No solo como promesa de solución, sino como mecanismo de diferenciación política y movilización electoral. El riesgo radica en que la inseguridad deje de ser analizada como un fenómeno estructural y complejo, para convertirse en un eslogan electoral, vacío de sustento técnico y capacidad real de implementación.
Perspectivas estratégicas para 2026
El escenario hacia 2026 estará marcado por al menos cinco dinámicas críticas. Primero, una ciudadanía emocionalmente saturada, con baja tolerancia al riesgo, expectativas inmediatas de resultados y una profunda fatiga institucional. Segundo, una narrativa de seguridad altamente polarizada, amplificada por ecosistemas digitales donde la desinformación, los contenidos emocionales y los discursos radicales distorsionan la percepción del riesgo real. Tercero, una creciente presión sobre sectores y la seguridad privada como actores complementarios del Estado, especialmente en entornos urbanos, empresariales y de infraestructura crítica. Este fenómeno abre debates sensibles sobre corresponsabilidad, límites de actuación y gobernanza de la seguridad. Cuarto, una fragmentación del control territorial que dificulta la implementación de políticas integrales y sostenidas en el tiempo. Y quinto, un entorno regional inestable, con dinámicas transnacionales del crimen organizado que superan las capacidades nacionales aisladas.
La inseguridad que hoy vive el país no admite discursos grandilocuentes ni promesas imposibles de cumplir. Es innegable que el miedo compra votos, pero Colombia está cansada de la violencia y de cara a las elecciones de 2026 exige un gobierno digno, honesto y responsable. La seguridad no se construye ni desde acuerdos de paz vacíos y desconectados de la realidad del territorio, ni desde una mano dura que exige resultados inmediatos aun cuando estos terminan derivando en nuevos abusos. Colombia ya ha aprendido que un acuerdo de paz no garantiza una paz efectiva; lo que necesita es una política de seguridad seria, ética y sostenida, capaz de transformar el miedo en confianza y la incertidumbre en progreso.
Nazly Riveros Rodríguez, consultora estratégica en seguridad










