
Opinión
Reciclar es resistir: una apuesta consciente
Para avanzar hacia una sostenibilidad real, Colombia no puede dejar el reciclaje en manos de unos pocos héroes urbanos. Es tarea de todos: desde el hogar que separa, hasta la empresa que rediseña; pasando por el gobierno que regula y el ciudadano que exige.
En una era marcada por el colapso ambiental y la saturación de recursos, reciclar ya no es una acción opcional: es una forma de resistencia, una manera de ciudadanía activa. En Colombia, donde el modelo de consumo lineal domina la cultura urbana y rural, que consiste en consumir, usar y desechar, el reciclaje emerge como una herramienta poderosa para transformar no solo residuos, sino también prácticas sociales, economías locales y relaciones con el medio ambiente.
Según el Ministerio de Ambiente, Colombia genera más de 12 millones de toneladas de residuos sólidos al año. De estos, solo entre el 11 y 17 por ciento son aprovechados mediante reciclaje o reutilización. Esto implica que más de 10 millones de toneladas terminan en rellenos sanitarios o cuerpos de agua, con graves consecuencias para la salud pública, el cambio climático y la biodiversidad.
Por eso, reciclar tiene un poder transformador de las prácticas cotidianas. Va más allá del simple acto de separar en la fuente. Implica cambiar lógicas de consumo, valorar los materiales, reconocer a quienes hacen parte de la cadena y contribuir con prácticas regenerativas al entorno.
Reciclar no solo se trata de recolectar residuos; su verdadero poder está en reutilizar esos materiales y reintegrarlos al ciclo productivo. Darle una nueva vida a lo que ya existe reduce la presión sobre los recursos naturales y fortalece una economía más sostenible.
Por ejemplo, producir una botella de vidrio a partir de vidrio reciclado usa 40 por ciento menos energía que producirla desde cero. En el caso del aluminio, el ahorro energético puede alcanzar el 95 por ciento. Es decir, reutilizar significa también ahorro de energía y materias primas:
Además se genera una reducción en los recursos naturales. Usar materiales reciclados evita procesos extractivos contaminantes, como la minería o la tala, lo que ayuda a conservar ecosistemas y biodiversidad. Reutilizar no es simplemente reciclar mejor, sino cerrar verdaderamente el ciclo de los materiales. Es pasar de una economía de residuos a una economía de recursos.
El reciclaje consciente se enmarca en dos enfoques teóricos clave:
Circular de economía: postula que los residuos no existen, solo recursos mal aprovechados. Esta lógica busca rediseñar procesos productivos para mantener los materiales en uso el mayor tiempo posible. Aquí, el reciclaje es parte del ciclo, no su fin.
Justicia ambiental: plantea que los beneficios y cargas ambientales deben distribuirse equitativamente. Reconocer a los recicladores como sujetos de derechos y actores ambientales es un imperativo ético. No puede haber sostenibilidad sin inclusión.
¿Qué se necesita para escalar esta transformación?
- Educación ambiental desde la infancia: no basta con campañas. Necesitamos currículos que enseñen el ciclo de los materiales, el valor de la separación y el impacto del consumo.
- Inversión en infraestructura: sin centros de acopio, rutas diferenciadas y tecnología, el reciclaje queda en discursos. Los municipios y empresas deben comprometer recursos reales.
- Política pública con enfoque territorial y social: las leyes deben proteger al reciclador, sancionar el desecho irresponsable y fomentar la compra pública de productos reciclados.
- Consumo informado y responsable: cada compra es un voto por un modelo productivo. La elección de productos reutilizables, retornables o reciclados reduce la demanda de materiales vírgenes.
Reciclar es una forma de construir país. Es la puerta de entrada a un modelo más justo, resiliente y regenerativo. Si Colombia quiere avanzar hacia la sostenibilidad, no puede dejar esta tarea en manos de unos pocos héroes urbanos. Es tarea de todos: desde el hogar que separa, hasta la empresa que rediseña; pasando por el gobierno que regula y el ciudadano que exige. Desde la Fundación Fe y Alegría actualmente transformamos residuos y lo hacemos en pro de generar oportunidades de triple impacto para resaltar la importancia de nuestra relación con el medio ambiente y las comunidades.
Transformar el reciclaje es transformar nuestra relación con el planeta, con el trabajo y con el futuro. No es sólo cuestión de basura; es una cuestión de dignidad, de oportunidad y de conciencia.
Alejandra Paredes Goicochea, directora de Sostenibilidad a nivel nacional de la Fundación Fe y Alegría