El Pentágono volvió al centro del debate nacional luego de que el secretario de Defensa, Pete Hegseth, anunciara un giro radical en las normas de apariencia del Ejército bajo una consigna contundente: “No más barbas, no más pelo largo, no más expresiones individuales superficiales”.
Aunque presentada como una medida para reforzar la disciplina y la uniformidad, la política ha desatado críticas por su posible impacto desproporcionado sobre soldados negros y miembros de minorías religiosas, reavivando acusaciones de racismo institucional.

“Cero barbas” y disciplina: el argumento oficial del Pentágono
Hegseth ha defendido públicamente la medida como una forma de “restaurar la disciplina” y reforzar la cohesión interna. Durante reuniones con altos mandos, citadas por medios especializados como Military.com y Task & Purpose, el secretario sostuvo que las concesiones en apariencia personal erosionaron la imagen de autoridad y profesionalismo de las Fuerzas Armadas.
Desde el Pentágono insisten en que los estándares estrictos de afeitado fueron la norma durante décadas y que su restablecimiento responde a criterios operativos, no ideológicos.
Sin embargo, analistas militares consultados por Associated Press recuerdan que, desde 2010, el Ejército comenzó a flexibilizar estas reglas para adaptarse a una fuerza cada vez más diversa y para evitar la pérdida de personal calificado.
La reversión de esas políticas, advierten, podría tener consecuencias prácticas en el reclutamiento y la retención de tropas en un contexto de escasez de efectivos.

Críticas por racismo y discriminación religiosa en las Fuerzas Armadas
Las objeciones más fuertes provienen de organizaciones de derechos civiles y grupos religiosos.
La Sikh Coalition, citada por Task & Purpose, expresó su “profunda preocupación” por una política que podría obligar a soldados sikh, para quienes la barba es un mandato religioso, “a elegir entre su fe y su carrera militar”.
Líderes musulmanes y judíos ortodoxos han planteado preocupaciones similares, señalando que la eliminación de exenciones religiosas contradice principios de libertad de culto reconocidos por la propia legislación estadounidense.
En paralelo, el debate racial se ha intensificado por el impacto médico de la norma.
De acuerdo con Military Times, la mayoría de las exenciones de afeitado se conceden por pseudofoliculitis barbae, una afección cutánea dolorosa causada por el afeitado frecuente y que afecta de manera desproporcionada a hombres afroamericanos.
Limitar estas exenciones, advierten médicos militares y defensores de derechos civiles, podría derivar en sanciones disciplinarias, bajas administrativas o estancamiento profesional para soldados negros, alimentando las acusaciones de discriminación indirecta.
Expertos en derecho militar citados por Stars and Stripes subrayan que normas aparentemente neutrales pueden ser impugnadas si generan efectos desiguales sobre grupos protegidos.

En ese escenario, el Pentágono podría enfrentar litigios por discriminación religiosa o racial, además de presiones políticas desde el Congreso.
Para críticos y defensores por igual, la controversia trasciende la cuestión estética. Como señaló Associated Press en su cobertura, el debate pone en juego qué tipo de ejército busca Estados Unidos: uno centrado exclusivamente en la uniformidad visual o uno capaz de equilibrar disciplina militar con el reconocimiento de la diversidad racial, médica y religiosa que hoy define a sus filas.










