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Revelan el último mensaje del papa Francisco para quien será su sucesor
Francisco sintetizó lo que fue su propia guía de vida y su visión del liderazgo en la Iglesia.


Pocos días antes de su fallecimiento, el papa Francisco concedió una emotiva y profunda entrevista al sacerdote jesuita Pedro Chía, director de la oficina de comunicación de la Provincia de China de la Compañía de Jesús.
El diálogo, grabado en la intimidad de la biblioteca del Palacio Apostólico, se mantuvo reservado hasta después de su muerte y fue recientemente difundido, revelando las últimas reflexiones públicas del pontífice argentino.
En la entrevista, el pontífice, fiel a su estilo sencillo, directo y lleno de espiritualidad, dejó un consejo memorable para quien deba sucederlo en la conducción de la Iglesia católica.
Ante la pregunta sobre qué mensaje le transmitiría al futuro papa, Francisco respondió con la serenidad que lo caracterizaba: “Que rece… porque ya el Señor habla en la oración”.
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Con esas breves, pero profundas palabras, el obispo de Roma sintetizó lo que fue su propia guía de vida y su visión del liderazgo en la Iglesia: la necesidad de mantener un contacto constante y sincero con Dios a través de la oración. Para él, el verdadero camino para guiar a la Iglesia no pasa por el poder o la estrategia humana, sino por la escucha atenta de la voluntad divina.
El mensaje cobra un valor aún más simbólico y emotivo, dado que se conoce, después de su partida, como una especie de testamento espiritual destinado no solo a su sucesor, sino a toda la comunidad católica y a quienes lo admiraban en todo el mundo.

Francisco, quien será recordado como el “pastor de la periferia” y el “papa del pueblo”, construyó durante su pontificado un modelo de cercanía, misericordia y apertura. Siempre alentó a la Iglesia a salir de sí misma, a ir al encuentro de los necesitados y a ser un “hospital de campaña” en medio de las heridas del mundo.

La entrevista, cargada de significado, también reflejó la paz interior con la que Francisco encaró sus últimos días. No hubo en sus palabras amargura ni temor, sino una reafirmación tranquila de la fe que lo acompañó hasta el final de su vida.
El testimonio difundido por El Cronista confirma que, incluso en sus horas finales, el sumo sacerdote puso la oración en el centro del camino cristiano, subrayando que la comunicación con Dios es la brújula indispensable para cualquier liderazgo espiritual.