Natalia Badillo

Opinión

No hay paz posible donde hay hambre

La nutrición define el destino de un ser humano. Es la base de la educación, la salud y la capacidad de soñar.

Por: Natalia Badillo Navarro
20 de junio de 2025

Cada vez que entro a un hospital público en Colombia, no solo veo enfermedades. Veo pobreza en los ojos de los niños, de una madre sola, de comunidades enteras que luchan por sobrevivir con lo mínimo. Veo en cada plato vacío una oportunidad perdida, una infancia interrumpida antes de empezar.

Desde mi experiencia trabajando en el sector de servicios de alimentos para hospitales públicos y programas sociales, y como voluntaria en la Fundación Mica Sonrisas en Bucaramanga, he comprendido una verdad profunda: la nutrición define el destino de un ser humano. Es la base de la educación, la salud, la capacidad de soñar. Donde hay hambre, no hay paz, ni juego, ni futuro, no hay jóvenes que puedan aplicar a la Universidad pública y así reducir la pobreza de sus familias.

Colombia enfrenta un reto inmenso. Según el Instituto Nacional de Salud, en 2023 más de 21.000 niños menores de cinco años fueron atendidos por desnutrición aguda. La Guajira, Chocó y Vichada siguen reportando las tasas más altas de mortalidad por causas asociadas a desnutrición. A escala nacional, uno de cada nueve niños menores de cinco años presenta desnutrición crónica, según cifras del DANE.

Por eso, desde espacios como Mica Sonrisas, apoyamos el programa Cero Desnutrición, una iniciativa llena de esperanza, que busca no solo atender, sino prevenir, educar y dignificar. Alimentar es mucho más que entregar un plato de comida: es reconocer que cada niño tiene derecho a crecer con energía, con alegría, con dignidad.

Me inspiran profundamente mujeres que han usado su voz para cambiar realidades. Shakira, con su Fundación Pies Descalzos, ha demostrado que invertir en nutrición y educación es apostar por la paz y el desarrollo sostenible. Su modelo integral de escuelas con alimentación incluida debería replicarse masivamente en Colombia. En otro lado del mundo, Michelle Obama nos enseñó que la nutrición también es un tema político y cultural. Su campaña “Let’s Move!” fue una revolución silenciosa que cambió los hábitos de millones de familias.

Ellas entendieron que alimentar bien no es caridad, es justicia. No hay transformación real si nuestros niños siguen comiendo mal o simplemente no comiendo. Un país que permite que sus niños mueran por desnutrición está hipotecando su evolución como sociedad.

Colombia necesita pasar del asistencialismo a una política pública firme, articulada, valiente. Desde el sector empresarial también tenemos una responsabilidad: la alimentación debe estar guiada por criterios de calidad, oportunidad y propósito. Y desde la sociedad civil, debemos exigir y construir soluciones con amor, con datos, con presencia.

Cero desnutrición no es un sueño ingenuo. Es una meta urgente y posible si trabajamos juntos: Estado, empresa, fundaciones, ciudadanos. Porque el hambre no puede esperar, y los niños no deberían ser víctimas del olvido.

Hoy alzo la voz, no solo como empresaria, ni como voluntaria, sino como mujer que cree en la evolución desde el cuidado. Porque una sociedad que alimenta a sus niños con justicia, también alimenta su propio futuro.

Por Natalia Badillo Navarro, voluntaria en la Fundación Mica Sonrisas.