Subasta
Rubí gigante, toda una rareza de las piedras preciosas, fue subastado al precio récord de 34,8 millones de dólares en Nueva York
Un comprador anónimo de Oriente Medio ganó, vía telefónica, la puja por Estrela de Fura, piedra originaria de Mozambique, durante un remate en la casa Sotheby’s.
Solo las joyas más deslumbrantes por su brillo y tamaño son capaces de hacerle competencia, en materia de ganancias, al arte en las subastas de grandes casas como Christie’s o Sotheby’s.
Eso es justamente lo que acaba de pasar en Nueva York, donde un rubí gigante de 55,22 quilates, bautizado Estrela de Fura, el más grande jamás subastado, fue vendido este jueves en Nueva York por 34,8 millones de dólares, un récord, anunció la empresa Sotheby’s.
Cortada y tallada en una piedra en bruto de 101 quilates descubierta en septiembre en una mina de Montepeuz, en Mozambique, operada por la empresa Fura Gems, la joya fue la protagonista de esta subasta de joyas que incluyó 100 lotes.
Propuesto a un precio de salida de 21 millones de dólares, el rubí fue adjudicado en 30 millones, o 34,8 millones con honorarios y comisiones, a un comprador anónimo vía telefónica.
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Una portavoz de Sotheby’s dijo a la AFP que el comprador era un “coleccionista privado de Oriente Medio”, sin más detalles.
El récord anterior pertenecía a un rubí birmano de 25,59 quilates, vendido por 30,33 millones de dólares, incluidos los honorarios de Sotheby’s, en Ginebra en 2015.
La comercialización de esta joya extremadamente rara, expuesta en Hong Kong, Taipéi, Singapur, Ginebra, Dubái y Nueva York, fue un acontecimiento para el mundo de la joyería.
“Es una verdadera maravilla de la naturaleza. Cualquier rubí que sale de la tierra y termina superando los cinco quilates como rubí pulido es algo raro, dijeron los curadores de la célebre casa de subastas.
Un rubí de 10 quilates es muy raro. De 20 quilates casi nunca se ve. Un rubí de más de 50 quilates se da una vez en la vida”, dijo a la AFP el jefe de joyería para las Américas de Sotheby’s, Quig Bruning.
El récord estaba cantado desde que se anunció el remate, lo que habla claramente del prestigio de la joya, que ya en su estado original fue valorada por los gemólogos como un tesoro excepcional de la naturaleza, debido a su fluorescencia, su claridad y su intenso tono rojo conocido como ‘sangre de paloma’, que es por tradición el distintivo de los rubíes birmanos.
La piedra se volvió mucho más interesante a comienzos de este año, cuando un grupo de artesanos cortó y facetó la piedra para que adoptara su forma de cojín.
Gracias a este trabajo, la pieza produce múltiples reflejos internos, fruto también de su riqueza en cromo, gracias al cual irradia su fluorescencia ardiente característica, que transmite la ilusión de que está iluminada por dentro, informó Sotheby’s.
Durante la misma sesión de subasta, “The Eternal Pink”, un raro diamante rosa de 10,57 quilates, resultado de la explotación de una mina en Botsuana, fue vendido por el mismo precio de 34,8 millones de dólares, un récord por quilate (3,29 millones) para una piedra de este color.
El récord absoluto actual del precio de venta de un diamante rosa se alcanzó en Hong Kong en 2017, cuando la “Pink Star” (59,60 quilates) fue comercializada en 71,2 millones de dólares.