Opinión

El nuevo liderazgo masculino: el espacio emocional que estaba pendiente

En esta columna, la autora reflexiona sobre la presión silenciosa que históricamente ha cargado el hombre en su vida laboral y personal.

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Yenny Rodríguez Barajas
Claudia Lorena Gómez
12 de diciembre de 2025, 6:37 p. m.
Una mujer encantadora no es una mujer perfecta. Es una mujer que se trabaja a sí misma para ser consciente, firme, compasiva y coherente en cada rol que ocupa.
Una mujer encantadora no es una mujer perfecta. Es una mujer que se trabaja a sí misma para ser consciente, firme, compasiva y coherente en cada rol que ocupa. Foto: SEMANA

Durante años hemos hablado —con razón— del empoderamiento femenino, de la importancia de sanar nuestra historia y de reconectar con la autenticidad. Pero en ese proceso hay un grupo silencioso que, a pesar de ocupar la mayoría de los espacios de poder, rara vez ha sido invitado a hablar de lo que siente: los hombres.

La sociedad les exigió ser fuertes, invencibles, proveedores, líderes impecables. Les enseñó que la vulnerabilidad era sinónimo de debilidad y que las emociones estorbaban. Que el silencio era fortaleza. Y hoy, después de acompañar a líderes, empresarios y equipos durante más de una década, puedo afirmar con absoluta claridad: esa presión invisible está quebrando a muchos de ellos.

Los hombres también se cansan. También dudan. También sienten miedo. También cargan el peso de sostener un hogar, un equipo o una empresa. También se enfrentan a expectativas imposibles y a decisiones que les pesan en el alma. Pero pocas veces encuentran un espacio donde expresar todo esto sin ser juzgados.

Por eso nace Ejecutivo Encantador, un programa que será mi bandera en 2026. Un lugar seguro para que los hombres se reconecten con su autenticidad, su propósito y su humanidad; sin perder su fuerza, sin renunciar a su liderazgo y sin abandonar quienes son.

Este programa surge de una verdad que he visto repetirse una y otra vez: los hombres quieren ser escuchados. Quieren guía. Quieren entender qué hacer con el cansancio, la frustración y el miedo a fallar. Quieren aprender a liderar desde la calma, no desde la presión; desde la coherencia, no desde la dureza; desde su esencia, no desde la exigencia.

No se trata de debilitarlos, sino de liberarlos. De permitirles ser líderes, padres, esposos, empresarios y seres humanos sin sentirse divididos entre lo que son y lo que la sociedad espera que sean.

El liderazgo del futuro no será solo técnico: será profundamente humano. Y los hombres necesitan aprender a habitar ese espacio donde puedan encontrar claridad, propósito y equilibrio emocional. Porque cuando un hombre se conecta con su humanidad, su liderazgo se transforma: se vuelve más auténtico, más consciente y más inspirador.

Este 2026 quiero abrir una conversación nueva en el país. Una conversación donde los hombres puedan hablar, sentir, reconstruirse y reconocerse como líderes encantadores: firmes, humanos, presentes y coherentes. Estoy convencida de que esta columna es solo el inicio de un cambio que necesitábamos hace mucho tiempo: un liderazgo masculino más real, más profundo y más libre.

Porque los hombres también merecen un espacio para ellos. Y este será ese espacio.

Claudia Lorena Gómez, CEO de Can Spa Móvil, coach y speaker en liderazgo



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