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El papa defenderá a los migrantes en su viaje a Marsella por la compasión con quienes arriesgan su vida en el Mediterráneo
La visita coincide con un aumento del número de llegadas de migrantes a Italia, que ha reavivado el viejo y amargo debate sobre las políticas de asilo de los países europeos.
El pontífice realiza un viaje de dos días a la segunda ciudad de Francia, una puerta histórica de entrada para los migrantes, donde se espera que aborde las causas de este fenómeno, desde la pobreza al cambio climático.
También pedirá mayor tolerancia hacia los migrantes y probablemente señale los horrores que muchas sufren en el norte de África, donde son internadas en campos brutales o abandonados en medio del desierto por traficantes.
La visita coincide con un aumento del número de llegadas de migrantes a Italia, que ha reavivado el viejo y amargo debate sobre las políticas de asilo de los países europeos.
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Pero continúa desplazándose a menudo, centrándose en lo que el Vaticano llama las periferias: pequeñas comunidades católicas en países lejanos.
El motivo del viaje a Marsella, en el sur de Francia, es participar en un encuentro de obispos y jóvenes católicos de la región mediterránea.
Esta ciudad portuaria es un destino clave de muchos migrantes en el norte de África. También presenta algunos de los barrios más pobres del continente, muchos plagados por el narcotráfico.
Y algunos vecinos de Marsella se preguntan sin rodeos si el papa entiende los desafíos que puede representar la inmigración para la ciudad.
“No estoy del todo de acuerdo con el papa cuando dice que debemos acoger a todos los migrantes”, dice Yvette Devallois, 69 años. “Damos la bienvenida a los migrantes, pero tampoco podemos acoger toda la miseria del mundo”, agrega.
“El problema que me preocupa es el problema Mediterráneo (...) La explotación de migrantes es criminal”, insistió el papa Francisco.
Este año ya han muerto más de 2.300 migrantes intentando cruzar el Mediterráneo desde el norte de África, según las estadísticas de las Naciones Unidas.
“El Mediterráneo es un cementerio”
El evento “Mediterranean Meetings” (Encuentros mediterráneos) de Marsella tratará asuntos como la desigualdad económica, la migración y el cambio climático.
Se espera que el papa hable con los obispos del norte de África para abordar en particular los desafíos en esa zona.
“Es terrible. Por eso voy a Marsella”, añadió.
El papa iniciará su visita en la basílica de Notre-Dame de la Garde, un monumento simbólico que domina la ciudad, donde realizará una plegaria con el clero el viernes por la tarde.
Después habrá un momento de meditación con representantes de otras religiones frente al memorial dedicado a los navegantes y los migrantes fallecidos en el mar.
Familiaridad con Macron
El presidente francés, Emmanuel Macron, participará en esta misa final, lo que ha provocado controversia entre los partidos de izquierda en este país estrictamente laico.
Y algunos incluso acusan a Macron de haber pospuesto la presentación de una ley sobre el fin de vida -una propuesta mal vista por la Iglesia católica- para que no interfiriese en la visita.
El papa jesuita tiene una relación cordial con el mandatario francés, educado además en los jesuitas. Ambos líderes se han visto ya en tres ocasiones.
“Hay una familiaridad auténtica, una complicidad entre Macron y el papa”, afirma a AFP el reportero vaticanista Bernard Lecomte.
Francisco será el primer jefe de la Iglesia católica en visitar Francia desde que Benedicto XVI lo hiciera en 2008, y recorrerá con su papamóvil la avenida del Prado después de la misa.
*Con información de AFP