Termina el 2025. Y si algo nos ha enseñado este año es que hacer empresa en Colombia no es para ingenuos, ni para temerosos, ni para quienes necesitan certezas absolutas.
Ha sido un año complejo. Desigual. En ocasiones es frustrante. La economía nos puso a prueba, las decisiones regulatorias nos exigieron creatividad, y los cambios sociales nos llevaron a replantear muchas de nuestras formas de trabajar, de liderar y de construir país.
Y sin embargo, aquí seguimos.
Como empresaria, como mujer, como mamá, como ciudadana y como líder en un sector que toca el corazón del patrimonio, el inmobiliario, no puedo cerrar este año sin hacer una pausa honesta, una reflexión sincera y una declaración de fe. Porque sí, a pesar de todo, sigo creyendo.
Sigo creyendo que vale la pena hacer las cosas bien, aunque tarden más. Que es mejor ir con la verdad que correr con afán. Que una relación sólida construida con ética resiste cualquier coyuntura. Y que la transparencia, aunque no siempre se vea de inmediato, siempre vuelve convertida en confianza.
Este año hablamos de muchos temas importantes: de la informalidad que aún pone en riesgo el patrimonio de personas y empresas; de la falta de regulación en un sector donde cualquiera puede “vender” sin saber lo que eso implica; de decisiones mal tomadas por falta de análisis, y de la necesidad de un mercado más profesional, más consciente, más humano.
También hablamos de esperanza: del capitalismo consciente como un camino posible, del rol de las inmobiliarias con propósito, del valor de la información clara y de lo poderosa que puede ser la tecnología… cuando no olvida su alma.
Y también mostré mis propias cicatrices: los desafíos que enfrentamos quienes decidimos emprender en serio, los momentos en los que toca ser creativos con poco, liderar equipos diversos, tomar decisiones difíciles sin perder el propósito. Hacer empresa con valores cuesta, pero se sostiene. Y eso lo aprendí este año más que nunca.
Proteger el patrimonio, cuidar al equipo, formar clientes más informados, levantar la voz cuando algo no está bien… también es hacer patria.
Ahora, en la puerta de un año que promete ser decisivo para el país, muchos sentimos incertidumbre. Elecciones, reformas, posibles reestructuraciones, hay mucho que no sabemos.
Pero lo que sí sabemos, y eso no lo duda nadie, es que los empresarios que actuamos con conciencia vamos a seguir: construyendo, ajustando, proponiendo, inspirando.
Porque si hay algo que sí sabemos hacer los empresarios en Colombia es seguir caminando.
Y no caminamos solos. Nos acompañan las personas que creen en nosotros, los equipos que se esfuerzan cada día, los clientes que valoran la diferencia, los aliados que nos retan y nos respaldan. Caminamos con las historias que nos inspiran y con los principios que nos sostienen.
2026 no va a ser más fácil. Pero puede ser más consciente.
Si aprendimos algo este año es que ya no podemos vivir, ni invertir, ni liderar, ni construir desde la improvisación o el egoísmo. Las decisiones inmobiliarias, financieras, políticas y humanas de este país necesitan más criterio, más propósito y más empatía. Y ahí es donde tenemos una oportunidad enorme.
No hay futuro sin consciencia. Y no hay consciencia sin personas que se atrevan a actuar diferente.
Así que cierro el 2025 con gratitud. No porque todo haya salido bien. Sino porque todo lo vivido me reafirma lo que elegí ser.
Seguiré apostando por una forma distinta de hacer empresa. Una que no solo piense en resultados, sino en impacto. Una que cuide lo que otros ignoran. Una que, cuando alguien confíe su patrimonio, sepa responder con responsabilidad, visión y verdad.
A quienes han hecho parte de este camino, gracias por creer.
A quienes aún dudan, los invito a ver que sí hay otra forma.
Y a quienes, como yo, sienten que este año les pasó por encima, pero aún así no bajaron los brazos, los abrazo con admiración.
Feliz 2026. Que venga con decisiones sabias, con fuerza interior y con esa esperanza que no se ve, pero sostiene.
Catalina Giraldo, cofounder y CEO de Makler Inmobiliarios
