Opinión

Inteligencia artificial y empleo en Colombia: ¿aliada estratégica o amenaza silenciosa?

En esta columna, una reflexión sobre cómo la inteligencia artificial está transformando el mercado laboral colombiano, profundizando brechas existentes, pero también abriendo oportunidades, y sobre la urgencia de una estrategia país que permita que la tecnología impulse la equidad y no la exclusión.

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Yenny Rodríguez Barajas
Diana Lorena Gómez Zuluaga
18 de diciembre de 2025, 5:03 p. m.
Algunos sectores ya sienten con mayor fuerza esta presión. Las labores administrativas, como las de asistentes, digitadores o auxiliares contables, son fácilmente automatizables. Lo mismo ocurre con los call centers y los servicios de atención al cliente, donde los chatbots y los sistemas de respuesta automática avanzan con rapidez.
Algunos sectores ya sienten con mayor fuerza esta presión. Las labores administrativas, como las de asistentes, digitadores o auxiliares contables, son fácilmente automatizables. Lo mismo ocurre con los call centers y los servicios de atención al cliente, donde los chatbots y los sistemas de respuesta automática avanzan con rapidez. Foto: SEMANA

La inteligencia artificial está transformando el mundo del trabajo a una velocidad sin precedentes. En Colombia, un país marcado por altos niveles de informalidad laboral y profundas brechas en educación y conectividad, su impacto puede ser tan disruptivo como desigual. De acuerdo con un estudio conjunto del Banco Mundial y la Organización Internacional del Trabajo, publicado en 2023, hasta el 42 % de los empleos en el país están expuestos a transformaciones derivadas de la inteligencia artificial generativa. La cifra no es menor y obliga a una conversación seria sobre el futuro del empleo.

Algunos sectores ya sienten con mayor fuerza esta presión. Las labores administrativas, como las de asistentes, digitadores o auxiliares contables, son fácilmente automatizables. Lo mismo ocurre con los call centers y los servicios de atención al cliente, donde los chatbots y los sistemas de respuesta automática avanzan con rapidez. En los medios de comunicación, la redacción básica de contenidos estandarizados empieza a ser asumida por algoritmos, mientras que en la docencia tradicional, especialmente aquella basada en metodologías rígidas, surgen plataformas automatizadas de aprendizaje personalizado. Incluso áreas como los servicios financieros y legales enfrentan cambios profundos, pues tareas de revisión documental, informes y contratos ya pueden ser realizadas por sistemas inteligentes.

En Colombia, este panorama se cruza con una realidad estructural compleja. Más del 57 % de los trabajadores se encuentra en la informalidad, lo que los hace especialmente vulnerables a la inestabilidad y a la exclusión tecnológica. A esto se suman las brechas de género, particularmente visibles en la baja participación de las mujeres en carreras STEM, lo que limita su acceso a los empleos del futuro. La educación, además, no siempre está alineada con las demandas del mercado digital, y la desigualdad territorial en conectividad sigue siendo una barrera que profundiza las diferencias entre regiones.

El impacto de la automatización tampoco es neutro desde el punto de vista de la equidad. Muchas mujeres están sobrerrepresentadas en sectores altamente expuestos a la automatización, lo que podría agravar las desigualdades de género si no se toman medidas oportunas. La IA, en este contexto, corre el riesgo de convertirse en un factor que amplifique las brechas existentes, en lugar de cerrarlas.

Sin embargo, reducir la discusión a una narrativa de amenaza sería incompleto. La inteligencia artificial también abre oportunidades significativas. Áreas como el análisis de datos, la automatización avanzada, la ciberseguridad, la educación transformadora, los servicios de salud y cuidado, así como el diseño estratégico y el pensamiento crítico, requieren cada vez más talento humano capaz de trabajar de manera complementaria con la tecnología. En estos campos, la IA no sustituye a las personas, sino que potencia su capacidad de crear, decidir y resolver problemas complejos.

La pregunta, entonces, no es si la inteligencia artificial eliminará empleos, sino qué tan preparados estamos para gestionar esa transición. Colombia necesita, con urgencia, una estrategia nacional que combine reentrenamiento masivo en habilidades digitales y humanas, inversión sostenida en conectividad rural y urbana, y una educación técnica y superior alineada con los desafíos de la economía digital. Sin estas acciones, la IA puede convertirse en una tormenta perfecta para el empleo; con ellas, puede ser una aliada estratégica para un crecimiento más inclusivo.

El futuro del trabajo no está escrito por los algoritmos, sino por las decisiones que tomemos como sociedad. La inteligencia artificial puede profundizar desigualdades o convertirse en una herramienta de movilidad social. La diferencia estará en si actuamos ahora, con visión de largo plazo, o si dejamos que la transformación nos pase por encima sin preparación ni propósito.

Diana Lorena Gómez, vicepresidenta administrativa Banco Agrario



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