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Los impresionantes arsenales de la droga captagon que los rebeldes hallaron tras el colapso del régimen de Al Asad en Siria
La caída del régimen de Bashar al Asad ha dejado al descubierto millones de píldoras de la droga que convirtió a Siria en un narcoestado.
Los nuevos dirigentes de Siria prometieron el jueves instaurar un “Estado de derecho” tras años de abusos bajo el presidente Bashar al Asad, derrocado en una ofensiva relámpago liderada por islamistas, y mientras que el país respira un nuevo aire, los rebeldes hallan a diario en hangares y bases militares millones de píldoras captagon.
“Después de una inspección, supimos que era una fábrica de Maher al Asad (el hermano del expresidente) y su socio Amer Jiti”, dijo a la AFP Abu Malek al Shami, un combatiente de la coalición liderada por los rebeldes islamistas de Hayat Tahrir al Sham (HTS), que sorprendió al mundo entero al apoderarse de Siria en poco más de diez días.
La ofensiva fulgurante terminó derrocando a Al Asad, que escapó a Rusia, su gran aliado.
Pero hasta ahora se desconoce el paradero de su hermano, un temido jefe de la Cuarta División, la unidad de élite del ejército sirio, y considerado uno de los jefes de la red siria de captagon, una industria valorada en al menos 10.000 millones de dólares.
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En cuanto al diputado Amer Jiti, figura entre los sancionados por Washington y Londres. En Reino Unido está acusado de “facilitar la producción y el tráfico de drogas”.
Escondidas en cajas eléctricas
En los hangares de una cantera cercana a Damasco, Abu Malek al Shami (nombre de guerra) continúa la visita.
Hasta hace poco, las rampas del garaje subterráneo se utilizaban para cargar millones de pastillas beige sucias, hábilmente escondidas en las bobinas de cobre de las cajas eléctricas disponibles en el mercado.
“Es imposible de describir porque había muchas máquinas llenas de captagon listas para la exportación”, dijo Abu Malek.
En este cobertizo todavía hay cajas de las que se utilizaban para disimular la carga en los camiones de droga, como bolsas de soda cáustica —de Arabia Saudita, según las etiquetas—, el ingrediente principal de la metanfetamina, un estimulante como el captagon.
Estas drogas eran, de lejos, el primer producto de exportación de la Siria de Bashar al Asad, que tras catorce años de guerra, desencadenada por la sangrienta represión de unas manifestaciones prodemocracia, se convirtió en un paria internacional.
El conflicto ha dejado más de medio millón de muertos.
Estos son los impresionantes arsenales de droga de captagon, hallados por los rebeldes en hangares y bases militares, que se ha extendido mucho más allá de las fronteras de Siria, tras el dramático colapso del régimen de Bashar al Asad. https://t.co/if1kX8q65f pic.twitter.com/mvHvHwrftk
— Revista Semana (@RevistaSemana) December 13, 2024
Presión en el golfo
Además de unos jugosos beneficios financieros, el captagon también proporcionó un medio de presión diplomática al presidente desde que dejó de poder salir de Siria al ser persona non grata en buena parte del mundo.
Asad ha “utilizado el tráfico de captagon para presionar a los Estados del golfo, en particular a Arabia Saudita, para que reintegren a Siria en el mundo árabe”, aseguró Hesham Alghannam, investigador principal del Centro Carnegie para Oriente Medio.
En medio del caos de la guerra, esta droga se ha extendido mucho más allá de las fronteras de Siria.
Arabia Saudita constituye el mercado más grande. En ese país, el captagon es la droga de las fiestas de la élite adinerada. Allí, se trata de una droga discreta y, entre los trabajadores modestos, su consumo no constituye un tabú tan grande como el del alcohol. Esos empleados recurren a ella para seguir los ritmos infernales que les imponen sus superiores.
Según Alghannam, fue gracias a la explotación de estas adicciones que el régimen se reincorporó a la Liga Árabe en 2023. Poco antes de su caída, el presidente, elegido en 2000 por referéndum para suceder a su padre Hafez al Asad, fue recibido incluso con gran pompa en Abu Dabi y Riad.
Se quemó todo
A pesar de todo, Siria siguió produciendo millones de comprimidos de captagon, una anfetamina derivada de un fármaco que supuestamente trata la narcolepsia o el trastorno por déficit de atención.
Prueba de ello es el aeropuerto militar de Mazzeh, en las afueras de Damasco, donde los combatientes de HTS quemaron recientemente miles de tabletas de captagon en un hangar.
En otra sede de la Fuerza Aérea, se hallaron bolsas de las píldoras beige apiladas entre tabletas de viagra falsificadas y malas imitaciones de billetes de cien dólares.
Todos estos edificios están vinculados a un hombre: el todopoderoso hermano del presidente depuesto.
“Cuando entramos, descubrimos una gran cantidad de captagon. Quemamos todo”, dijo un combatiente de HTS que se identificó como Jatab.
La coalición rebelde HTS, que tiene la intención de liderar la Siria pos-Asad con su gobierno interino, terminará con la producción y exportación de captagon, asegura el combatiente Jatab.
Y ello, pese a que el negocio del captagon genere unos ingresos que superan todas las exportaciones legales combinadas de Siria, cuya industria está por los suelos.
*Con información de AFP.