Diplomacia
¿Colombia podría tener secretario general de Naciones Unidas? Los secretos de la elección que tiene en el sonajero a Santos y Duque
La carrera por el cargo más codiciado y difícil del planeta ya comenzó. Suenan los expresidentes colombianos Iván Duque y Juan Manuel Santos, pero el tablero es complejo.
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El cargo de secretario general de las Naciones Unidas es uno de los más codiciados del mundo. El proceso siempre ha acaparado la atención de los líderes más poderosos y allí se suelen poner bajo la mesa todo tipo de presiones, consideraciones e intereses. Pero quizás pocas veces en la historia una elección había sido tan fundamental como la que viene, que irrumpe en medio de la crisis de la organización y de un planeta en donde la guerra es la constante. En esa carrera histórica, dos expresidentes colombianos, Iván Duque y Juan Manuel Santos, podrían tener chance de quedarse con esa silla. ¿Les alcanzará?
Los ojos del mundo están encima de las Naciones Unidas. Y no precisamente con simpatía. “El próximo secretario general tendrá el cargo más difícil del planeta. Y casi que se podría decir que este rol será de vida o muerte para el futuro de la ONU”, sostiene Andrés Rugeles, vicepresidente del Consejo de Relaciones Internacionales y exembajador ante este organismo en Nueva York.
La organización, creada en 1945 para evitar que un evento tan devastador como la Segunda Guerra Mundial se repitiera, está –a juicio de muchos– fallándole a la humanidad. Dejó de ser esa institución icónica y emblemática que todos asociaban a la paloma blanca con la ramita de olivo y se convirtió en el eje de críticas feroces.
Falta solo ver los discursos de los líderes del mundo en la pasada Asamblea General para saber que algo no está bien en casa. Desde Donald Trump hasta Gustavo Petro cuestionaron su misión.

El presidente de Estados Unidos dijo que la ONU tiene “un potencial enorme, pero no se acerca siquiera a cumplirlo”. Aseguró que muchas de las misiones que emprende “son palabras vacías y las palabras vacías no resuelven la guerra”.
En eso quizás fue en lo único en lo que el presidente Petro coincidió con la Casa Blanca. “Naciones Unidas ve su crisis y la necesidad de su transformación; aquí se reúnen Estados-nación que ya no tienen poder”, aseguró el mandatario. Dijo que la organización comete errores “infantiles”.
El secretario de las Naciones Unidas no la tiene fácil. El rol de la organización es cuestionado por sus escasos resultados en Ucrania y el Medio Oriente. Vladímir Putin es una amenaza para Europa, y la guerra en Gaza, además de dolorosa, divide al mundo y lo pone en jaque. La lucha contra el cambio climático, otra causa de la ONU, está fracasando y no cuenta aún con los principales jugadores en este problema (China y Estados Unidos).

“La elección del nuevo secretario general de las Naciones Unidas es crucial. Deberá enfrentar un mundo en profunda transición, las crecientes tensiones y conflictos regionales y globales, así como ataques a la efectividad del multilateralismo”, asegura el excanciller Guillermo Fernández de Soto, quien también fue embajador ante este organismo. Trump se retiró de la OMS y del Acuerdo de París, y, con su política arancelaria, dejó en jaque a la OMC.
El próximo secretario general, además, recibirá la organización sin plata. La Casa Blanca aporta el 22 por ciento de los recursos de esta entidad. Países como Francia, Reino Unido, Italia o Alemania están entre el 2 y el 4 por ciento. Trump recortó sus aportes y la tiene al límite.
La persona que pueda llegar a montar ese potro en estos momentos es entonces de vital importancia para la humanidad. Hoy la elección tiene una particularidad: aunque no hay una regla escrita, se tiene claro que el turno le corresponde en este momento a América Latina.

Al continente no le tocaba su turno desde que el peruano Javier Pérez de Cuéllar ocupó esta dignidad de 1982 a 1991. Luego siguió Boutros Boutros-Ghali, de Egipto, de 1992 a 1996; Kofi Annan, de Ghana, entre 1997 y 2006; Ban Ki-Moon, de Corea del Sur, entre 2007 y 2016, y António Guterres, de Portugal, de 2017 a la fecha.
Esa carrera que emprende el continente incluye una amplia baraja de candidatos. En el sonajero por Colombia están Juan Manuel Santos e Iván Duque. Aunque ninguno de los dos asegura estar participando, sus nombres generan simpatía.
Por un lado, el expresidente Santos llegaría a esa competencia con la credencial de ser un nobel de paz y como líder de prestigiosas organizaciones internacionales. Por ejemplo, preside The Elders, fundada por Nelson Mandela. Además, forma parte de la Junta Directiva de la Fundación Rockefeller y es el fundador de Compaz.

El expresidente Iván Duque también suena. Como reveló Mauricio Vargas en El Tiempo, el exmandatario está en la baraja para integrar la “Junta de Paz” que se podría conformar para Gaza, presidida por Trump, y en la que Tony Blair desempeñaría un papel clave. Duque tiene un rol importante en la región, pues pertenece a la Comisión de la Cepal que redacta el reporte sobre el futuro de América Latina. Con su Fundación I+D y su participación en Concordia, Duque ha liderado temas globales, como la protección de la Amazonia.
La candidatura de los dos colombianos es viable, pero tiene dos escollos. El primero es que no serían postulados por el presidente Petro, quien tiene una enorme animadversión por Duque, pero tampoco gusta de Santos desde que el exmandatario –para evitar que siguiera corriendo la tesis del petrosantismo– decidió atacarlo. Así las cosas, tendrían que ser postulados por otro país, pero, como hay cambio de Gobierno, sí podrían terminar siendo apoyados por su propia casa.
El segundo es que hay una corriente internacional para que al cargo llegue una mujer. “Durante la reunión sobre El Pacto para el Futuro en la ONU, propuse que una mujer debería ser la próxima secretaria general de esa organización”, dijo el mismo Santos en un trino ante los rumores de su aspiración.

La baraja de mujeres es nutrida. “Ya están sobre el tapete los nombres de cinco mujeres latinoamericanas que aspiran a la Secretaría General de la ONU en 2027. Le correspondería a la ganadora un momento de crisis, no solamente de la organización, sino del mundo entero: tremendo desafío”, le dijo el excanciller Julio Londoño Paredes a SEMANA.
Saltó ya al ruedo, por ejemplo, Michelle Bachelet, postulada por el presidente Gabriel Boric. La expresidenta de Chile llega tras ser alta comisionada para los Derechos Humanos y directora de ONU Mujeres. “Nunca en sus 80 años de historia la organización ha tenido una mujer como secretaria general, y eso es algo que hay que remediar”, aseguró el mandatario chileno en la Asamblea General.
La postulación de Bachelet pone en suspenso la de la mexicana Alicia Bárcena. La exministra fue secretaria ejecutiva de la Cepal, pero la prensa ha revelado que ella declinaría su aspiración para apoyar a la chilena.

La tercera que suena es Mia Mottley, la primera mujer en ser primera ministra de Barbados, en 2018. Contaría casi que automáticamente con el respaldo de todos los países del Caribe y de África. Mottley, además, es reconocida como una líder mundial de la lucha contra el cambio climático y viene de uno de los países que podrían desaparecer por esa causa.
La cuarta en la baraja es Rebeca Grynspan, exministra y vicepresidenta de Costa Rica y directora regional del PNUD para América Latina y el Caribe. Y la quinta es María Fernanda Espinosa, excanciller y exministra de Ecuador. Suena también otro hombre: el argentino Rafael Grossi, director general del Organismo Internacional de Energía Atómica (Oiea) desde 2019.

El proceso tiene un gran sello de garantía y es que estará liderado por Alemania. Annalena Baerbock, exministra de Asuntos Exteriores, es la presidenta de la Asamblea General y ha dejado claro que la elección es su prioridad. “La selección del próximo secretario general estará en el centro del 80.º periodo de sesiones. La transparencia y la inclusividad serán claves. Organizaré un proceso de selección en línea con las resoluciones de la Asamblea General y aprovechando las mejores lecciones del pasado”, dijo recientemente. Faltan varios meses para que esta elección tome forma, pero muchas cartas ya están echadas.