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Papa León XIV ordena una misa de purificación tras hombre que orinó en una misa en el Vaticano
El hombre logró saltar las barreras y orinó en plena fuente de la Basílica de San Pedro.
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Por orden del papa León XIV, el Vaticano presidió este lunes un acto de reparación en la Basílica de San Pedro, luego de que un hombre orinara frente al altar mayor el pasado viernes. Se trata del tercer episodio de profanación en menos de un año en uno de los templos más sagrados para el catolicismo, lo que ha llevado al pontífice a endurecer el tono y convocar una ceremonia de purificación antes de que se reanuden las misas sobre la tumba del apóstol Pedro.
El incidente ocurrió cuando un ciudadano de Kosovo logró saltar las barreras que rodean el baldaquino de Bernini e intentó orinar sobre el altar de la Confesión. Los vigilantes del templo intervinieron en cuestión de segundos, evitando que el hombre concretara el acto, aunque su intento fue grabado en video y difundido por medios italianos como Il Tempo y la web Silere Non Possum, crítica con la gestión de la basílica.
El individuo fue detenido por la Gendarmería Vaticana y, posteriormente, entregado a las autoridades italianas. Hasta el momento, no se han esclarecido los motivos del ataque, aunque las autoridades no descartan que se trate de una persona con problemas mentales.

Una vez confirmado que el altar no sufrió daños, el papa ordenó celebrar un acto litúrgico de reparación, una ceremonia de carácter penitencial que se realiza cuando un lugar sagrado ha sido objeto de ofensas o actos sacrílegos. En la tradición católica, el altar simboliza a Cristo, por lo que cualquier agravio hacia él se considera una ofensa directa a la figura del Salvador.
El rito fue encabezado por el cardenal Mauro Gambetti, arcipreste de la basílica, quien junto con los sacerdotes del Capítulo guio las oraciones de expiación. Durante la ceremonia, el cardenal rezó el Credo, bendijo el agua, entonó letanías pidiendo perdón y asperjó el altar con agua bendita. Posteriormente, lo incensó, rezó el Padrenuestro con los fieles presentes y concluyó con una bendición solemne.

El objetivo del acto era purificar el altar y restablecer la dignidad del espacio sagrado, interrumpida por los gestos de profanación. Aunque la ceremonia fue sobria, su carga simbólica fue significativa: marca un giro en la gestión del nuevo pontífice, que ha decidido enfrentar públicamente estos incidentes en lugar de mantener un perfil bajo, como solía hacerse para evitar imitaciones.
El suceso se suma a otros dos episodios recientes. En febrero, un ciudadano rumano causó destrozos en el mismo altar al derribar seis candelabros, lo que costó al Vaticano unos 30.000 euros en restauración. Meses antes, en junio de 2023, otro hombre se desnudó y se subió al altar para protestar contra la guerra en Ucrania, pidiendo la liberación de niños retenidos por Rusia.