Vaticano
Así es la pugna que existe en el Vaticano entre liberales y conservadores por el papado. ¿Quién reemplazará a Francisco?
Con el cónclave iniciando en menos de una semana, las corrientes conservadoras y liberales de la Iglesia católica se enfrentan para elegir el sucesor del papa Francisco y decidir el futuro del Vaticano.


Francisco tomó por sorpresa al mundo cuando, en 2013, se convirtió en el primer papa argentino y jesuita de la historia. Pero más allá de la sorpresa por su aterrizaje inédito en el Vaticano, él empezó a romper con estructuras que parecían intocables para las ramas más conservadoras dentro de la religión. No quiso llevar ostentosos objetos, renunció a tronos, limusinas y joyas, y siempre se enfocó en no comportarse como un monarca intocable, sino como un ser humano más.
Esta no fue la única transformación del papa Francisco. Hubo otras que causaron molestias entre el sector más radical de la Iglesia católica. Por ejemplo, aprobó bendecir a las parejas homosexuales y brindar sacramento a los divorciados. Todo esto, además de su abierta lucha contra las injusticias en el mundo y tomar un papel mucho más protagónico en cuestiones como el cambio climático o sus opiniones sobre las guerras que han asolado al mundo.
Con su fallecimiento el pasado 21 de abril, el pontífice argentino deja un hueco difícil de llenar, pero que a partir de este miércoles 7 de mayo tendrá a 133 cardenales votando para elegir a su sucesor en medio de la pugna que se vive entre liberales y conservadores para sentar su posición con la elección de un nuevo papa. Pero esta no es una confrontación coyuntural. Se trata de una lucha que se ha venido librando en los pasillos del Vaticano durante la última década.
El lado conservador enfatiza la defensa estricta de la doctrina tradicional, la moral sexual, la liturgia en latín y una visión más jerárquica y clerical de la Iglesia, y por eso, fue que estallaron contra las visiones del papa Francisco.
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Un hecho que marcó esta pugna fue la pelea entre el pontífice y el cardenal estadounidense, Raymond Leo Burke. Primero, el sumo pontífice lo quitó del Vaticano y lo envió a un puesto simbólico en la orden de Malta, en 2014. Pero posteriormente, Burke lideró la resistencia contra Francisco, al punto en que él y otros tres cardenales enviaron una carta con “Dubia” (dudas formales) al papa, exigiendo aclaraciones sobre el acceso a la comunión de divorciados vueltos a casar. Nunca respondió a las misivas y después despojó a Burke de su apartamento en la Santa Sede, catalogándolo de ser “un enemigo de la Iglesia”.

Esta pelea, que se vio a la luz pública, evidenció que iba más allá de una disputa personal: representa la fractura entre dos visiones. Por un lado, una estructura doctrinal rígida y jerárquica, enfocada en preservar la tradición, tal como fue codificada durante siglos. Por el otro, una iniciativa más pastoral, abierta al diálogo con el mundo moderno, y dispuesta a reformular algunos aspectos de la práctica eclesial sin alterar el núcleo de la doctrina.
En opinión del vaticanista Hernán Olano, en diálogo con SEMANA, la división existe y es significativa, aunque no necesariamente en términos ideológicos rígidos como en la política secular, sino más bien en visiones pastorales y eclesiológicas. “Muchos cardenales buscan un punto medio, pero hay un bloque minoritario muy crítico con el rumbo actual, como se vio en las ‘dubia’ formuladas por algunos cardenales antes del Sínodo de la Sinodalidad”, señala el experto.
La tensión es evidente en temas como la liturgia tradicional, el rol de las mujeres, la bendición de parejas en situaciones irregulares y el enfoque sobre el celibato y los ministerios. Para muchos fieles, esto no es solo un conflicto ideológico, sino una batalla por el alma y el futuro de la Iglesia católica. Aunque también existe la creencia de que el papa Francisco cambió la forma en la que se ve a los pontífices para siempre.
“Difícilmente, un papa, sea de la línea que quede, va a volver al Palacio Apostólico. Sería impopular después de un papa que brilló por su humildad, por sus zapatos negros y rotos. Francisco renunció a la limusina, viajaba en transporte público cuando no tenía que estar tan protegido por la seguridad. También va a ser difícil que un papa vuelva a colocarse algunas prendas o a usar la indumentaria que usaron los papas anteriores, como los zapatos rojos”, asegura el padre José Yamid Castiblanco, profesor de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad Javeriana.

¿Preparado para el futuro?
Con la figura del papa Francisco en la bandera de los reformistas de la Iglesia, esperan seguir al mando del Vaticano. De allí emergen figuras como las del cardenal filipino Luis Antonio Tagle, el italiano Matteo Zuppi o el exsecretario de Estado del fallecido pontífice, Pietro Parolin. Unos más liberales que otros, pero que parecen partir como favoritos de dicha ala. Mientras que en los conservadores está el húngaro Péter Erdo o el guineano Robert Sarah.
Pero más allá de que algunas figuras se han hecho muy famosas en redes sociales, el destino del Vaticano estará en las manos de los 133 cardenales electores, de los cuales más de un centenar fue electo por el papa Francisco, en lo que se cree que fue una maniobra del argentino para asegurar que el destino de la Iglesia quedara en manos de reformistas o al menos de centristas, y no de conservadores.
“Francisco amplió la representatividad de Asia, África y América Latina, eligió obispos con sensibilidad social, cercanos al pueblo, no necesariamente teólogos famosos ni curiales poderosos. Esto le da una base sólida de electores que simpatizan con su visión, aunque no todos piensan igual en todo. Sin embargo, el Espíritu Santo y las dinámicas internas del cónclave hacen que la elección no sea matemática: puede haber sorpresas, alianzas inesperadas o una búsqueda de equilibrio que termine eligiendo a alguien de perfil conciliador”, puntualiza Olano.

Las razones de los nombramientos de Francisco también se deben a sus temores, por los conspiradores que había en su contra en el Vaticano en su momento, como llegó a afirmar en 2021, después de que fuera intervenido quirúrgicamente y asegurara: “Algunos me querían muerto. Sé que ha habido encuentros entre prelados que pensaban que el papa estaba más grave de lo que se decía. Preparaban el cónclave”, dijo en una reunión a puerta cerrada con los miembros de la Compañía de Jesús. Conspiraciones que luego diarios italianos confirmaron.
Quizá la mayor preocupación de Francisco era conservar su legado, algo que hoy parece muy probable que pueda conseguir, a pesar de lo ruidosa que ha sido su oposición. “Si llegara al papado alguno de estos cardenales (conservadores), por supuesto que el legado estaría en riesgo, al igual que este tipo de avances o de aperturas pastorales. ¿Qué tan probable sea que estos que me menciona queden? Yo veo que la probabilidad es baja en razón a que el colegio cardenalicio, en un 80 % más o menos, creo, fue elegido durante el pontificado de Francisco”, dice el padre Castiblanco.
Por ahora, es cuestión de días que inicie el cónclave en el Vaticano para que se empiece a discutir y votar quién será el sucesor del papa Francisco. Con los ojos del mundo puestos en Roma, estará por verse si los reformistas liberales o conciliadores logran tener el puesto o los conservadores llegan al poder papal, en lo que expertos señalan que sería una sorpresa. El humo blanco se hace esperar.