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Este es el duro castigo para los cardenales que revelen secretos del cónclave
Las votaciones para elegir al próximo papa se hacen en medio de un extremo secretismo de parte de todos los involucrados.


En pleno desarrollo del cónclave para elegir al sucesor del papa Francisco, la Iglesia Católica reitera la severidad de las sanciones para aquellos cardenales que violen el estricto secreto que rige este proceso.
La Constitución Apostólica Universi Dominici Gregis, promulgada por Juan Pablo II en 1996, establece que cualquier filtración de información relacionada con la elección papal puede acarrear la pena máxima de excomunión latae sententiae, es decir, automática y sin necesidad de juicio previo.
Esta normativa no solo prohíbe la divulgación de detalles sobre las votaciones, sino que también impide a los cardenales mantener correspondencia, realizar llamadas telefónicas o enviar mensajes durante el cónclave. Incluso el uso de redes sociales, como Twitter, está estrictamente vetado. La violación de estas disposiciones implica la excomunión reservada a la Sede Apostólica, lo que significa que solo el papa puede levantarla.

Antes de iniciar las votaciones en la Capilla Sixtina, los cardenales pronuncian un juramento solemne en el que prometen guardar secreto absoluto sobre todo lo relacionado con la elección del nuevo pontífice, como se pudo ver el miércoles en el inicio de las votaciones. Este compromiso se mantiene incluso después de concluido el cónclave, a menos que el mismo papa autorice expresamente la divulgación de información.
El cónclave actual, que comenzó el 7 de mayo de 2025, cuenta con la participación de 133 cardenales menores de 80 años. El proceso se lleva a cabo en la Capilla Sixtina, donde los cardenales permanecen aislados del mundo exterior hasta que se elija al nuevo papa. Las votaciones se realizan en secreto, y se requieren al menos 89 votos (dos tercios) para que un candidato sea elegido.

La primera votación concluyó sin éxito, como lo indicó la fumata negra que emergió de la chimenea de la Capilla Sixtina. Este resultado no es inusual, ya que solo el papa Pío XII fue elegido en el primer día de cónclave. Se espera que las votaciones continúen en los días siguientes hasta que se alcance un consenso.
El secreto del cónclave no solo busca proteger la integridad del proceso electoral, sino también preservar la libertad de los cardenales para votar sin presiones externas. La Iglesia considera que la elección del papa es un acto guiado por el Espíritu Santo, y cualquier interferencia humana podría comprometer la legitimidad del resultado.
Además de los cardenales, todas las personas que participan en el cónclave, como técnicos, médicos y personal de servicio, deben prestar juramento de confidencialidad. La violación de este juramento también puede conllevar la excomunión.