La sostenibilidad en Colombia y el mundo ha encontrado su altavoz en grandes cumbres y foros globales, escenarios necesarios para visibilizar tendencias, inspirar masas y marcar la hoja de ruta de un planeta urgido de cambios. Sin embargo, en el tejido fino de las conversaciones laterales, en la intimidad de los encuentros de pocos, se tejen ideas, alianzas, se concretan opciones, se comparten necesidades y se generan soluciones en torno a la sostenibilidad.
Fue en el primer Charlemos sobre Sostenibilidad, espacio convocado por Green Digital Comunicación Sostenible, en alianza con Amor Perfecto, donde conocí al equipo de esta agencia boutique y a los 25 invitados entre empresarios, emprendedores, académicos, chefs especializados en gastronomía sostenible y hasta un creador de contenidos que trabaja orgullosamente junto con sus colegas operarios de barrido.
En ese lugar se creó un círculo donde cada uno era, a la vez, maestro y aprendiz. La pregunta “¿cómo pinta el 2026?” no se lanzó al vacío de un auditorio, sino que se pasó de mano en mano, como un regalo, acompañada del aroma de un café con propósito.
Aquí radica la magia de lo pequeño: la escala permite el riesgo de ser honesto. Los asistentes no se limitaron a exponer logros, sino que también compartieron sus fracasos silenciosos, los sueños que les quitan el sueño y los desafíos que no suelen compartir o divulgar. Hablamos de la dificultad de medir lo intangible y de la búsqueda de aliados que no solo firmen un acuerdo, sino que compartan la trinchera.
Green Digital, una agencia colombiana cuyo corazón verde trabaja por democratizar la sostenibilidad, apoyando al corporativo en la construcción de sus informes de sostenibilidad y en sus estrategias de comunicación sostenible y que entendió que la democratización no solo ocurre desde un altavoz, sino desde una mesa redonda. Al eliminar las barreras físicas y jerárquicas, el diálogo floreció de manera orgánica. Fue un espacio de matching humano; un tiempo y espacio para coincidir, en el que las alianzas no surgieron de una ronda programada de contactos, sino de la naturalidad con la que una conversación sobre trazabilidad alimentaria derivó en una oferta concreta de colaboración, o con la que una preocupación compartida sobre el greenwashing (marcas que se muestran como sostenibles, pero sin resultados reales) que generó ideas para no caer en él.
Este es el resultado invisible de los encuentros bien diseñados: la creación de capital social auténtico en charlas donde se intercambian confianzas que se convierten en proyectos. El café no fue un simple servicio de catering; fue el facilitador simbólico de un ambiente donde el gusto y el propósito se fusionaron, recordándonos que la sostenibilidad también debe ser grata, cercana y sensorial.
La lección es clara: para comunicar la sostenibilidad con propósito, primero hay que vivirla en el formato. Los grandes escenarios sirven para anunciar; las mesas pequeñas son excelentes para construir. Lo que allí se logra es una base de confianza operativa que es el verdadero combustible para proyectos sostenibles de donde brotan las innovaciones reales, porque al final, el futuro no se predica, se charla.
Alejandra Paredes Goicochea, directora de Sostenibilidad a nivel nacional de Fe y Alegría Colombia










