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Los mejores looks de Emilia Clarke en Game of Thrones
Una evolución entre fuego y estilo.

Desde su primera aparición en Game of Thrones, Emilia Clarke se convirtió en un ícono visual gracias a su interpretación de Daenerys Targaryen.
Más allá de su fuerza narrativa y política dentro de la historia, su vestuario marcó una evolución estética que acompañó cada transformación del personaje, desde la inocente exiliada hasta la poderosa madre de dragones.
Los trajes de Daenerys fueron mucho más que simples atuendos; fueron símbolos de su crecimiento, su identidad y sus decisiones.

En las primeras temporadas, cuando Daenerys vivía bajo el dominio de su hermano Viserys, su vestuario era etéreo y casi frágil. Vestidos vaporosos en tonos lavanda, marfil y azul cielo reflejaban su inocencia y vulnerabilidad.
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Estas telas livianas y desestructuradas también representaban su posición indefensa en un mundo gobernado por la fuerza. Pero incluso en esos inicios, había un aire regio en su postura que prometía la transformación que vendría.

A medida que Daenerys gana confianza y poder, su estilo empieza a endurecerse. Uno de los looks más recordados es el vestido azul con cinturón dorado que llevó durante su estancia en Qarth, en la segunda temporada.
Con una silueta más estructurada y tonos más intensos, este atuendo marcó el inicio de una nueva etapa: la de la líder estratégica. El azul se convertiría en uno de sus colores insignia, reforzando la noción de calma y autoridad que proyectaba, incluso en medio del caos.

Cuando toma el control de Meereen, el vestuario de Daenerys da un giro hacia una estética más militarizada. Aparecen telas gruesas, cortes asimétricos, cuellos altos y el uso recurrente del gris y el negro.
Sus túnicas se cruzan sobre el pecho como armaduras simbólicas, reflejando el conflicto entre su deseo de justicia y las decisiones difíciles que debe tomar. En este periodo, los diseñadores también comenzaron a incorporar detalles dracónicos en sus atuendos, como escamas bordadas y capas con forma de alas.

Uno de los looks más impactantes de la serie fue el vestido negro con detalles rojos que llevó al llegar a Westeros. Este atuendo, con hombreras afiladas y un diseño casi imperial, consolidó su imagen de reina dispuesta a conquistar.
El rojo, asociado al fuego y al linaje Targaryen, contrastaba con la sobriedad del negro, anticipando el giro dramático que tendría su personaje. En ese momento, Emilia Clarke no solo interpretaba a una reina; la encarnaba visualmente con una fuerza arrolladora.

El vestuario de Daenerys cerró con una mezcla de contradicciones: elegancia y amenaza, dulzura y severidad. Su último abrigo blanco con detalles de piel durante la guerra contra los Caminantes Blancos fue una pieza clave que evocó tanto pureza como poder letal. Fue una reina de hielo y fuego, y su imagen lo dejó claro hasta el último capítulo.
Más allá de la trama, la evolución visual de Emilia Clarke como Daenerys en Game of Thrones es un testimonio de cómo el vestuario puede narrar una historia tan potente como el propio guion.