
Opinión
Seguridad privada y Fuerza Pública: alianza para un país que quiere avanzar
La seguridad es la base para la inversión nacional y extranjera, la movilidad social, el turismo, el empleo y la paz territorial. No se basa solo en fuerza. Requiere de confianza, alianzas, tecnología e inteligencia colectiva.
Hablar de seguridad en Colombia hoy es hablar de un desafío complejo, dinámico y profundamente humano. Como country president de Securitas Colombia y Ecuador, y con más de dos décadas trabajando en liderazgo estratégico, estoy convencida de que la seguridad privada tiene un rol esencial en este momento del país: podemos ser el mejor aliado de la Fuerza Pública y de las comunidades para construir entornos más seguros, sostenibles y resilientes.
Mi convicción es clara: la seguridad privada debe dejar de verse como un actor secundario y empezar a consolidarse como un aliado estratégico del Estado, capaz de aportar capacidades reales en prevención, protección y confianza ciudadana, en un momento donde el país más lo necesita.
La seguridad no puede seguir siendo entendida como un esfuerzo exclusivo del Estado. Los retos que enfrentamos, desde nuevas formas de criminalidad hasta la presión sobre los territorios, pasando por la desconfianza institucional, exigen una respuesta articulada. Desde el sector privado tenemos capacidades reales: conocimiento del entorno, cercanía con las comunidades, tecnología de punta y miles de hombres y mujeres comprometidos con proteger la vida y los activos de millones de colombianos.
Hoy, la seguridad privada en Colombia reúne a más de 400.000 personas, según datos del Ministerio del trabajo; una verdadera red nacional con presencia en cada rincón del país. Desde Securitas, propongo que esa red se convierta en una extensión estratégica de la seguridad ciudadana, no para sustituir a la Fuerza Pública, sino para complementarla con inteligencia, disuasión, prevención y respuesta oportuna.
Territorios seguros para un país en transformación
Una verdadera estrategia de territorios seguros podría aliviar muchas de las tensiones que enfrentamos actualmente. Estamos en un entorno especialmente sensible: se aproximan elecciones locales y regionales, avanza la ejecución de grandes proyectos de infraestructura, la incertidumbre económica crece y, en muchos lugares, las condiciones sociales siguen siendo frágiles.
Desde proteger los hogares, que son nuestro lugar más sagrado, hasta asegurar los entornos por donde transitamos y también transita nuestro desarrollo económico, el trabajo de la seguridad privada es cada vez más transversal. Proteger el territorio es proteger la vida, la inversión y la esperanza, y por eso es tan importante hablar hoy de territorios protegidos por la seguridad privada.
La vigilancia tradicional se ha transformado en una gestión del riesgo más sofisticada, más humana y tecnológica. En Securitas lo sabemos: acompañamos a las personas, a las empresas y a las comunidades desde el lugar más íntimo, como la puerta de una vivienda o el ingreso a una oficina, hasta los grandes sistemas de transporte, puertos, aeropuertos y obras estratégicas.
No somos solo observadores. Somos presencia preventiva, soporte operativo y articuladores de confianza. Y esa confianza es el activo más valioso que puede tener un país en tiempos de incertidumbre.
Estamos dejando atrás la imagen tradicional del vigilante que simplemente cuida una puerta. En Securitas, y en muchas compañías del sector, ya hablamos de analítica predictiva, videovigilancia inteligente, sistemas remotos, sensores, drones y data en tiempo real. Esa infraestructura tecnológica —ya operativa en zonas francas, sectores financieros, parques industriales y eventos masivos— puede escalarse y ponerse al servicio del país, en coordinación con las autoridades.
Además, trabajamos en formación ciudadana y cultura del autocuidado, convencidos de que la seguridad también se construye desde lo social. Nuestro rol va más allá del control: somos gestores del riesgo y promotores de confianza.
Seguridad para el desarrollo
Creo en una seguridad con propósito, con dignidad laboral, con formación continua y con vocación de servicio. Mi compromiso ha sido siempre profesionalizar el sector, visibilizar su valor estratégico y poner al ser humano en el centro.
Hoy, el país necesita una nueva arquitectura de seguridad. Ya no funciona la lógica fragmentada. Propongo una estructura colaborativa, donde la Fuerza Pública, la seguridad privada, las autoridades locales, las empresas y la comunidad trabajen como un solo ecosistema. Hemos visto resultados positivos en zonas como La Calera, en Cundinamarca, donde existen modelos de vigilancia integrada público-privada, y creo firmemente que podemos replicarlos y mejorarlos.
La seguridad no es un fin en sí mismo: es la base para la inversión nacional y extranjera, la movilidad social, el turismo, el empleo y la paz territorial. Sin seguridad, nada de eso es posible. Pero la seguridad que necesitamos no se basa solo en fuerza: se basa en confianza, en alianzas, en tecnología y en inteligencia colectiva.
Apostamos por Colombia, con una visión moderna, humana y estratégica de la seguridad. Hoy más que nunca, necesitamos sumar. Y en esa suma, la seguridad privada está lista para ser parte activa de la solución que el país necesita.
Sandra Carvajal Villamizar, country president de Securitas Colombia y Ecuador