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El papa conmueve al mundo en su gira en Asia: pide luchar contra el extremismo que distorsiona la religión, mediante la violencia
Su maratónica gira por cuatro países del sudeste asiático y Oceanía (Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor y Singapur) estaba originalmente prevista en 2020, pero fue aplazada por la pandemia de la covid-19.
El papa Francisco, de 87 años, pidió este miércoles en Yakarta “fortalecer el diálogo interreligioso” para luchar contra “el extremismo y la intolerancia”, en el inicio de su larga gira por Asia y el Pacífico.
El diálogo interreligioso es uno de los temas principales de esta visita de tres días a Indonesia, que incluye una reunión el jueves con representantes de las seis confesiones oficialmente reconocidas en el país.
Este diálogo es “indispensable para enfrentar desafíos comunes, incluida la lucha contra el extremismo y la intolerancia, que, al distorsionar la religión, intentan imponerse mediante el engaño y la violencia”, dijo Francisco en un discurso en el palacio presidencial.
En buena forma y sonriendo, el papa argentino fue recibido en el palacio Merdeka por el presidente saliente de Indonesia, Joko Widodo, con quien habló en privado.
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Indonesia lucha desde hace décadas contra el extremismo islamista, que culminó con los atentados en la isla de Bali de 2002 que mataron a 202 personas. El papa también habló de la situación internacional y aseguró que los conflictos violentos son a menudo “el resultado (...) de hacer prevalecer a toda costa los intereses, la posición o la narrativa histórica parcial de uno, incluso cuando esto conlleva un sufrimiento interminable para comunidades enteras y resulta en verdaderas guerras sangrientas”, dijo el pontífice.
“Libertad y tolerancia, esto es lo que Indonesia y el Vaticano desean propagar”, respondió Widodo. Cientos de niños y jóvenes con trajes tradicionales y banderas de Indonesia y del Vaticano recibieron a Francisco, que también presenció un desfile militar y escuchó los himnos de ambos países.
El mismo fervor se sintió por la tarde en la catedral de Nuestra Señora de la Asunción, donde el líder de los 1.300 millones de católicos alentó al clero local a la “fraternidad”, invitándolos a permanecer “abiertos y amigos de todos”. La visita del papa recuerda que “no solo estamos cerca del pueblo indonesio, sino también de otras religiones”, dijo Caroline, una monja de 45 años de las Hermanas de la Caridad de Sumatra.
Después de 13 horas de vuelo el martes, Francisco, que se desplaza en silla de ruedas, se tomó medio día de descanso, aunque no parece estar sufriendo del desfase horario, ni del calor húmedo en la capital indonesia. Francisco es el tercer papa que visita Indonesia, después de Pablo VI en 1970 y Juan Pablo II en 1989.
El miércoles también habló de la tasa de natalidad. “En su país, la gente tiene tres, cuatro o cinco hijos, es un ejemplo para todos los países, mientras que algunos prefieren tener solo un gato o un perro pequeño. Esto no puede salir bien”, dijo Francisco, a lo que Widodo respondió con una sonrisa. Indonesia, un archipiélago de 17.500 islas, alberga la mayor población musulmana del mundo (242 millones, el 87% de los habitantes) y tiene unos ocho millones de católicos (menos del 3%).
Durante la jornada, Jorge Bergoglio se reunió en privado con miembros de la Compañía de Jesús (la orden jesuita, a la que pertenece) en la nunciatura apostólica de la Santa Sede, la embajada del Vaticano, como siempre suele hacer en sus viajes al extranjero. El miércoles terminará la jornada con un encuentro con jóvenes de la red Scholas Occurrentes, un movimiento educativo originalmente destinado a ayudar a los niños de las zonas desfavorecidas de Buenos Aires.
Su maratónica gira por cuatro países del sudeste asiático y Oceanía (Indonesia, Papúa Nueva Guinea, Timor Oriental y Singapur) estaba originalmente prevista en 2020, pero fue aplazada por la pandemia de la covid-19. El viernes tiene prevista su llegada a Papúa Nueva Guinea, luego irá a Timor Oriental y terminará en Singapur, donde el 13 de septiembre habrá completado un viaje de 32.000 km, el más largo desde que fue elegido papa en 2013.
Este viaje, su número 45 al extranjero, supone un desafío físico para el jesuita argentino, que ha sufrido numerosos problemas de salud en los últimos años.
*Con información de la AFP.