ESTADOS UNIDOS
El arma que pocos conocen del Pentágono, no dispara, pero es pieza clave en su logística militar
Una aeronave cisterna, con casi siete décadas en servicio, continúa siendo esencial para mantener la superioridad aérea de EE.UU.

Ante las constantes preocupaciones de la ciudadanía estadounidense por los recurrentes bombardeos entre Irán e Israel, el llamamiento al cese al fuego por parte del presidente Donald Trump ha logrado calmar significativamente las tensiones.
Aun así, es un momento oportuno para que la nación examine el poderoso arsenal militar que posee.
Pero con lo que pocos contaban era con la existencia de un ‘arma secreta’ en manos del Pentágono, capaz de proporcionar una ventaja crucial en una eventual guerra aérea.
Mientras los cielos estadounidenses están dominados por aviones como los bombarderos B-2 y los cazas F-16, F-22 y F-35, un protagonista mucho más discreto cumple una misión esencial: el KC-135 Stratotanker.
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Este avión cisterna, clave durante la Guerra Fría, atraviesa hoy una segunda juventud gracias a su versatilidad y eficiencia.
Según informó Xataka, a diferencia de otros modelos que se encargan del combate o el reconocimiento, el KC-135 cumple la función vital de repostar combustible en pleno vuelo, lo que permite a las aeronaves extender sus misiones sin regresar a tierra.
Su capacidad de mantener la presencia aérea estadounidense a nivel global es su principal valor estratégico.
El KC-135 surcó los cielos por primera vez en 1956, desarrollado a partir del prototipo Boeing 367-80, el mismo que dio origen al famoso 707.
Desde 1957 empezó a incorporarse a las bases militares del país y hoy, en 2025, sigue operando con 68 años de servicio en la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
De los más de 700 ejemplares construidos, muchos fueron modernizados. El cambio más notable ha sido la sustitución de sus motores originales por turbofanes CFM56, más potentes, eficientes y silenciosos.
Esto dio origen al modelo KC-135R, el más común en la actualidad. Según datos oficiales, esta versión consume un 25% menos de combustible, cuesta un 25% menos de operar y genera un 96% menos de ruido que el modelo inicial.
Pero sus mejoras no se limitan a lo mecánico. A lo largo de las décadas, el KC-135 ha sido adaptado a múltiples funciones, como vigilancia aérea, comando y control, pruebas experimentales e incluso misiones bajo el Tratado de Cielos Abiertos.
Pocas plataformas han demostrado tanta longevidad y adaptabilidad como este tanque volador.
Detrás de su aspecto sobrio y su pintura gris sin distintivos llamativos, se encuentra una máquina diseñada para la eficiencia.
Equipado con cuatro potentes motores, el KC-135 puede alcanzar velocidades cercanas a los 850 km/h y operar a altitudes de hasta 15.240 metros.
Aunque no fue concebido para el combate directo ni la maniobrabilidad, su verdadero valor radica en estar presente cuando más se le necesita, garantizando que la superioridad aérea estadounidense se mantenga donde sea requerida.