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Alain (L) y Dafroza Gauthier (Photo by FRANCOIS NASCIMBENI / AFP) | Foto: AFP

MUNDO

La extraordinaria historia de los Gauthier, una vida de lucha por las víctimas del genocidio en Ruanda

El genocidio contra la minoría tutsi en Ruanda, a manos del régimen extremista hutu entonces en el poder, causó más de 800.000 muertos entre abril y julio de 1994 y sumió a este pequeño país en el abismo.

4 de abril de 2024

A imagen de los cazadores de nazis, Dafroza y Alain Gauthier consagraron su vida hace casi 30 años a hallar a los autores del genocidio de tutsis en Ruanda, que buscaron refugio en Francia, donde ya se condenó a siete hombres.

“Cuando localizamos el asesino, vamos al lugar del crimen en Ruanda, buscamos si hay sobrevivientes y comenzamos la investigación”, explica Dafroza a un grupo de sorprendidos alumnos de secundaria en Reims, en el norte de Francia.

Es final de marzo y un centenar de alumnos de último año abarrotan la sala donde Dafroza Mukarumongi-Gauthier, de 69 años, y su marido Alain, de 75 años, explican su batalla contra la “impunidad” y por la “justicia”. La pareja apodada “los Klarsfeld de Ruanda” --en referencia a Beate y Serge Klarsfeld que dedicaron su vida a hallar a nazis escondidos como Klaus Barbie en Bolivia-- también luchan porque el genocidio no caiga en el olvido.

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Alain (L) y Dafroza Gauthier han buscado la verdad en Ruanda (Photo by FRANCOIS NASCIMBENI / AFP) | Foto: AFP

Esta tragedia marcó sus vidas hace 30 años. A finales de febrero de 1994, Dafroza viaja a Kigali para ver a su familia, cuando la tensión en este país del este de África es ya fuerte, con milicianos hutus apostados en la capital. La mujer está “muy preocupada”. Su madre le pide que huya y se reúna con sus hijos en Francia. Aunque intenta sacar a su familia de Ruanda, no lo logra... y no la verá nunca más, dice a AFP, con el rostro aún marcado por el dolor.

Su madre fue asesinada a tiros el 8 de abril de 1994 ante la iglesia donde se había refugiado. “Tíos, sobrinos, primos...”, toda su familia del lado materno será exterminada, recuerda. El genocidio contra la minoría tutsi en Ruanda, a manos del régimen extremista hutu entonces en el poder, causó más de 800.000 muertos entre abril y julio de 1994 y sumió a este pequeño país en el abismo.

Los rostros de los alumnos están conmocionados por los testimonios de los sobrevivientes y las imágenes de las masacres incluidas en una película sobre los Gauthier, proyectada antes de la charla.

“Hicimos nuestro deber”

Las autoridades ruandesas han acusado durante mucho tiempo a Francia, que mantenía estrechas relaciones con el régimen hutu del presidente Juvénal Habyarimana, de “complicidad” en el genocidio. En 2021, una comisión de historiadores, creada a iniciativa del presidente francés, Emmanuel Macron, concluyó que su país tenía una “responsabilidad abrumadora” en las matanzas.

Muchos de los genocidas se refugiaron en Francia, donde disfrutaron de una acogida “indulgente”, denuncian los Gauthier. Tuvieron una vida anónima como médicos, sacerdotes, empleados municipales. Junto al Colectivo de las Partes Civiles por Ruanda fundado en 2001, la pareja está detrás de la gran mayoría de las denuncias presentadas en Francia contra estos ciudadanos ruandeses.

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Foto REUTERS/Djaffar Sabiti | Foto: REUTERS

De las más de 30 presentadas, algunas ya condujeron a la condena de siete hombres a penas de entre 14 años de prisión y cadena perpetua por su participación en el genocidio. “Afortunadamente, hicimos este trabajo por el bien de la justicia”, sino “ningún genocida habría sido juzgado y condenado en Francia”, ya que la fiscalía solo comenzó a investigar por propia iniciativa en 2019, asegura Alain.

El compromiso de los Gauthier les ha llevado a recorrer las colinas de Ruanda tres o cuatro veces al año --durante las vacaciones y ahora jubilados-- en busca de testimonios de sobrevivientes, exasesinos o prisioneros. Esta “justicia nos permite finalizar el duelo”, “rehabilitar a las víctimas”, abunda Dafroza, que, junto a su marido, pasaron noches de insomnio, atormentados por las historias de terror y el trauma de los sobrevivientes.

Muchas de las víctimas, cuyos cuerpos fueron arrojados a fosas comunes, no pudieron ser identificadas, por lo que “la única tumba” y “sepultura digna que podemos ofrecerles es la justicia”, subraya. La pareja considera “importante” la conmemoración el próximo domingo de los 30 años del genocidio, sobre todo para las nuevas generaciones que no lo vivieron, y estima que aportó su “pequeño grano de arena para la reconciliación en Ruanda”.

“Nosotros lo conmemoramos casi todos los días en nuestros corazones. Desde hace 30 años vivimos con ello”, asegura Dafroza, en cuya casa en Reims cuelga un retrato de su madre. “Hicimos nuestro deber”, subraya Alain.

*Con información de AFP