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Un distinguido investigador hace una aterradora predicción sobre la IA y el fin de la humanidad, ¿moriríamos en 200 años?
El análisis lo realizó un científico especializado en la búsqueda de inteligencia extraterrestre.
La inteligencia artificial es la simulación de procesos de inteligencia humana mediante máquinas, especialmente sistemas informáticos. Las aplicaciones específicas de la IA incluyen sistemas expertos, procesamiento del lenguaje natural, reconocimiento de voz y visión artificial.
A medida que se ha acelerado el revuelo en torno a la IA, los proveedores se han esforzado por promover cómo la utilizan sus productos y servicios, en algunas ocasiones, lo que llaman IA es simplemente un componente de la tecnología, como el aprendizaje automático.
En ese contexto, la inteligencia artificial (IA) puede tener el potencial de moldear el destino de las civilizaciones inteligentes en todo el universo, tal vez bajo su propio riesgo.
Un distinguido investigador inglés, especializado en radioastronomía y activamente involucrado en la Búsqueda de Inteligencia Extraterrestre (SETI), expresó su preocupación por la rápida progresión de las tecnologías de IA y la grave necesidad de regularlas.
A medida que las sociedades inteligentes evolucionan y experimentan con la IA, muchas pueden enfrentarse a la destrucción en apenas uno o dos siglos debido a la naturaleza abrumadora de la superinteligencia artificial (ASI) no regulada, según el experto, la cuenta regresiva podría no superar los 200 años para que la IA no regulada se convierta en un problema mayor.
Se trata de Michael Garret, el experto de la Universidad de Manchester, quien ha vinculado su experiencia de observación de los cielos con la absoluta ausencia de señales de otros seres inteligentes, un fenómeno denominado el “Gran Silencio”.
Este enigma contrasta marcadamente con la probabilidad de que existan condiciones propicias para la vida en otras partes del universo. Garrett ve la IA como un “gran filtro”, una barrera formidable que impide la existencia duradera y la evolución de la vida inteligente en toda la galaxia.
Sobre las posibilidades, el científico llegó a un pronóstico escalofriante para las civilizaciones fascinadas por el atractivo de la IA: el desarrollo desenfrenado de la inteligencia artificial general podría significar su rápida extinción. Su análisis implica que sin medidas regulatorias estrictas e inmediatas, las civilizaciones técnicas, incluso aquellas alejadas de la Tierra, pueden estar al borde del desastre.
La publicación de Garrett es un trampolín para los debates sobre la urgencia de la supervisión de la IA, haciéndose eco del sentimiento de que ignorar esta necesidad podría tener consecuencias nefastas para la humanidad y, por extensión, para cualquier civilización tecnológicamente avanzada del universo, según el analista Roman Rember.
En general, los sistemas de IA funcionan ingiriendo grandes cantidades de datos de entrenamiento etiquetados, analizando los datos en busca de correlaciones y patrones, y utilizando estos patrones para hacer predicciones sobre estados futuros. De esta manera, un chatbot que recibe ejemplos de texto puede aprender a generar intercambios realistas con personas, o una herramienta de reconocimiento de imágenes puede aprender a identificar y describir objetos en imágenes revisando millones de ejemplos.
La IA se ha vuelto fundamental para muchas de las empresas más grandes y exitosas de la actualidad, incluidas Alphabet, Apple, Microsoft y Meta, donde las tecnologías de IA se utilizan para mejorar las operaciones y superar a los competidores. En Google, filial de Alphabet, por ejemplo, la IA es fundamental para su motor de búsqueda, los coches autónomos de Waymo y Google Brain, que inventó la arquitectura de red neuronal transformadora que sustenta los recientes avances en el procesamiento del lenguaje natural.
A pesar de los riesgos potenciales, actualmente existen pocas regulaciones que rijan el uso de herramientas de IA y, cuando existen leyes, generalmente se refieren a la IA de manera indirecta.
El Reglamento General de Protección de Datos ( GDPR ) de la Unión Europea está considerando regulaciones de IA. Los estrictos límites del RGPD sobre cómo las empresas pueden utilizar los datos de los consumidores ya limitan la capacitación y la funcionalidad de muchas aplicaciones de IA orientadas al consumidor.