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El reloj del fin del mundo se ajusta: noticias desalentadoras para el mundo; ¿qué sucederá este martes?
El reloj del juicio final advierte cuán cerca está el mundo de desaparecer; esto por cuenta de tecnologías diseñadas por el propio ser humano.
El fin de la humanidad ha centrado uno de los principales temas de discusión en el que no solo ha chocado la religión, sino diferentes investigadores, esto con el fin de vaticinar cuán cerca está el planeta Tierra de su exterminio total. En un intento por tener una nueva noción del momento en el que todo se acabe, un grupo de científicos creó en 1947 el ‘Doomsday Clock’ o Reloj del Apocalipsis.
La expectativa está depositada en este martes 24 de enero, cuando se prevé que el Boletín de los Científicos Atómicos, como se les conoce, anuncie si hay una modificación o no en las manecillas. Su decisión será transmitida en vivo a las 10:00 a.m. y podría suponer una nueva advertencia para el mundo frente a las distintas amenazas que le rodean.
Hace 75 años, integrantes del Proyecto Manhattan, creado para el desarrollo de armas nucleares, crearon el Boletín de Científicos Atómicos, la publicación de un grupo que pretende alertar al público.
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En principio, su creación estuvo motivada por los riesgos de una guerra nuclear, de manera que cuando se llegue a las 12 en punto, será el indicio de que ha llegado el fin. Con el tiempo, nuevas amenazas obligaron a que se hicieran ajustes; por ejemplo, el cambio climático y otro tipo de catástrofes (que han llevado a un panorama incierto).
¿Una nueva amenaza?
En un mes se cumple exactamente un año desde que se agudizó el conflicto entre Rusia y Ucrania, mismo que mantiene en alerta a buena parte de la comunidad internacional. Su detonación se sumó a la lista de exposiciones de una confrontación a escala global, (no solo en lo que respecta a Europa del este) y ha llevado a avivar nuevos escenarios con otro tipo de temores.
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Los científicos han reiniciado el minutero 24 veces desde que el artefacto, utilizado como una metáfora, se puso en marcha hace casi un siglo. La modificación más reciente tuvo lugar hace dos años cuando se hizo un cambio de dos minutos para la media noche, a solo 100 segundos de la marca final.
“El mayor peligro para la humanidad provenía de las armas nucleares, en particular de la perspectiva de que Estados Unidos y la Unión Soviética se encaminaban a una carrera armamentista nuclear. El Boletín consideró posibles interrupciones catastróficas del cambio climático en sus deliberaciones sobre la colocación de manos por primera vez en 2007″, explicó el grupo de expertos en su página oficial.
¿Se acerca el fin de la humanidad?
En 1991, hace más de tres décadas, con el fin de la Guerra Fría y luego de que se alcanzaran puntos en común para la no proliferación de armas entre Rusia y Estados Unidos, el reloj del juicio final ubicó sus manecillas en 17 minutos para la medianoche, es decir, la mayor distancia.
Problemáticas a escala mundial en los últimos dos años, como la pandemia de coronavirus y la guerra entre Kiev y Moscú, podrían indicar que (en esta ocasión) los expertos consideren acercar el minutero hacia las 12 en punto. Sin embargo, nada está escrito y la decisión se conocerá este martes. En cuanto a quién decide la hora, el Boletín ahondó en aquellos que participan en su veredicto.
“La junta está compuesta por científicos y otros expertos con un profundo conocimiento de la tecnología nuclear y la ciencia del clima, que a menudo brindan asesoramiento experto a gobiernos y agencias internacionales. Consultan ampliamente con sus colegas en una variedad de disciplinas y también buscan las opiniones de la Junta de patrocinadores del Boletín”, añade la publicación académica.
El cambio climático y las constantes advertencias de organismos internacionales como Naciones Unidas sobre el riesgo en la Tierra, así como los llamados a todos los gobiernos, representan otra alerta que puede tenerse en cuenta para predecir si el minutero estará más cerca o lejos de marcar las 12.
Así funciona la cámara del fin del mundo
Con el fin de estar preparados ante un eventual desastre natural u otro episodio que suponga una amenaza global, está lo que se conoce como el Banco Mundial de Semillas o la cámara del fin del mundo. Es una iniciativa puesta en marcha durante varios años, que ha reservado una muestra de ejemplares existentes.
El propósito principal es contar con una base con la cual replicarlas, de ser necesario; de forma que se reduzca el riesgo de una amenaza a la seguridad alimentaria en la Tierra. Está compuesta por un depósito, cuyo edificio es propiedad de Noruega, y quiere tener una “copia de seguridad” frente a emergencias que no dejen otra alternativa más que utilizarlo para garantizar la supervivencia.
Esta se localiza a más de 1.000 kilómetros del Polo Norte, en la isla de Spitsbergen del archipiélago noruego de Svalbard y ha sido. El diario El País refleja que el lugar dispone de por lo menos 6.000 referencias de todos los climas y de cada continente.
“Las personas que experimentan inseguridad alimentaria moderada ven reducida la calidad y/o cantidad de sus alimentos y no están seguras de su capacidad para obtener alimentos debido a la falta de dinero u otros recursos”, indica la FAO en su página oficial sobre el panorama de hambre.
“La inseguridad (...) moderada puede aumentar el riesgo de algunas formas de malnutrición, como el retraso en el crecimiento en los niños, las carencias de micronutrientes o la obesidad en los adultos”, agrega el organismo.
Las personas que atraviesan una condición “severa se han quedado sin alimentos y, en el peor de los casos, han pasado días sin comer. Este grupo (...) son los que llamamos “hambrientos”. El número de personas en situación (...) severa derivado de la FIES (escala de medición) complementa el número de personas hambrientas determinado en base a la POU”, añadió la FAO.
De acuerdo con el diario español,, la dependencia a unas cuantas especias elevó la alarma en la Oficina de Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO). A la preocupación de esa dependencia se sumó el Banco Mundial, que insistió en la necesidad de salvaguardar las semillas; de forma que el planeta, cuyos habitantes superan los 8.000 millones, pudiera tener ‘tranquilidad’.