MUNDO
Impactante informe de la CIA revela daños catastróficos en el programa nuclear iraní tras ofensiva secreta
Las agencias de inteligencia discrepan sobre el verdadero alcance del daño, mientras crecen las tensiones y la incertidumbre internacional.

La Central Intelligence Agency (CIA) aseguró recientemente que el programa nuclear iraní sufrió daños severos a causa de ataques selectivos, lo que podría retrasar su capacidad hasta por años, según indicó el director John Ratcliffe.
Ratcliffe explicó que “varias instalaciones nucleares clave fueron destruidas y deberán reconstruirse a lo largo de años”, basándose en información nueva y confiable.
Esta valoración contrasta con un informe preliminar del Defense Intelligence Agency (DIA), que estimó que los daños habrían retrasado el programa en apenas meses.
De acuerdo con esa evaluación, Irán logró trasladar parte de su uranio enriquecido y mantener intactos muchos de sus centrifugadores, especialmente dentro de sus instalaciones subterráneas. La diferencia entre ambas evaluaciones refleja la complejidad y opacidad de la inteligencia militar.
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Por su parte, la Agencia Internacional de Energía Atómica (IAEA) confirmó que hubo “daños extensivos” en Natanz y Fordow, incluyendo estructuras eléctricas y caminos de acceso afectados.
En Natanz se detectaron al menos tres impactos sobre la planta piloto de enriquecimiento que alberga centrifugadoras avanzadas en cámaras subterráneas, además de daños en subestaciones eléctricas que causaron cortes de energía temporales.
Estos ataques forman parte de una campaña militar más amplia emprendida primero por Israel el 13 de junio, denominada “Rising Lion”, en la que se estima que participaron más de 200 jets cazas arrojando 330 municiones sobre unos 100 objetivos nucleares, militares e infraestructuras estratégicas iraníes.

Luego el 22 de junio, Estados Unidos desplegó bombas bunker‑buster para atacar Fordow, Natanz e Isfahán, apuntando a destruir instalaciones enterradas profundas.
A raíz de estos acontecimientos, surgió un debate entre altos funcionarios estadounidenses. Por un lado, el propio Ratcliffe y la directora de inteligencia nacional, Tulsi Gabbard, sostienen que las facultades nucleares iraníes fueron “severamente dañadas” y exigirán años para recuperarse.
Por otro, el informe del DIA advierte que solo sería cuestión de meses antes de que Teherán reanude operaciones.
Mientras tanto, analistas como Jeffrey Lewis, del Middlebury Institute, señalan que es prematuro sacar conclusiones definitivas por la necesidad de evaluar daños en infraestructuras subterráneas profundas, donde los impactos podrían no ser evidentes desde el exterior.

Las implicaciones geopolíticas son significativas. Si el retraso es largo, el control internacional y la presión diplomática podrían intensificarse. Si por el contrario el programa persiste subterráneamente, Irán podría aprovechar la situación para desarrollar enriquecimiento encubierto, como alertan especialistas del non-proliferation community.
Desde Teherán, el Ministerio de Relaciones Exteriores insistió en que el programa sigue intacto y negó que el impacto haya sido irreversible. En contraste, algunos aliados de Estados Unidos y la UE han llamado a una nueva ronda de negociaciones bajo supervisión de la IAEA para evitar un renovado impulso al programa nuclear iraní.
La discusión global abre un momento de inflexión: si prevalece la evidencia de daño prolongado, Estados Unidos y sus socios podrían imponer mayores restricciones, mientras que un retorno rápido al desarrollo nuclear podría escalar aún más las tensiones.
Según la CIA, este golpe es un punto de inflexión que pone en pausa, al menos temporalmente, las ambiciones nucleares iraníes y da tiempo a la diplomacia para actuar.
La pregunta es si este respiro será suficiente para lograr un acuerdo real y duradero, o si Teherán encontrará formas de reconstruirse con discreción. Atreverse a reconstruir podría significar otro capítulo de confrontación o una ventana para la paz.